Papa Francisco | Zenit
8 razones por las que a veces experimentamos desolación, según
el Papa
Audiencia
general del Papa miércoles 16 de noviembre de 2022 sobre la desolación como
materia del discernimiento.
La
mañana del miércoles 16 de noviembre el Papa mantuvo la tradicional audiencia
general en la Plaza de San Pedro. En esta ocasión retomó la temática del
discernimiento, tema al que viene dedicando sus catequesis semanales. La de
este miércoles 16 de noviembre fue la octava dedicada a este tema y giró de
forma más específica a la desolación, concretamente a por qué nos desolamos.
Ofrecemos el texto de la catequesis con encabezados y negritas de ZENIT.
[1º
Primero leer lo que sucede y después tomar decisiones]
Retomamos
hoy las catequesis sobre el tema del discernimiento. Hemos visto lo importante
que es leer lo que se mueve dentro de nosotros, para no tomar decisiones
apresuradas, en la ola emocional del momento, solo para arrepentirnos cuando ya
es demasiado tarde. Es decir, leer qué sucede y después tomar las decisiones.
[2º
La desolación: ocasión de crecimiento]
En
este sentido, también el estado espiritual que llamamos desolación, cuando en
el corazón todo está oscuro, está triste, este estado de desolación puede ser
ocasión de crecimiento. De hecho, si no hay un poco de insatisfacción, un poco
de tristeza saludable, una sana capacidad de habitar en la soledad y de estar
con nosotros mismos sin huir, corremos el riesgo de permanecer siempre en la
superficie de las cosas y no tomar nunca contacto con el centro de nuestra
existencia.
[3º
La desolación sacude el alma]
La
desolación provoca una «sacudida del alma»: cuando uno está triste es como si
el alma se sacudiera; mantiene despiertos, favorece la vigilancia y la humildad
y nos protege del viento del capricho. Son condiciones indispensables para el
progreso en la vida, y, por tanto, también en la vida espiritual. Una serenidad
perfecta, pero «aséptica», sin sentimientos, nos hace deshumanos cuando se
convierte en el criterio de decisiones y comportamientos.
[4º
El papel de los sentimientos]
Nosotros
no podemos no hacer caso a los sentimientos: somos humanos y el sentimiento es
una parte de nuestra humanidad; sin entender los sentimientos seremos
deshumanos, sin vivir los sentimientos seremos también indiferentes al
sufrimiento de los otros e incapaces de acoger el nuestro. Sin considerar que
tal «perfecta serenidad» no se alcanza por este camino de la indiferencia. Esta
distancia aséptica: «Yo no me involucro con las cosas, yo tomo distancia»: esto
no es vida, esto es como si viviéramos en un laboratorio, cerrados, para no
tener microbios, enfermedades.
[5º
La sana inquietud es buena]
Para
muchos santos y santas, la inquietud ha sido un impulso decisivo para dar un
giro a la propia vida. Esta serenidad artificial, no va, mientras que la sana inquietud
es buena, el corazón inquieto, el corazón que trata de buscar camino. Es el
caso, por ejemplo, de Agustín de Hipona o de Edith Stein o de José Benito
Cottolengo o de Carlos de Foucauld. Las decisiones importantes tienen un precio
que la vida presenta, un precio que está al alcance de todos: es decir, las
decisiones importantes no vienen de la lotería, no; tienen un precio y tú debes
pagar ese precio. Es un precio que tú debes pagar con tu corazón, es un precio
de la decisión, un precio que hay llevar adelante, un poco de esfuerzo. No es
gratis, pero es un precio al alcance de todos. Todos nosotros debemos pagar
esta decisión para salir del estado de indiferencia, que nos abate, siempre.
[6º
Desolación: una invitación a la gratuidad]
La
desolación es también una invitación a la gratuidad, a no actuar siempre y solo
en vista de una gratificación emotiva. Estar desolados nos ofrece la
posibilidad de crecer, de iniciar una relación más madura, más hermosa, con el
Señor y con las personas queridas, una relación que no se reduzca a un mero
intercambio de dar y tomar. Pensemos en nuestra infancia, por ejemplo, cuando
somos niños, sucede a menudo que buscamos a los padres para obtener algo de
ellos, un juguete, dinero para comprar un helado, un permiso… Y así los
buscamos no por sí mismos, sino por un interés. Sin embargo, ellos son el don
más grande, los padres, y esto lo entendemos a medida que crecemos.
También
muchas de nuestras oraciones son un poco de este tipo, son peticiones de
favores dirigidos al Señor, sin un verdadero interés por Él. Vamos a pedir,
pedir, pedir al Señor. El Evangelio señala que Jesús a menudo estaba rodeado de
mucha gente que lo buscaba para obtener algo, curaciones, ayudas materiales,
pero no simplemente para estar con Él. Estaba rodeado de multitud y, sin
embargo, estaba solo. Algunos santos, y también algunos artistas, han meditado
sobre esta condición de Jesús. Podría parecer raro, irreal, preguntar al Señor:
«¿Cómo estás?». Y sin embargo es una manera muy hermosa de entrar en una
relación verdadera, sincera, con su humanidad, con su sufrimiento, también con
su singular soledad. Con Él, con el Señor, que ha querido compartir hasta el
fondo su vida con nosotros.
Nos
hace mucho bien aprender a estar con Él, a estar con el Señor sin otro fin,
exactamente como nos sucede con las personas a las que queremos: deseamos
conocerlos cada vez más, porque es hermoso estar con ellos.
[7º
La vida espiritual no es una técnica a nuestra disposición]
Queridos
hermanos y hermanas, la vida espiritual no es una técnica a nuestra
disposición, no es un programa de «bienestar» interior que nosotros debemos
programar. No. La vida espiritual es la relación con el Viviente, con Dios, el
Viviente, irreductible a nuestras categorías. Y la desolación entonces es la
respuesta más clara a la objeción que la experiencia de Dios sea una forma de
sugestión, una simple proyección de nuestros deseos. La desolación es no sentir
nada, todo oscuro: pero tú buscas a Dios en la desolación. En este caso, si
pensamos que es una proyección de nuestros deseos, siempre seríamos nosotros
quienes la programáramos, siempre estaríamos felices y contentos, como un disco
que repite la misma música. En cambio, quien reza se da cuenta de que los
resultados son imprevisibles: experiencias y pasajes de la Biblia que a menudo
nos han entusiasmado, hoy, extrañamente, no suscitan ningún entusiasmo. E,
igualmente de forma inesperada, experiencias, encuentros y lecturas a los que
nunca se había hecho caso o que se prefería evitar ―como la experiencia de la
cruz― dan una paz inmensa. No tener miedo a la desolación, llevarla adelante
con perseverancia, no huir. Y en la desolación tratar de encontrar el corazón
de Cristo, encontrar al Señor. Y la respuesta llega, siempre.
[8o
Afrontar la prueba con decisión]
Frente
a las dificultades, por tanto, nunca desanimarse, por favor, sino afrontar la
prueba con decisión, con la ayuda de la gracia de Dios que nunca nos falla. Y
si escuchamos dentro de nosotros una voz insistente que quiere distraernos de
la oración, aprendamos a desenmascararla como la voz del tentador; y no nos
dejemos impresionar: simplemente, ¡hagamos precisamente lo contrario de lo que
nos dice! Gracias.
Publicado
por Zenit
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