Nuestra Fe | Patricia Ynestroza
El Papa: Si Cristo es
paciente, también el cristiano está llamado a serlo
El Papa
Francisco en su catequesis ha seguido hablando sobre las virtudes, en esta
ocasión ha hablado de la paciencia, una virtud que necesitamos como una
“vitamina esencial” para seguir adelante.
El Papa Francisco ha dedicado en la
catequesis de hoy, el tema de la virtud de la paciencia. Al iniciar su
catequesis, mencionó que hoy estaba previsto que la Audiencia General se
realizara en la Plaza San Pedro, pero por la lluvia, trasladaron a todos los
fieles al Aula Pablo VI, "es cierto que estará un poco abarrotada, pero al
menos no nos mojaremos", les dijo y les agradeció por su paciencia.
Retomando el relato de la Pasión
del Señor, Francisco dijo que a los sufrimientos que padece, "Jesús
responde con una virtud que, aunque no se contemple entre las tradicionales, es
muy importante".
Luego recordó que la palabra
paciencia, tiene la misma raíz, que la pasión. Y señaló:
"En la Pasión surge la
paciencia de Cristo, que con apacibilidad y mansedumbre acepta ser abofeteado y
condenado injustamente; ante Pilato no recrimina; soporta los insultos, los
escupitajos y la flagelación de los soldados; lleva carga con el peso de la
cruz; perdona a quienes lo clavan al madero; y en la cruz no responde a la
provocación, sino que ofrece misericordia. Todo esto nos dice que la paciencia
de Jesús no consiste en una resistencia estoica al sufrimiento, sino que
es fruto de un amor más grande".
El Pontífice afirmó que el mejor
testimonio del amor de Cristo es un cristiano paciente. Paciente como tantos
seres humanos, padres de familia, trabajadores, médicos, enfermeras, enfermos,
que "cada día, en secreto, agracian al mundo con santa paciencia! pero
muchos de nosotros, carecemos de paciencia, la necesitamos como la
"vitamina esencial" para salir adelante -aseveró- pero
instintivamente nos impacientamos y respondemos al mal con el mal: "nos
cuesta mantener la calma, controlar nuestros instintos, refrenar las malas
respuestas, aplacar las peleas y los conflictos en la familia, en el trabajo,
en la comunidad cristiana. Inmediatamente viene la respuesta; no somos capaces
de ser pacientes".
La paciencia es también una llamada
El Papa nos recuerda que la
paciencia no es sólo una necesidad, sino una llamada: si Cristo es
paciente, el cristiano está llamado a ser paciente, dijo, lo que significa ir a
contracorriente de la mentalidad generalizada de hoy, donde domina la
prisa y el "todo y ahora"; no se espera a que las situaciones
maduren, se forzan a las personas para que cambien al instante.
"No olvidemos que la prisa y
la impaciencia son enemigas de la vida espiritual: Dios es amor, y quien ama no
se cansa, no se irrita, no da ultimátum, sino que sabe esperar.
Pensemos en la historia del Padre misericordioso, que espera a su hijo que se
ha ido de casa: sufre con paciencia, impaciente solamente de abrazarlo apenas
lo vea volver (cf. Lc 15, 21); o en la parábola del trigo y la
cizaña, con el Señor que no tiene prisa en erradicar el mal antes de tiempo,
para que nada se pierda (cf. Mt 13, 29-30)".
“Y hoy aquí,
en esta audiencia, hay dos personas, dos padres. Son los primeros: uno israelí
y otro árabe, dijo el Papa, ambos han perdido a sus hijas en esta guerra y
ambos son amigos; "no miran la enemistad de la guerra, sino que miran la
amistad de dos hombres que se aman y que han pasado por la misma crucifixión.
Pensemos en este testimonio tan hermoso de estas dos personas que han sufrido
en sus hijas la guerra en Tierra Santa. Queridos hermanos, gracias por vuestro
testimonio”
¿Qué hacer para acrecentar la paciencia?
Para verla crecer hay que ser,
aconsejó, como enseña san Pablo, un fruto del Espíritu santo (cf. Ga 5,
22), "hay que pedírsela al Espíritu de Cristo. Él nos da la fuerza mansa
de la paciencia, porque "es propio de la virtud cristiana no sólo hacer el
bien, sino también saber soportar los males", dijo Francisco. Y antes de
concluir su catequesis recomendó que en estos días de celebraciones de la
Semana Mayor, nos hará bien contemplar al Crucificado para asimilar su
paciencia.
"Un buen ejercicio es también
llevarle a Él a las personas más molestas, pidiéndole la gracia de poner en
práctica con ellas esa obra de misericordia tan conocida como
desatendida: aguantar pacientemente a las personas que molestan. Y
no es fácil. Pensemos -repito ahora- si hacemos esto: aguantar con paciencia a
la gente que acosa. Se empieza por pedir que se les mire con
compasión, con la mirada de Dios, sabiendo distinguir sus rostros de sus
defectos. Tenemos la costumbre de clasificar a las personas por los errores que
cometen. No, esto no es bueno. Buscamos a las personas por su rostro, por su
corazón y no por sus errores".
Además, aconsejó que para cultivar
la paciencia, virtud que da aliento/respiración a la vida, conviene ampliar
la mirada, afirmó Francisco, no limitando el mundo a nuestros
problemas, "como nos invita a hacer la Imitación de Cristo:
«Es preciso, por tanto, que te acuerdes de los sufrimientos más graves de los
demás, para que aprendas a soportar los tuyos, pequeños», recordando que «No
hay cosa, por pequeña que sea, que se soporte por amor de Dios, que pase sin
recompensa delante de Dios» (III, 19). Y además cuando nos sentimos presos de
la prueba, como nos enseña Job, es bueno abrirnos con esperanza a la novedad de
Dios, en la firme confianza de que Él no deja defraudadas nuestras
expectativas".
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