Fe y Vida | José Calderero de Aldecoa
26 de septiembre: san Cosme y san
Damián, los gemelos a los que no había forma de martirizar
Ejercieron de médicos del cuerpo y del alma, trabajos
por los que no cobraban. Su testimonio logró muchas conversiones y les valió el
martirio. Intentaron apedrearlos y quemarlos. Al final, fueron decapitados
Volvemos al canon romano. Allí aparecen también Cosme
y Damián unidos por una conjunción. Se trata de un detalle insignificante, pero
que habla de la vida de estos gemelos que no se separaron ni siquiera en la
muerte.
Se les suele representar con distintos objetos del
ámbito sanitario, y los médicos, en casi todas sus especialidades, los tienen
por patronos. El motivo es que estos dos hermanos del siglo tercero practicaron
la medicina con los cuerpos y con las almas. También son patronos de peluqueros
y domadores, en virtud de la etimología de sus nombres: Cosme significa adornado, bien presentado;
Damián, domador.
Los gemelos nacieron en algún punto de la península
arábiga. No se sabe con exactitud ni el lugar ni la fecha. El único dato que se
conoce es que vivieron en la época del emperador Diocleciano (284-305), que se
empeñó en la persecución contra los cristianos. La medicina la aprendieron en
Siria y la aplicaron de forma gratuita con todos los que acudían a ellos. Al no
aceptar emolumentos por su trabajo, se les empezó a conocer como los anàgiti, que significa los sin plata. En una ocasión, uno de ellos aceptó un pago
en especies por una curación y el otro renegó de su hermano y pidió que no lo
enterraran junto a él cuando muriera. Se trataba de una mujer hemorroísa, que
ofreció tres huevos a los hermanos. Los rechazaron, pero ella insistió tanto
que Damián terminó aceptando y, entonces, Cosme se llenó de ira.
Además de curar el cuerpo, también sanaban el alma.
Para esta rama de la medicina utilizaban como herramientas su testimonio y su
palabra. Y las conversiones de paganos sobrepasaron todas las expectativas,
porque estas se produjeron incluso después de su martirio. Muchos coetáneos
afirmaban haber recibido un milagro de los gemelos, que nacieron juntos y
perecieron a la vez.
Su muerte está fechada en el año 300 después de
Cristo. La tradición cuenta que las autoridades los sometieron a todo tipo de
torturas. Fueron lapidados, ahogados, descoyuntados, quemados e incluso
crucificados, pero solo murieron después de ser decapitados.
Una vez martirizados, sus restos fueron trasladados
para su sepultura. Según la Leyenda dorada —compilación de vidas de santos escrita en el
siglo XIII por el dominico Santiago de la Vorágine—, el dromedario que portaba
el cuerpo de Damián comenzó a hablar y dijo: «Nolite eos separare a
sepoltura, quia non sunt separati merito», que significa: «Que no
sean separados en la sepultura porque no son diferentes en el mérito».
«Ay, el señor cura bebió»
Como los mártires Cosme y Damián, Óscar y Javier
también son médicos del alma. En concreto, ambos ejercen de sacerdotes en la
diócesis de Mondoñedo-Ferrol. Pero no es la única coincidencia, Óscar y Javier
—apellidados Santiago Sanmartín— son, además, hermanos gemelos. «La verdad es
que si estamos juntos sí que se nos distingue, pero por separado nos confunden
hasta dentro de nuestra propia familia», explica Óscar.
El ser idénticos por fuera no significa necesariamente
que lo tengan que ser por dentro. De hecho, aunque «es verdad que tenemos mucha
sintonía y confianza el uno con el otro», no recibieron la vocación sacerdotal
al mismo tiempo. «Los dos estábamos muy metidos en la Iglesia. Hacíamos de
monaguillos, estuvimos en el coro, fuimos catequistas…», recuerda el hoy
sacerdote. Tiempo después, «nos estábamos preparando para entrar a trabajar en
los astilleros, pero él se marchó al seminario y nuestros caminos se separaron
en este sentido». Óscar ingresó años más tarde, después de haber pasado por el
mundo laboral. A pesar de ello, él se ordenó primero porque «Javier tuvo que
salirse unos años por cuestiones familiares y regresó cuando a mí me quedaba el
último año», rememora Óscar, que reconoce que «el camino de la fe nunca se
recorre en solitario, en primer lugar porque Dios nos acompaña siempre. En mi
caso, además, el tener un hermano gemelo con esta misma vocación ayuda
muchísimo».
Incluso en el sentido literal, porque «de vez en
cuando nos ayudamos con las celebraciones», lo que da pie a un sinfín de
anécdotas. «Donde él está ahora de párroco, estuve yo en el año 2000. Un día me
pidió que le ayudara porque le coincidían dos celebraciones. Cuando entré en la
capilla para celebrar Misa, dije: “Uf, hacía muchos años que no venía por esta
capilla”. Y una señor me contestó: “Ay, el señor cura bebió, pero si vino la
semana pasada». En otra ocasión, Javier «vino a ayudarme con dos entierros que
tenía. Él atendió uno y yo el otro, y la gente luego se preguntaba: “¿Pero cómo
hizo el cura que estuvo en los dos entierros? Eso
es imposible”».
Bio
- Nacen en Arabia en el siglo III
- Ejercen de médicos en la época
del emperador Diocleciano (284-305)
- Son martirizados hacia el año 300
- En Occidente, su fiesta se
celebra el 26 de septiembre. En Oriente se trasladó al 1 de noviembre
- Su devoción se extendió por toda
la Iglesia a partir del siglo V
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