Reportajes | Giampaolo Mattei
Olimpíadas 2024, la valentía de Kimia
En los Juegos
Olímpicos de París, la velocista gana la más importante de las medallas: la de
la proeza, por reclamar el derecho a la educación para las mujeres de su país,
Afganistán.
La velocista
afgana Kimia Yousofi, de 28 años, sabía que no tenía ninguna posibilidad de
superar la ronda preliminar de los 100 metros en la pista olímpica: llegó
distante (pero no última) a 13"42, no muy lejos de su récord nacional de
13"29. Sin embargo, ganó la medalla, mostrándola valientemente al mundo
nada más cruzar la línea de meta: inmediatamente se quitó el "dorsal"
-con su nombre y su número de carrera- de la camiseta y lo giró ante las
cámaras, señalando las cuatro palabras escritas en inglés, en tres colores,
como los de Afganistán: Education (educación) en negro; Sport (deporte) en
verde; Our Rights (nuestros derechos) en rojo. Un gesto que no han visto en
Afganistán: las competiciones femeninas no se retransmiten por televisión
porque el gobierno talibán las considera "escandalosas e inmorales" y
entonces quién sabe cuántas chicas se dedicarían al deporte... A la propia
Kimia no se la considera oficialmente parte del equipo olímpico porque en
Afganistán sólo hay atletas varones. No hay mujeres.
"Tengo un
mensaje para las muchachas afganas: no se rindan, no dejen que otros decidan
por ustedes, ¡busquen oportunidades de libertad y de vida!". Kimia no se
anda con rodeos: "Las mujeres de mi país quieren derechos fundamentales,
como la educación, y también la posibilidad de practicar deporte", afirma,
señalando que no se dedica a la política. Aquí, en los Juegos Olímpicos, puedo
hablar con los medios de comunicación y ser la voz de las jóvenes afganas que
no tienen la fuerza necesaria para hacerse oír".
En los Juegos
de París, Kimia podría haber participado en el Equipo de Refugiados -vive en
Sydney desde 2021-, pero eligió representar a Afganistán: "Lucho para que
algo cambie en mi país, porque es mi tierra, mi gente, mi cultura, mi
bandera".
Su historia
"explica" su coraje. Nació en 1996 en Mashhad (Irán), en el seno de
una familia que huyó de Afganistán durante el anterior gobierno talibán.
"En 2012, cuando tenía 16 años, gané una selección de talentos deportivos
reservada a chicas inmigrantes afganas residentes en Irán". Y así,
recuerda, "regresé a Afganistán para entrenarme en atletismo, con la
esperanza de tener la oportunidad de participar en los Juegos Olímpicos".
Objetivo logrado en Río de Janeiro en 2016 y en Tokio en 2021 como abanderada.
"Pero cuando los talibanes tomaron el poder en mi país, tuve que huir
porque era una cara conocida en el deporte, incluso la abanderada, y me
trasladé definitivamente a Australia", vía Irán, también con el apoyo del
Comité Olímpico Internacional.
Compartiendo
el coraje de Kimia en París hay otros atletas afganos: las hermanas Fariba y
Yulduz Hashimi compiten en ciclismo. Y está Masomah Ali Zada, de 28 años, jefe
de misión del Equipo Olímpico de Refugiados - cinco afganos son miembros, tres
hombres y dos mujeres - que participó en los Juegos de Tokio. "Solía
montar en bicicleta, pero me vi obligada a abandonar mi país a causa de la
guerra y la violencia, en medio de la discriminación y la desigualdad, con los
derechos fundamentales denegados", relata.
Desde París,
Kimia, Masomah y las demás atletas denuncian que a las mujeres afganas se les
prohíbe hoy el acceso a la educación y al deporte. Pero, dicen, precisamente
"la participación en los Juegos demuestra que el deporte es para todos,
porque es un símbolo y una experiencia de esperanza, inclusión, igualdad,
cultura y libertad".
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