Papa Francisco | Tiziana Campisi/VN
Francisco: Seguir al Espíritu con libertad, no enjaularlo con
exceso de reglas
El
Papa se reúne con la congregación de San José y destaca algunos rasgos de la
vida consagrada según las palabras del fundador San Leonardo Murialdo: la
caridad es mirar y decir lo que hay de bello en cada uno, perdonar de corazón,
tener serenidad de rostro, afabilidad, dulzura.
“Dejémonos
amar por Dios para ser testigos creíbles de su amor; dejemos que su amor guíe
nuestros afectos, pensamientos y acciones”.
Esa
invitación a abrirse al amor de Dios que san Leonardo Murialdo dirigió a los
hermanos de la congregación que fundó -la Pía Sociedad de San José- vale
también hoy, subraya Francisco al recibir en audiencia a las familias
religiosas que siguen las huellas del santo turinés. En el día en que los
josefinos de Murialdo celebran el 150 aniversario de su fundación, el Papa recuerda
que san Leonardo "no permaneció indiferente" ante la "pobreza
moral, cultural y económica" de su tiempo y que en aquella Turín que era
"el centro de la masonería" quiso dedicarse a la educación de los
jóvenes y sobre todo de los trabajadores, dando vida a "una realidad que
en el curso de un siglo y medio se ha enriquecido con personas, obras,
experiencias culturales diferentes, y sobre todo -observa Francisco- con tanto
amor".
Caminar
guiados por el Espíritu Santo
En
su discurso, el Papa recordó lo que había escrito a los Josefinos el año
pasado, con ocasión de la apertura de la celebración de su jubileo: el deseo de
"seguir creciendo en el 'arte de captar las necesidades de los tiempos, y
de proveer a ellas con la creatividad del Espíritu Santo'" ante lo que
"se necesita discernimiento y fidelidad"; la exhortación a cuidar
"especialmente a los más jóvenes" y el estímulo a "no dejar
nunca de soñar", siguiendo el ejemplo de San José y San Leonardo.
Francisco añade a continuación tres aspectos sobre los que reflexionar:
"la primacía del amor de Dios, la atención al mundo que cambia y la
dulzura paterna de la caridad". Y señala en primer lugar que dejarse amar
es "esa pasividad de la vida consagrada, que crece en el silencio, en la
oración, en la caridad y en el servicio", dejarse guiar por el amor, no
por las reglas. También relata la anécdota de un general de la Compañía de
Jesús, el padre Ledóchowski, que quiso poner "toda la espiritualidad de
los jesuitas en un libro", para "regularlo todo", y de aquel abad
benedictino que, al leer el primer ejemplar, dijo que aquel documento había
"matado" a la Compañía de Jesús.
“Cuando se quiere regular todo, se enjaula al Espíritu Santo. Y hay muchos -religiosos, consagrados, sacerdotes y obispos- que han enjaulado al Espíritu Santo. Por favor, dejen libertad, dejen creatividad. Caminen siempre guiados por el Espíritu. Cuando se quiere regular todo, se enjaula al Espíritu Santo. Y hay muchos -religiosos, consagrados, sacerdotes y obispos- que han enjaulado al Espíritu Santo. Por favor, dejar libertad, dejar creatividad. Siempre caminar con la guía del Espíritu".
Siguiendo
el ejemplo de San Leonardo Murialdo
De
San Leonardo Murialdo, el Santo Padre destaca luego la sensibilidad "a las
necesidades de los hombres y mujeres de su tiempo", la capacidad de darse
cuenta de las penurias que le rodeaban, el hecho de haber sido "portavoz
de la palabra profética de la Iglesia en un mundo dominado por intereses
económicos y de poder, dando voz a los más marginados", el haber sabido
"captar el valor del laicado en la vida y en el apostolado". En
definitiva, un hombre valiente y abierto al que Francisco pide imitar,
"juntos, laicos, religiosos y religiosas, en caminos compartidos de
oración, discernimiento y trabajo, para ser artesanos de justicia y
comunión". Por último, el tercer aspecto sobre el que el Papa pide
meditar: la dulzura paterna de la caridad.
“Que
la busquen y la vivan entre ustedes, en espíritu de fraternidad, y la ejerzan
hacia todos. Sean como María, nuestra Madre: fuertes en el testimonio y dulces
en el amor. San Leonardo decía: 'La caridad es mirar y decir lo que hay de
bello en cada uno, perdonar de corazón, tener serenidad de rostro, afabilidad,
dulzura'. Y para ello hay que saber llevar la cruz. Hace falta oración, hace
falta sacrificio”.
Por
último, Francisco vuelve a citar a Leonardo Murialdo. "Así como sin fe no
se agrada a Dios, sin dulzura no se agrada al prójimo", decía el santo,
para el Papa un sencillo y poderoso programa de vida y apostolado.
Publicado
por Vatican News
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