Vida Religiosa | Valle Chías*
¿Es esto la libertad?
Me siento
libre. Eso me decía al volver a casa con la bicicleta anoche. Los semáforos,
los coches, el carril bici, las luces de las farolas.
Libre también
al poder elegir entre varias cadenas de supermercado y en cada uno de ellos
tener las estanterías repletas y múltiples opciones de cada producto.
Libre al
recorrer 1.000 kilómetros por autopista, parar en gasolineras, elegir un bar y
una marca de bebida, y una tapa de toda una carta.
Libre de ir a
esta o a aquella iglesia a la hora que me venga mejor.
No, Jean Rabel
(Haití), no ha pegado un giro de 180 grados en un mes. Te hablo después de
pasar un tiempo en España. En esta burbuja que me dice que soy libre. ¿Es esto
libertad?
He rezado algo
de esto en los ejercicios este año. Pedía a Jesús ese «conocimiento interno» en
su modo de ser libre. Esa libertad que le hace salir de su pueblo, de su zona
de confort, para recorrer caminos, para romper las normas, para ser testigo de
la misericordia de Dios, para sanar, para salvar, para amar hasta el extremo.
Miro hacia
delante, pongo mi imaginación recorriendo los caminos de tierra de Jean Rabel,
la pasión (o compasión) en la consulta, la vida más a la intemperie, vivir el
hoy… y como siempre digo: son ellos, las personas, siendo en su cotidianeidad.
Ciertamente esto me ayuda a ser libre. ¿Solo lo externo? Espero no ser tan
básica. Creo que lo que me hace vivir más libre es saberme sostenida por Dios
allá donde me encuentre, allá donde me envía.
Vuelvo a Haití
contigo, Señor.
(Religiosa de Jesús-María y misionera en Haití)*
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