Actualidad Mundial | María Martínez López/A&O
Cuba saca al Ejército a la calle para reprimir otro estallido
social tras el huracán Ian
Aunque
Cuba está acostumbrada a sufrir huracanes, es la primera vez que el sistema
eléctrico está caído casi totalmente 48 horas. Los activistas denuncian que el
Gobierno no se preparó, centrado en el referéndum sobre el Código de Familia
Los
daños causados por el huracán Ian en Cuba y su gestión por parte del Gobierno
han podido ser la gota que ha colmado el vaso para un nuevo estallido en Cuba.
«Ha habido varios focos de levantamientos populares, principalmente en la
provincia de La Habana, con zonas con barricadas», relata a Alfa y Omega desde
Serbia, donde se encuentra exiliado, Fernando Almeyda, de Prisoners Defenders.
La
represión por parte del régimen no ha tardado en llegar. «Había una
militarización general en todo el país y enfrentamientos violentos muy
fuertes». En Boyeros se escucharon lo que parecían disparos, según las noticias
que ha recibido por algunas llamadas telefónicas directas. «Internet estaba
abajo, no había señal y la mitad de los SMS no entraban ni salían». La caída ha
sido importante, y ha afectado tanto a las páginas webs oficiales como a las de
la radio y televisión.
La
embajada de Estados Unidos en el país ha exigido en Twitter que «el régimen
respete los derechos constitucionales de sus ciudadanos a reunirse pacíficamente».
«Estamos muy preocupados», reconoce Almeyda. No cree que tenga el volumen de
las protestas del 11 de julio de 2021, «pero ha sido importante». De hecho,
dentro de su ámbito de activismo, espera «otro incremento en las cifras de
detenidos, y temo mucho que haya alguna víctima fatal. Se espera otra oleada
más de terror».
«Acumulación
de malestar»
Normalmente,
en su país las protestas se concentran entre junio y agosto, «en septiembre es
extraño que haya». En este caso, es la continuación de las que se llevan
produciendo todo el verano. Es el resultado de un proceso de «acumulación de
malestar político y social». Ahora, con el agravante de la pésima gestión del
huracán Ian, que azotó la isla esta semana.
Según
informa EFE, los daños materiales aún no han sido cuantificados, pero en
algunas localidades se vieron afectadas hasta el 80 % de las viviendas, según
medios oficiales. En Pinar del Río, el 58 % de los colegios sufrieron
desperfectos. En varios municipios costeros aún no se ha retirado el agua de
las penetraciones de mar que ocasionó el huracán. Solo en la provincia de
Mayabeque 3.000 personas continúan evacuadas.
Yoandy
Izquierdo, del Centro de Estudios Convivencia, escribía el jueves en su blog
que «las ciudades parecen salidas de un libro de catástrofes: calles y
carreteras bloqueadas por árboles caídos y escombros». Lo hacía escribiendo en
un móvil que había conseguido cargar con una batería de moto, puesto que buena
parte de la isla lleva 48 horas sin electricidad. «Si en un lugar protesta la
gente, la ponen, y a los cinco minutos se va», relata Almeyda. Teme además que
el coste de reiniciar los equipos suponga unas facturas de la luz
«exorbitantemente altas».
El
Gobierno, pendiente solo del Código de Familias
Para
ambos activistas, se trata de las consecuencias del «problema sistémico» que
vive la isla. «Hemos tenido huracanes con magnitud semejante o mayor y
afectación del fluido eléctrico, pero es la primera vez que colapsa el sistema
nacional por entero», apunta Almeyda.
Tampoco
«había de dónde sacar ni un solo alimento. Otras veces llegaban donaciones, que
el Estado vendía después en vez de donarlas, aunque a un precio irrisorio.
Ahora, el mensaje era que la gente repartiera entre ellos lo que tuviera».
Poco, dado que por la crisis económica que sufre el país mucha gente vive al
día y, además, con la falta de electricidad, lo poco que tenían almacenado en
casa se echó a perder.
En
esta ocasión el país «no se preparó bien por darle prioridad a asuntos
políticos», así como por la falta de recursos, denunciaba Izquierdo.
«Entretenidos en el referéndum del Código de Familia, no hubo la preparación
necesaria», ni «suficiente información con los apagones», o «podas preventivas,
ni limpieza de desagües, ni asegurar vidrieras o puertas y ventanas con la
magnitud de otras veces».
A
la mar en pleno huracán
«El
huracán ha venido a destruir la posibilidad de habitar por más tiempo en calma
en el país. La gente decidió que ya no hay nada por lo que esperar o aguantar»,
explica Almeyda. De hecho, «en pleno huracán» y también después «hubo barcas
que se lanzaron al mar» confiando en los vientos favorables que venían del sur.
«Hay muchos desaparecidos, aunque otros han llegado» a Estados Unidos.
Otros
muchos empezaron a protestar. En algunos lugres con «peticiones muy básicas,
como “queremos electricidad y comida”». En otras zonas «se empezó a decir
“libertad” o frases más frontales y ofensivas contra el presidente en funciones
Díaz-Canel». Y el Gobierno reaccionó con su «respuesta típica: reprimir y
propaganda, en vez de destinar esos recursos para localizar los problemas y
resolverlos». Desde su exilio, el activista de Prisoners Defenders lamenta que
ante «la más mínima manifestación que contradiga la idea paradisiaca que
venden», quien protesta «es considerado un enemigo público y se lanzan sobre él
como sobre Al Qaeda».
«No
sé en qué condiciones está el pueblo de resistir», porque de momento solamente
hay «muchos golpes y miedo, pero la gente sigue sin comida ni electricidad»,
prosigue el activista exiliado en Serbia.
Publicado
por Alfa & Omega
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