Espiritualidad | Miguel A. Munárriz/FA
El sentido de la vida
Lc
12, 13-21
«¡Necio!
Esta misma noche te van a exigir la vida»
El
sentido de la vida se puede buscar en Dios o fuera de él. Existen muchos cauces
que nos ayudan a buscar el sentido de la vida en Dios, y a estos cauces los
llamamos religiones. Quien practica una religión sostiene que el mundo tiene
significado en Dios, y que el ser humano tiene un destino marcado por Él.
También
existen muchos cauces para buscar sentido a la vida fuera de Dios, y el mejor
ejemplo lo encontramos en la infinidad de propuestas de vida que existen al
respecto. No obstante, estos cauces son más inciertos que los anteriores,
porque el problema de dar sentido a una vida sin Dios y con muerte no es
trivial, ya que supone vivir sabiendo que todo el esfuerzo que hagamos para
lograr las metas que nos hayamos propuesto van a quedar destruidas por la
muerte.
Es
como si Miguel Ángel hubiese pintado la capilla Sixtina sabiendo que iba a ser
destruida en el mismo momento de ser acabada.
Quede
claro que no pretendemos defender la imposibilidad de dar sentido a la vida de
espaldas a Dios, pues todos conocemos personas cabales y responsables capaces
de hacerlo. Pero, como apuntábamos antes, da la impresión de que éste es un
cauce reservado a minorías, y que, privados de Dios, la inmensa mayoría de
ciudadanos no encuentra otra salida a su situación vital que banalizar su
existencia para soslayar la realidad aterradora del sufrimiento y de la muerte.
Heidegger,
en su ensayo “El ser para la muerte”, llama inauténtica esta forma de vivir, y
afirma que para apropiarnos de un destino auténtico que nos salve de la
banalidad, debemos asumir la angustia de caminar hacia la nada y vivir cada
momento de nuestra vida conscientes de que vamos a morir… Y ésta es sin duda
una forma de afrontar nuestra finitud prescindiendo de Dios, aunque resulta
evidente que está al alcance de muy pocos…
Finalmente,
hay un hecho que no podemos pasar por alto, y es que hay personas que buscan el
sentido de la vida en Dios y fracasan, y las hay que lo buscan fuera de Dios y
también fracasan. Y este hecho, en apariencia nimio y natural, nos puede dar la
clave para entender mejor nuestra vida y tener más oportunidades de darle
sentido.
Porque
si convenimos que la esencia de lo humano es “la humanidad”, la única forma de
dar sentido a la vida será a través de su práctica, y esto, al menos en teoría,
puede ser independiente de las creencias o increencias de cada uno. Cualquier
actitud vital que genera humanidad es portadora de sentido, y cualquiera otra
que no lo haga provocará un vacío imposible de llenar con actividades mundanas
o con prácticas religiosas.
Publicado
por Feadulta.com
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