Reflexión | Jairo del Agua/FA
Un "Dios intervencionista" no existe. porque si
existiera sería un monstruo
Basta
un uso básico de la razón -don del Dios verdadero- para ver la evidencia de
esta afirmación: "Un dios intervencionista NO existe, porque si existiera
sería un canalla".
¿Has
visto o padecido alguna de las infamias, dolores y horrores de este mundo? Entonces
no puedes creer en un "dios intervencionista". Si existiera, evitaría
todo eso y más. ¿No lo haría cualquier madre?
Dios
NO puede intervenir en la administración de este mundo porque la ha confiado a
nuestra inteligencia, voluntad y libertad. Lo dice claramente el Génesis:
"Creced, multiplicaos, llenad la tierra y gobernadla" (Gn 1,28). No
seríamos verdaderamente libres si estuviéramos "intervenidos". Y Dios
quiso crearnos libres, a su imagen, para que creciéramos conduciendo nuestra
existencia.
Pero
nos han metido en la "rutina errónea" de pedir y pedir que Dios
intervenga, hasta en los más pequeños detalles: que el niño apruebe, que se me
quite el dolor de rodilla, que se cure mi padre, que se convierta mi vecino,
etc. Y ahí andamos enrolados, sin meditar en lo absurdo de nuestra actividad
religiosa.
Dios
no tiene más manos, ni pies que los tuyos. Eres tú el que puede y debe actuar
para hacer crecer el bien en el mundo, eres tú el que tiene que buscar los
remedios y las soluciones. Lo dice claramente la "parábola de la viña
arrendada" (Mt 21,33): el dueño se ausentó y la dejó en manos de los
viñadores. Algún día volverá y pedirá las cuentas. Lo mismo se lee en otras
parábolas como "la de los talentos" (Mt 25,14).
Por
cierto, una de las decisiones que no valoramos lo suficiente es el "voto
democrático". Muchísima gente vota con las tripas en vez de usar la cabeza
y elige a quienes nos conducen a la ruina. En vez de votar a "los mejores,
los más preparados, los que han demostrado que levantan la nación", como
ya proponían los sabios griegos. Muchos votan por ideología religiosa,
política, familiar, por resentimiento, odio, egoísmo, etc.
La
administración de un país hay que confiarla a quienes saben administrar este
mundo y conducirnos a la prosperidad y libertad. ¡Cuánto dolor reparten los
embaucadores que nos llevan a la ruina! Muchas veces envueltos en banderas de
igualdad, defensa de los pobres, progreso, etc. Sin embargo "sus hechos
históricos" son nefastos y totalmente contrarios a sus efímeras promesas.
¡Cuántos
países hay hoy mismo que se han hundido por votar ideologías ya fracasadas, por
elegir a ignorantes, mentirosos o parlanchines, por seguir a "flautistas
de Hamelín" que conducen al precipicio con su magia musical!
De
nada te servirá después pedir a Dios que resuelva los problemas, que nos dé paz
y prosperidad, que ilumine a los gobernantes, etc. cómo hacemos inútilmente en
la Misa. Podría responderte desde el cielo: "¿Te informaste y elegiste
bien? La administración de este mundo es cosa vuestra, para eso os doté de
inteligencia, voluntad y libertad".
Si
fuéramos conscientes de lo que nos jugamos a la hora de ir a votar, nos
entrarían escalofríos. Un enorme porcentaje de nuestra vida depende del
"entorno" en que vivimos y por tanto de quienes nos gobiernan. Esta
es la verdadera "causa de la pobreza" de muchos países y no la
"pecadora injusticia" que muchos magnifican.
Y
es que Dios nos ha regalado un enorme jardín con todo lo necesario para vivir
bien y progresar. Él nos apoya y nos ilumina desde dentro para que acertemos en
el uso de nuestra libertad y nos empuja a progresar a través del íntimo
"dinamismo de crecimiento". Si interviniese en este mundo, estaría
condicionando nuestra libertad que no sería plena. Cuando Él nos da algo, nos
lo da completo, aún a riesgo de que no lo administremos bien. ¿No has leído la
"parábola del hijo pródigo" (Lc 15,11)? ¿Qué más necesitas para
entender?
Y
ahora viene la pregunta del millón: ¿Por qué la Iglesia camina en dirección
contraria al sentido común? ¿Por qué nos han enseñado a pedir en todo momento
la "intervención" de Dios? ¿Por qué la mayoría de oraciones le
insisten que intervenga y cumpla sus obligaciones? ¿No debería ser a la
inversa?
