Fe y Vida | Carlos Osoro Sierra/A&O
La familia cristiana regala fraternidad y paz
Llevo
unas cuantas semanas pensando en voz alta sobre aspectos diversos de la familia
cristiana. Y hoy he sentido la necesidad de hacerlo de nuevo al meditar las
palabras que Jesús dirigió a la familia de Lázaro a través de Marta: «MarÃa ha
escogido la mejor parte», en referencia a la atención que prestaba a la
conversación con Él. Hoy, viendo el panorama de la humanidad y lo que puede
aportar la familia cristiana en su construcción, me he decidido a hablaros de
la familia cristiana como proyecto de fraternidad y de paz que regala a este
mundo.
En
estos momentos de enfrentamientos y rupturas, ¿por qué no somos capaces de
engendrar vida plena? Ver rotas la fraternidad y la paz nos produce tristeza y
los cristianos tenemos la obligación de recuperarlas. Hemos de transformar las
estructuras, crear puentes y no muros, iluminar el pensamiento, acercar a los
demás la novedad del Evangelio… ¿Qué puede aportar una familia cristiana para
que se desarrollen proyectos de paz y de fraternidad? La familia cristiana se
construye desde el amor, no desde cualquier amor. El amor de Jesucristo entra y
configura todas las relaciones de quienes componen el núcleo de la familia,
padres e hijos. Mirad, cuando dejamos que entren el amor y la paz de Cristo en
nuestras vidas, en nuestras casas, en todos los corazones de los miembros de
nuestras familias, se generan un tipo de relaciones tan diferentes, tan nuevas,
que estamos pendientes los unos de los otros, nos necesitamos los unos a los
otros y nos enriquecemos regalando ese amor que no sigue las estrategias del
mundo, sino el camino de la mansedumbre y el de la cruz. Nos volvemos conscientes
de que el ser humano no puede vivir sin amor. Te lo aseguro, si quieres
comprenderte a ti mismo hasta el fondo, tienes que acercarte a Jesucristo. Y en
este acercamiento se te revela que has de tomar la decisión de hacerte cargo de
los otros, al estilo y a la manera de Jesucristo. Y ello te lleva a construir
la verdadera paz, que nada tiene que ver con la paz armada que con frecuencia
es la que construimos los hombres. Tú alcanzas la paz y la fraternidad con las
armas del Evangelio: oración, ternura, perdón, amor gratuito, amor al prójimo.
La
familia cristiana es y ha de buscar siempre ser verdadera escuela de paz y
fraternidad. Es la verdadera impulsora de una transformación de la sociedad
cuando vive del amor y con el amor de Jesucristo. Se convierte en motor
fundamental para cambiar el mundo cuando cambia el corazón de cada miembro,
cuando todos dejan habitarse por el amor de Jesucristo, que siempre nos vacÃa
del mal, del egoÃsmo, de mirar para nosotros mismos, que nos hace salir de
nosotros para llevar a otros el amor. La familia cristiana que se toma en serio
su vocación es dadora y comunicadora del amor mismo de Dios, tal y como nos ha
sido revelado por Jesucristo.
Nunca
perdamos la senda de la paz, no ignoremos a Dios, pues ello nos llevará siempre
a convivir con nuestras falsedades, alimentando la agresividad, rompiendo la
vida y acumulando armas que nos impiden ser custodios del prójimo. No
eliminemos a Dios de nuestras vidas, pues es ignorar el fundamento de la
verdadera arquitectura de la paz; nos lleva al aislamiento, a encerrarnos en
nosotros mismos, a buscar nuestros propios intereses, que no son caminos de
esperanza… Allà donde hay una familia cristiana que verdaderamente vive del
amor de Jesucristo, se entrega Buena Noticia y se opta por una cultura del
cuidado de la persona, de todas las personas. El amor de Dios, que es
indispensable en la familia cristiana, obra maravillas y contagia una manera de
ser y de vivir que transforma la sociedad.
En
la antigüedad, en el mundo pagano, la familia cristiana fue adquiriendo
prestigio por lo que regalaba a la sociedad. La crisis de la familia ha de ser
una preocupación social y, por supuesto, de la Iglesia, dado que la familia
cristiana orienta el desarrollo auténtico del hombre y de la sociedad,
respetando y promoviendo en toda su dimensión la persona humana. ¡Qué maravilla
es descubrir que la familia cristiana alienta a la humanidad a ponerse al
servicio de la vida, a celebrarla, a servirla, a cultivarla!
Publicado
por Alfa & Omega
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