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    jueves, 30 de noviembre de 2023

    Familias que impactan Vidas


    Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín

     


    Familias que impactan Vidas

     

    La familia Hernández Reynoso es una familia de la vida real, que ha vivido una fe extraordinaria y que, para nosotros como comunidad, son un ejemplo a seguir. Tuvieron unos padres maravillosos, en especial, su madre la señora Teresa Altagracia Reynoso Tejada, quien nació el 15 de octubre 1930, en San José de Conuco, Salcedo. Fue la hija mayor de cinco hermanos, se casó con Ramón María Hernández, procrearon 13 hijos. Uno murió muy pequeño y doce quedaron vivos. Viene de un hogar humilde, pero muy arraigado en la fe cristiana. Hace unos días, celebramos el día, donde Jesús la miró y ella sus pasos siguió, un 14 de noviembre del 2023.

     

    A la señora Teresa le encantaba la canción: “Tu llegaste a mí”. Jesús dejó huellas en ella y donde él caminó, ella lo siguió. Creía mucho en Dios, era legionaria de María y, pertenecía a la congregación del Sagrado Corazón de Jesús.

     

    Nos relata María Teresa, quien es la número 13 y la líder de la familia, que la vida de su madre fue un evangelio. Todas las noches se reunían en familia, a rezar el Santo Rosario. Su madre decía que “familia que reza unida, permanece unida”. Cuando los llevaba a la misa, una forma de obligarlos a prestar atención, era decirles, que cuando llegarán a la casa, les iba a preguntar que dijo el padre. Así, con cosas simples, como compartir lo poco que tenían, les enseñó mucho. Fue un regalo y ángel revestido de ternura para esta familia.

     

    Nos comentaba que, a pesar del alzheimer de su madre, nunca se olvidó de su hermano papi. Nunca se puso resabiosa y, ella se lo atribuye a dos cosas: a su carácter pasivo y a que pareciera que todos los hijos y nietos se pusieran de acuerdo, pero no fue así. Dios le dio la sabiduría y la gracia para no contradecirla y siempre respetaron su voluntad.

     

    Había dos cosas en su casa, que no eran negociables: ir a la escuela e ir a la iglesia, para recibir todos los sacramentos.

     

    Su madre siempre acogía y tenía las puertas abiertas para sus vecinos. Como en toda familia, hubo tiempo buenos y tiempos malos. Fue una mujer muy inteligente, pues cuando la palabra emprendimiento no se conocía, ya era una emprendedora. Para ayudar a su padre, abría sanes, también le gustaba cocinar, sobre todo hacer dulces, su especialidad era el de coco con batata, le quedaban riquísimos y los vendía.

     

    María Teresa continúa diciendo que, aunque suene exagerado, todo lo que podamos decir de ella, pero era la mujer más empática que yo haya conocido, pues siempre de una forma muy discreta advertía las necesidades de un vecino e iba en su ayuda.

     

    Siempre nos contaba, que de joven le gustaba mucho bailar, pero que no salía de su casa. Tenía un hermano que era músico y en su casa hacían muchas fiestas. Recuerdo cuando ella y nuestro padre cumplieron los 68 años de casados, ella tenía una vecina muy querida llamada Juliana, y siempre nos decía que le agradecía mucho a ella y a sus hijas.

     


    Aquí algunos testimonios de parte de hijos y nietos:

     

    Isabel Amelia Santana Hernández: Mamá, todavía no puedo creer que te hayas ido, daría lo que fuera por tenerte aquí y darte, aunque sea un último abrazo y decirte lo mucho que te amo.  Ahora que no estás, se lo importante que eras en mi vida. Recuerdo cuando tenías tu mente lúcida y me peinabas, me llenabas de cariño y los momentos inolvidables que pase junto a ti.  Nunca te voy a olvidar.

     

    Mariella Felipe Hernández: Mi abuela luego del alzheimer, no nos reconocía a ningunos de sus familiares. Un día llegué de la escuela, recuerdo que era un viernes y estábamos mi tía Carmen y yo con ella. Carmen empezó a preguntarle cómo se llamaba su mamá y ella le dijo Magdalena, y su papá, ella responde Casimiro. Al ver que los recuerdos llegaban a su memoria me emocioné y le dije mamá vamos a rezar y ella cogió su rosario y rezamos un padre nuestro y un ave maría. Me sorprendió ver, que, a pesar de su borrón de memoria, no había olvidado a sus padres y mucho menos rezar.

     

    Evelin Teresa Santana Hernández: Desde que puedo recordar, he tenido una vida muy feliz.  Desde muy niña viví con mis abuelos y el día de hoy, puedo decir firmemente que se ha ido una buena parte de mí.  Mamá era una persona intachable, integra y con el corazón más noble que he conocido jamás.  Hablo hoy de ella, pero ambos fueron uno mismo en valores, virtudes y vida cristiana.

     

    Fiel creyente de Dios, en donde rezar el rosario en el hogar era obligatorio en familia. Donde desde el más pequeño hasta el más adulto puede recitarlo sin titubear, pues ella nos lo enseñó.  Amorosa, dedicada, paciente, guía, esposa, madre, abuela, vecina, si generalizo todo lo antes mencionado, la mejor persona del mundo, pero no quiero presumir y diré a viva voz, que nunca aún con el pasar de los años, te dejaré de recordar mamá.

