La Iglesia Hoy | Adriana Masotti
Guerras y sufrimientos de los pueblos y de la
tierra interpelan al Sínodo
En la basílica vaticana se celebró la misa para los
participantes en la asamblea sinodal. Presidió el Patriarca de Antioquía de los
greco-melquitas, mientras que el Patriarca de Antioquía de los maronitas
pronunció la homilía: en el centro, la llamada de Jesús a la Iglesia a ocuparse
de los hombres de todos los tiempos, empezando por los pobres y las víctimas
del mal en todas sus formas, incluidas las guerras y los abusos.
Los cantos solemnes de la Misa presidida por Su
Beatitud Youssef Absi, Patriarca de Antioquía de los greco-melquitas, cabeza
del Sínodo de la Iglesia católica greco-melquita, resonaron prolongadamente
esta mañana en la Basílica Vaticana donde, a las 8.45 horas, los participantes
en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos se reunieron en
el Altar de la Cátedra, abriendo esta nueva jornada de trabajo. La homilía
estuvo a cargo del cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los
maronitas, jefe del Sínodo de la Iglesia maronita.
Los apóstoles
sufriendo por amor a Cristo
La primera de las lecturas litúrgicas está tomada de
la Epístola a los Corintios, en la que San Pablo habla de los apóstoles que
acabaron en el último lugar por causa de Cristo. Dice: “Somos como sentenciados
a muerte; porque hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, tanto para
los ángeles como para los hombres. (...) Nos insultan, y les deseamos
bendiciones; nos persiguen, y aguantamos (...) Nos tratan como a la basura del
mundo, el deshecho de la humanidad, y así hasta el día de hoy.. (...) Pues
aunque tuvieran diez mil monitores de vida cristiana, no pueden tener muchos
padres, y he sido yo quien les transmitió la vida en Cristo Jesús por medio del
Evangelio. Por lo tanto les digo: sigan mi ejemplo”.
La mies es
mucha, los obreros pocos
Sigue el pasaje del Evangelio según San Mateo donde se
habla de Jesús que, viendo a las multitudes que le seguían, sintió compasión de
ellas porque estaban cansadas y extenuadas como ovejas sin pastor. "La
mies es mucha y los obreros pocos", dice el Maestro, "rueguen al
dueño de la mies que envíe obreros a su mies". El pasaje menciona,
empezando por Pedro, los nombres de los apóstoles que Jesús envía a las
"ovejas perdidas de la casa de Israel". Por el camino, les dice Jesús,
prediquen que el Reino de los Cielos está cerca, sanen a los enfermos, "lo
que recibieron gratis, denlo gratuitamente".
Patriarca Raï:
la mies que nos interpela hoy
En su homilía, el cardenal Béchara Raï retomó el
relato evangélico, comentando las dos palabras pronunciadas por Jesús:
"mies" y "obreros". Y dio algunos ejemplos cual
"mies" desafía a la asamblea sinodal: "La construcción de una
paz justa allí donde las guerras ensangrientan nuestro planeta; el cuidado de
nuestra casa común; la lucha contra un sistema económico que produce
explotación, desigualdad y despilfarro; la asistencia a los que sufren
persecución hasta el martirio; la curación de las heridas causadas por los
abusos, ya sean sexuales, económicos, institucionales, de poder, de conciencia;
la promoción de la dignidad humana común derivada del bautismo. Y también, la
profundización de las relaciones fraternas con otras Iglesias y el diálogo con
los creyentes de otras religiones; la caridad preferencial con los pobres y
marginados; "la promoción de una adecuada atención pastoral a los
divorciados vueltos a casar;las personas en matrimonios polígamos". A
continuación, menciona a los jóvenes para situarlos en el centro de las
estrategias pastorales y a los ancianos para valorarlos en el seno de la
comunidad cristiana y de la sociedad. "Es verdad -afirma- que la mies es
mucha.
Que el Señor
nos haga dignos obreros
Los "obreros", prosigue el jefe del Sínodo
de la Iglesia maronita, son los enviados por Cristo y guiados por el Espíritu
Santo, protagonista de la vida de la Iglesia y del camino sinodal. En el Instrumentum
laboris, el documento sinodal que está
examinando la Asamblea de Obispos, se dice, señala el cardenal, que Cristo se
hace presente en una asamblea sinodal y "transforma la historia y los
acontecimientos cotidianos", da el Espíritu guiando a la Iglesia
"para encontrar un consenso sobre cómo caminar juntos hacia el Reino y
ayudar a la humanidad a avanzar en la dirección de la unidad". Los
obreros, dice el cardenal Béchara Raï, son los obispos, los sacerdotes, los
religiosos y religiosas, los laicos, y "todos necesitan formarse en el
modo de proceder sinodal", es decir, según una vida de comunión,
participación y misión. La situación del mundo actual y las condiciones de los
pueblos, incluidos los pobres, los refugiados, las víctimas inocentes de las
guerras, "suscitan verdaderamente la compasión de Cristo", prosigue,
y Él nos ha elegido uno a uno "para dar forma a estas heridas y luchar por
un mundo mejor". Recemos, concluye el cardenal, para que el Señor nos haga
dignos obreros de su mies".
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