Somos
nosotros los que tenemos que aprender a discernir nuestros deberes humanos y
administrar bien nuestras vidas. Pero esta certeza apenas la promocionan los
"maestros de la ley". Prefieren inducirnos a creer en un supuesto
"dios perchero".
Por
eso esa pregunta deberías hacérsela a los dirigentes de la Iglesia,
"venerados y ensalzados" por el instintivo "clericalismo"
con que nos educaron. En mi opinión, se han distanciado del Evangelio, lo que
nos lleva camino de Babilonia, es decir, al destierro. Del que solo volveremos
cuando nos abracemos a Jesús de Nazaret y su Evangelio. Una vez más la historia
se repite.
Te
convencerás solo con ver que los sacerdotes disminuyen, que su edad media está
en más de 65 años, que jóvenes y adultos huyen de una "religión
irracional", rutinaria y aburrida, que la mayoría de la gente pasa de las
moralinas clericales, que los colegios católicos se han descafeinado, etc. Solo
prospera la Iglesia en aquellos países que todavía viven sumergidos en la
ignorancia, la magia, los mitos y las imaginadas intervenciones sobrenaturales.
Para
terminar, te traeré la voz de una joven mística que tuvo que bajar a lo más
profundo de sí misma para sentir el abrazo de Dios y comprenderle. Hay verdades
que se hacen evidentes desde el más intenso desamparo.
Etty
Hillesum (1914-1943). Joven holandesa de origen judío, aunque conocía y
apreciaba el Evangelio. Sus vivencias espirituales profundas quedaron recogidas
en sus diarios. Fue deportada y murió en Auschwitz. A propósito del sufrimiento
que le circundaba, oraba y escribía:
"Corren
malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba
desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del
sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones
por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se
necesite cierta práctica…
Te
ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por
anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes
ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos.
Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento
de ti en nosotros.
Tal
vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la
gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las
circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…Y con cada latido del
corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte
nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en
nuestro interior…"
No
existe, pues, el "silencio de Dios". Él está presente en nuestro
interior siempre. Pero somos nosotros sus "delegados" para construir
la humanidad en este mundo que nos ha entregado para que lo administremos.
Si
existiera un "dios intervencionista" que hubiese permanecido inactivo
ante los horrores de la Segunda Guerra, por ejemplo, sería un "dios
despreciable, perverso y canalla". Pero los cristianos tenemos la
revelación del Abba de Jesús y sabemos que Dios es todo amor y ternura, como
desgrana el Evangelio y nuestro interior corrobora. Somos nosotros los que
tenemos que buscar, encontrar y sembrar el "reino de Dios" en este
mundo.
Una
última observación. Todos los dolores y horrores de aquellos años comenzaron
con una "democrática votación" a favor del "nacional
socialismo".
Aquel
error inicial de tanta gente, muchos buenos seguramente, fue el origen de una
inmensa barbarie.
Nosotros
administramos el mundo y el mundo sufrirá si no acertamos en nuestras
decisiones. "Quien no aprende de sus errores está condenado a
repetirlos".
Comprendo
perfectamente que a muchos asuste esa "responsabilidad" de ser
conductores de sus vidas. Prefieren ser eternamente "niños" y
colgarse de un supuesto "dios niñero" al que hay que "usar"
para satisfacer nuestras necesidades a golpe de insistente petición. Esto es lo
que nos han enseñado y a lo que nos inducen con las plegarias oficiales.
En
contraposición a ese "dios externo y mágico", está el Dios de Jesús
que se ausenta discretamente de nuestras vidas (lo repite el Evangelio) para
que seamos responsablemente "libres". Pero permanece en nuestro
"interior" siempre para iluminarnos, motivarnos, apoyarnos y
fortalecernos como un Padre amantísimo.
Y
nos ha dado una Tierra llena de recursos y regalos para que la gobernemos y
consigamos todo lo que necesitamos. Es un Dios que no interviene directamente
en este mundo porque ya nos ha dado toda su herencia. Pero es un "Dios
siempre presente" para que consigamos humanizar el mundo, extender su Reino
y ser felices.
P.D.
Había terminado esta meditación cuando cayó en mis manos una homilía de un
humilde y gran teólogo. Copié este luminoso párrafo:
"De
manera menos lapidaria yo me atrevo a decir: Si rezamos, esperando que Dios
cambie la realidad: malo. Si esperamos que cambien los demás, malo, malo. Si
pedimos, esperando que el mismo Dios cambie: malo, malo, malo. Y si terminamos
creyendo que Dios me ha hecho caso y me ha concedido lo que le pedía:
rematadamente malo. Cualquier argucia es buena, con tal de no vernos obligados
a hacer lo único que es posible: cambiar nosotros" (Fr. Marcos).
Publicado
por Feadulta.com
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