Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Marta lo recibió en su casa. María ha
escogido la parte mejor
Martes de la 27ª
semana del tiempo ordinario / Lucas 10, 38-42
Evangelio: Lucas 10, 38-42
En aquel
tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su
casa.
Esta tenía una
hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su
palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta
que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te
importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una
mano». Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta,
andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María,
pues ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Comentario
Marta acogió a
Jesús en su casa, y se puso a servirle. No debió querer recibirle de cualquier
manera, puesto que «andaba muy afanada con los muchos servicios». Dispuso todo
con la mayor atención. Quiso darle todo lo mejor de sí misma a Jesús.
Pero en esa
entrega, de repente, se sintió sola: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me
haya dejado sola para servir?». Tiene la sensación en su servicio de haber
quedado sola. Se queja de su hermana, que está con Jesús, mientras ella está
sola. Por eso, antes que contra su hermana, esa soledad venía de una distancia
con Jesús, al que servía para poder estar con Él en la comida. A veces ocurre
cuando queremos servir a Dios que en nuestro servicio sentimos que Dios no está
presente. Que Dios si acaso está al final. Puede ocurrir el el servicio de cualquier
vocación: cuando se tiene una familia por seguir a Dios, se siente el cansancio
cotidiano como puro sacrificio. O cuando se es religioso, en las tareas
pastorales se puede sentir a Dios lejano y la misión se convierte en puro
esfuerzo. Todo se hace por y para Jesús, pero no se hace con Él. La acción está
vacía de contemplación: no se ve a Jesús en lo que se hace por Él.
En esa lejanía
siente lejos a su hermana, como si esta le hubiese dejado sola. Como ella no
está con Jesús, como le siente lejano, piensa que su hermana María no está con
ella. Que
ella no sirve a Jesús, que no trabaja.
Y Jesús le
llama la atención: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas;
solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Sin esa parte de María, sin la contemplación, la acción de Marta pierde su
sentido y se diluye en la multiplicidad de tareas. Pero si Marta escoge
contemplar a Jesús, si le busca en todo lo que hace, no le será arrebatado. Le servirá a Él, y
estará con Él.
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