Fe y Vida | Benedetta Capelli
Antonia Acutis: mi hijo
Carlo, maestro de vida y de fe
Tras el
reconocimiento por parte del Papa del milagro que llevará a su hijo a la
canonización, la madre del futuro santo expresa su alegrÃa por la noticia
esperada no sólo por su familia, sino por tantas personas que le rezan, en
todas las partes del mundo, y le confÃan peticiones de intercesión:
"Conozco a la niña que se curó milagrosamente, tiene una madre con una
gran fe".
"Evidentemente Carlo consigue
convencer al Señor, tiene una manera de que Jesús no le diga que no y esto me
da un poco de ternura". Antonia Salzano, la madre de Carlo Acutis, sonrÃe
cuando cuenta cómo cada dÃa recibe noticias de presuntas curaciones, de ayudas
inesperadas, de pequeñas cosas extraordinarias que, con la oración y gracias a
la intercesión de su hijo, muchas personas han obtenido. Lleva años relatando
la "normalidad" de Carlo, una santidad declinada en lo cotidiano que
tiene un centro: la EucaristÃa, su "autopista al cielo". "El
Señor -dice Antonia a los medios de la Santa Sede- ha cumplido el deseo de
tantos que rezaban por la canonización de Carlo, que obviamente vemos como una
señal del cielo. Seguramente le permitirá realizar una obra aún mayor de la que
está realizando".
El Papa ha aprobado los Decretos
que conducirán a la canonización de Carlo Acutis, fallecido en 2006, con solo
15 años, a causa de una leucemia fulminante, y que fue beatificado el 10 de
octubre de 2020 en AsÃs, ciudad en la que está enterrado en la iglesia de Santa
MarÃa Mayor - Santuario de la Expoliación. El obispo de la ciudad, monseñor
Domenico Sorrentino, expresó en una nota su alegrÃa personal y la de toda la
Iglesia de AsÃs: "Alabado sea el Señor, que hace grandes cosas, para dar
un impulso a nuestro entusiasmo en la coherencia cristiana y en el anuncio del
Evangelio".
La joven curada gracias a la
intercesión de Carlo Acutis está a punto de graduarse. Nacida en Costa Rica en
2001, persigue su sueño de la moda y se traslada a Florencia en 2018. El 2 de
julio de 2022, hacia las 4 de la madrugada, se cae de la bicicleta y su vida
cambia. Está muy grave, tiene un traumatismo craneoencefálico importante.
Liliana, la madre de la niña, corre a AsÃs para rezar ante la tumba de Carlo.
Deja allà una carta y regresa junto a la cama de su hija, que vuelve a respirar
espontáneamente. Es un crescendo, dÃa tras dÃa su vida renace. "Llegamos a
conocernos", cuenta Antonia Acutis, "es una niña muy buena, pero
sobre todo, la fe de su madre es grande. Cuando se enteró de lo que le habÃa
pasado a su hija, se fue inmediatamente a AsÃs, estuvo todo el dÃa de rodillas
rezando delante de Carlo para obtener esta gracia, porque a la niña ya la
habÃan dado por muerta y aunque se hubiera despertado, no habrÃa tenido ninguna
posibilidad de tener una actividad normal". "Cuando uno reza de
verdad al Señor, es escuchado. Verdaderamente el cielo actúa a través de
Carlo".
Lo esencial está ante nuestros ojos
Antonia subraya a menudo la
sencillez de su hijo, de su misión que es hacer comprender la importancia de
los sacramentos que son verdaderamente "los signos eficaces a través de
los cuales Dios nos da la gracia para santificarnos". "Creo que el
mensaje de Carlo es ayudarnos a entender que tenemos lo esencial ante nuestros
ojos, contamos con el don de tener la Iglesia a través de la cual recibimos la
gracia que necesitamos para poder alcanzar la meta a la que todos estamos
llamados, que es el cielo". Carlo habla a todos: a los jóvenes
internautas, su pasión, a los alejados de la fe. Su reliquia recorre el mundo
desde hace tiempo, siempre es recibida con gran entusiasmo y gran
espiritualidad. Pero ¿por qué? "Carlo -explica su madre- tenÃa una pureza
extraordinaria, pureza de corazón, llevaba a Dios dentro". Antonia
recuerda que hizo la Primera Comunión a los 7 años y "desde entonces nunca
dejó de ir a misa todos los dÃas, de hacer adoración eucarÃstica todos los
dÃas, de rezar el rosario. Se notaba que habÃa algo dentro de él y creo que la
gente todavÃa se le acerca por eso". La EucaristÃa era el centro de su
vida, de su jornada, amaba a Dios por encima de todo".
La felicidad es la mirada hacia Dios
Carlo cambiaba a las personas que
conoció, también cambió a su madre que -dice- no era precisamente "un
ejemplo de santidad". "Crecà asÃ, nunca me hicieron ir a la santa
misa, luego me casé con mi marido que pertenece a una familia más religiosa,
pero yo estaba ciertamente lejos, no tenÃa conocimiento de nada". Un hijo
cambia la vida, sobre todo si parece morderla vorazmente. "A los tres
meses habÃa dicho su primera palabra, a los cinco meses empezó a hablar y todas
sus cosas siempre fueron un poco antes de tiempo, yo siempre digo que el tiempo
corrÃa por delante. Su vida era toda acelerada e incluso en la fe era
asÃ". "Era muy piadoso por naturaleza, pasábamos por una iglesia,
querÃa entrar, querÃa saludar a Jesús, se quedaba allà y yo le decÃa que se
fuera, que era tarde, le obligaba, sólo tenÃa tres años. No estaba
preparada". "Perdà a mi padre prematuramente, cuando tenÃa 57 años,
Carlo me dijo que habÃa tenido una visión de su abuelo: estaba en el purgatorio
y necesitaba oraciones". Antonia se quedó entonces atónita, pero sabÃa que
no podÃa ser mentira porque Carlo era un niño generoso: "Nunca una queja,
nunca una crÃtica, nunca un cotilleo, siempre querÃa ayudar a todos, nunca un
pensamiento para sà mismo. DecÃa que la tristeza es mirarse a uno mismo, la
felicidad es mirar a Dios".
"Para mà Carlo fue como un maestro"
"A través de Carlo -dice la
madre- hice el descubrimiento de mi vida porque entendà que Jesús está
realmente presente en los sacramentos, pero sobre todo en la EucaristÃa, antes
pensaba que era un sÃmbolo, que eran todo cosas simbólicas, en cambio, cuando
comprendà que realmente estaba esa presencia viva y real de Cristo, está claro que
mi vida cambió y yo también seguà a Carlo". Antonia habla con naturalidad
de su hijo, con la mirada de una madre que ama y es amada. 'Para mà Carlo fue
como un maestro y lo digo sinceramente, cuando murió mi padre no tuve esa
sensación de orfandad, pero cuando murió Carlo me sentà asÃ. No puedo
explicarlo porque para mà Carlo era realmente especial, era una escuela de
vida, el ejemplo de que realmente hay santos, porque vivÃa a su lado, podÃa ver
en la vida cotidiana cómo se comportaba, cómo era. Nos dimos cuenta de que era
un chico extraordinario, pero desde luego nunca pensé que Jesús me lo iba a
quitar tan pronto. Pero los planes de Dios son siempre grandes. Aceptamos la
muerte de Carlo, aunque fuera prematura, lo hicimos con fe y con la certeza de
que "Dios siempre hace todo lo mejor". Y hoy más que nunca sentimos que es
asÃ.
Vaticannews.vanull
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