Reflexión | Francisco de Aquino/VN
Liderazgo
El
liderazgo es el poder de movilización, congregación y conducción de personas y
grupos. Tiene que ver con la capacidad, habilidad, función (poder) que se
ejerce entre y/o sobre otros (dinamismo social). Es tanto un carisma
desarrollado espontáneamente como un oficio ejercido institucionalmente.
Como
todas las formas de poder, el liderazgo es ambiguo: puede ejercerse en la
lógica de la dominación (mando) o en la lógica del servicio (donación); puede
ejercerse en función de los propios intereses e incluso en detrimento de los
intereses colectivos (servirse) o en función del bien común e incluso
en detrimento de los propios intereses (servirse); puede ejercerse de forma
autoritaria (imposición) o de forma participativa (corresponsabilidad).
Puede
posibilitar un dinamismo comunitario que valore, promueva e integre los
diversos carismas y busque la implicación de todos (sujetos activos) o
un dinamismo personalista centrado en sà mismo y que produzca dependencia y
sumisión (sujetos pasivos); puede favorecer el despertar de nuevos
liderazgos (renovación y alternancia) o puede ahogar e impedir su
desarrollo (perpetuación en el poder); puede distribuir y armonizar
servicios y tareas (como el director de la banda) o puede concentrar
todos los servicios y tareas (tocando todos los instrumentos).
Pero siendo algo ambiguo, también es algo fundamental en cualquier grupo humano. Es un factor de movilización, congregación y conducción social. No hay grupo humano donde no haya liderazgo. Incluso podemos decir que el liderazgo es un factor fundamental en la constitución de un grupo: es el carisma o la función de unidad que reúne a los numerosos individuos de un cuerpo social.
De
ahà su importancia fundamental. La discusión sobre el ejercicio del liderazgo
(modalidad, consecuencias, resultados) no niega su importancia y necesidad
en la constitución, conservación o transformación del tejido social. La
propia crÃtica a un liderazgo o a su ejercicio no está exenta de una disputa
sobre el liderazgo o la forma de su ejercicio.
La
lógica del servicio
Como
aspecto fundamental en la constitución, conservación o transformación del
tejido social en general, es también un aspecto fundamental en la vida de la
Iglesia como cuerpo social. La Iglesia, como cuerpo, no puede pensarse sin
el carisma (capacidad) y el ministerio (función/servicio) del liderazgo: ya
sea que se desarrolle de manera espontánea (aceptada y reconocida) o
de manera oficial (instituida y delegada); ya sea que se desarrolle de
manera comunitaria y participativa (sinodal) o de manera
centralizadora y autoritaria (clerical); ya sea que se tome en sus niveles
más locales e intermedios (liderazgo, coordinación, consejos) o en
sus instancias oficiales de gobierno (ministros ordenados).
De
un modo u otro, para bien o para mal, según cómo se ejerza y sobre qué
base, es un factor fundamental de congregación, de cohesión, de unidad. En
la perspectiva cristiana, según el Evangelio de Jesucristo, el carisma y el
ministerio del liderazgo deben ejercerse en la lógica del servicio (Mc 10,
42-45), asumiendo la forma de siervo (Fil 2, 1-11; Jn 13, 12-16) y poniéndose
al servicio de todos, especialmente de los caÃdos en el camino (Lc 10, 25-37),
de los pobres y de los necesitados (Mt 25, 31-46). Solo asà serán una
auténtica expresión de Cristo siervo-pastor.
Publicado
por Vida Nueva
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