Nuestra Fe | P. Ciprián Hilario, msc
Una voz grita en el desierto
(HomilÃa
7 de diciembre, Segundo Domingo de Adviento 2025– Ciclo A / lecturas: IsaÃas
11,1-10. Salmo 71,1-17. Romanos 15,4-9. Mateo 3,1-12)
Hermanos
y hermanas:
¡Qué
hermosa y exigente Palabra nos regala la Iglesia en este segundo domingo de
Adviento!
Tres
voces resuenan con fuerza: la voz del profeta IsaÃas, la voz de
Juan Bautista y, por encima de todas, la voz del EspÃritu que hoy nos
grita a nosotros: «¡Prepárenle el camino al Señor!».
Una
visión de paz que parece imposible
IsaÃas
nos presenta un mundo totalmente renovado: el lobo y el cordero pastan
juntos, el león come paja como el buey, y un niño pequeño puede jugar sobre la
madriguera de una serpiente sin que le pase nada.
¿Quién
no desea esa paz? Sin embargo, miramos a nuestro alrededor: guerras,
violencia doméstica, odios en las redes sociales, divisiones en las familias,
rencores que arrastramos años…
Y
el profeta nos dice que esa paz no es una utopÃa lejana: comienza
cuando «la tierra esté llena del conocimiento del Señor».
Conocer
al Señor no es tener ideas sobre Dios; es experimentar que Él
es amor, misericordia y justicia. Solo quien se deja llenar de ese
conocimiento puede empezar a vivir ya, aquà y ahora, esa paz que parece
imposible.
La
voz que clama en el desierto
Y
llega Juan Bautista, rudo, directo, sin pelos en la lengua: «¡Conviértanse,
porque está cerca el reino de los cielos!».
No
dice:
«Arreglen un poquito su vida». Dice: «¡Conviértanse!». Es decir: den un
giro radical, cambien de mentalidad, cambien de rumbo.
Y
la prueba de esa conversión no son palabras bonitas, sino frutos concretos:
«Hagan ver con obras su conversión».
-
¿Qué frutos está pidiendo el Señor hoy a esta
comunidad?
-
¿Qué «valles» de orgullo hay que rebajar en mi
vida?
-
¿Qué «montañas» de egoÃsmo hay que allanar?
-
¿Qué caminos torcidos de mentira, de pereza
espiritual, de relaciones rotas hay que enderezar?
El
Adviento no es nostalgia, es urgencia
A
veces vivimos el Adviento como una época «bonita», de luces y villancicos. Pero
la liturgia de hoy nos sacude: el Adviento es tiempo de urgencia santa.
Jesús
viene. Ya está cerca. Y nos encuentra tal como estamos.
No
nos pide estar perfectos para cuando llegue Navidad; nos pide que empecemos hoy
a prepararle el camino.
San
Pablo nos da la clave en la segunda lectura: «Acójanse mutuamente como Cristo
los acogió a ustedes».
¡Qué
programa de Adviento más concreto!
-
Acoger al que piensa distinto en la familia.
-
Acoger al compañero de trabajo que me cae mal.
-
Acoger al migrante, al pobre, al que nadie invita
a la mesa.
-
Acoger incluso a quien me ha hecho daño (¡eso sÃ
que es rebajar montañas y enderezar caminos!).
Conclusión:
una pregunta para llevar a casa
Hermanos,
en esta EucaristÃa el Señor viene a nosotros de manera real y verdadera en la
Palabra y en la EucaristÃa.
Antes
de comulgar, hagámonos esta pregunta que Juan Bautista nos lanza hoy con
fuerza:
«¿Qué
debo hacer yo concretamente esta semana para preparar el camino del Señor?»
Que
MarÃa, la mujer del «sû valiente y del Adviento perfecto, nos ayude a
responder con generosidad.
¡Que
asà sea! Amén.


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