     

    Aury Esther Cornelio Hernández: Mamá Teresa, fuiste mi única abuela, más que abuela fuiste mi segunda madre, siempre tan buena, tan tierna con tus hijos y nietos.  Nos diste la mejor enseñanza que es el valor y la unión de la familia.  De niña recuerdo que estar en tus piernas era mi mejor lugar, luego esas piernas enfermaron y ya ese regazo que tanto me gustaba no podía disfrutar, pero seguía disfrutando de tu cariño, tu sonrisa y tus carcajadas que me brindaste hace poco, gracias por ese abrazo que aun siento tu calor. Descansa en paz viejita y nos veremos en la eternidad.  Te amo mamá.

     

    Evelia Altagracia Hernández Reynoso: En un lugar del mundo llamado San José de Conuco hubo una pareja de esposos de nombres Casimiro Reynoso y Magdalena Tejada, tuvieron cinco hijos de los cuales una de ellos fue nuestra madre Teresa. Una mujer con una humildad y obediencia que la caracterizaba tanto, que trató de transmitir la misma dedicación a sus 13 hijos a quienes amó y trató de igual manera, de tal forma que cuando uno de nosotros enfermaba, lo notaba antes de externárselo. Ella junto a nuestro padre, nos enseñaron el valor de que las cosas, no se las compraban al que las quisiera, sino a quien la necesitaba.  Hoy que no está entre nosotros, no nos dejaron dinero, pero si una herencia invaluable, la unión familiar y la fe en Jesús y María.

     

    Elvis José Hernández: El recuerdo de una mujer excepcional, mi abuela, o mejor dicho “mamá”, como todos solíamos decirle, cuyo legado sigue iluminando nuestras vidas.

     

    Ella fue la personificación de la fe inquebrantable, el amor incondicional y la sabiduría que se transmite a través de generaciones, junto con nuestro abuelo (papá) que ahora mismo se puede reencontrar con ella y ver su legado crecer y ser personas de bien.

     

    Cada uno de sus actos estaba impregnado de un amor profundo y una devoción incansable hacia su familia y su comunidad.  En nuestra familia siempre fue y será conocida por su generosidad y ofrecer palabras de aliento y esperanza, incluso en los momentos más difíciles.

     

    Sus enseñanzas basadas en la fe y la compasión siguen siendo una guía para nosotros.  Nos enseñó a amar sin mirar a quien, a perdonar con generosidad y a vivir nuestra fe con acciones concretas. Su vida fue un testimonio de la bondad y la gracia de Dios.  Y aunque ya no está físicamente con nosotros, siendo una familia grande, agradecemos siempre su humildad y como la impregno en nosotros sus nietos.

     

    Hoy al recordar a mamá, agradecemos a Dios por el tiempo que compartimos con ella y por las bendiciones que trajo a nuestras vidas.

     

    Ramón Felipe Hernández: Qué bonito sería que dejaras el cielo un momento para estar conmigo de nuevo, para sentirte y que me dieras ese abrazo que tanta falta me hace, para escucharte y decirte que te amo, y que en mi corazón siempre estarás presente. Extraño esos momentos que iba a tu casa a dormir contigo, no voy a olvidar esos lindos recuerdos mamá. Qué bonito sería sentarme a tu lado, aunque sea por una última vez y decirte lo difícil que han sido mis días desde tu partida, para que me sonrías y me regreses la vida, para que me des tus consejos y me llenes de besos.  Te amo mamá.

     

    Eric Carlos Felipe Hernández: Mi viejita, te me fuiste tan rápido que ni siquiera pude despedirte, pero quiero decirte que siempre te llevaré en mi corazón, me daba tanta felicidad cuando pasaba por tu casa y te vía en el mueble sentada siempre feliz y me paraba para estar un rato contigo, pero te fuiste de repente y espero que estés muy feliz allá arriba.  Te quiero mamá.

     

    Magdalena: Querida mamá Teresa, como una de tus nietas sobran las palabras para agradecer a Dios por el gran ser humano que fuiste, el mejor ejemplo de generosidad, amabilidad y cariño para tu hijos y nietos, fuiste una mujer ejemplar, luchadora, respetuosa que siempre le encantaba compartir sus cosas con los demás, fuiste una persona desprendida con el necesitado. Mujer de fe firme siempre nos enseñabas con el ejemplo, que Dios tenía la solución de todos los problemas. Contigo aprendí amar a Dios y a la iglesia, sembraste en mí el valor de la honestidad, respeto, solidaridad, comprensión y muchos más, siempre le daré gracias a Dios por dejarme ser parte de tu vida.

     

    Cantar la canción que a la señora Teresa le gustaba, fue muy impactante para mí, porque al final eso fue lo que ella hizo, sintió el amor divino de Jesús y entró en la barca del cielo junto a él, a cambio de nada. A cambio de nada, Teresa entregó su vida a Dios. A cambio de nada, se dedicó a su familia con amor. A cambio de nada, su corazón bondadoso, abrazó la eternidad, al lado de nuestro Padre celestial.





     

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