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    miércoles, 17 de febrero de 2010

    Cuaresma, un programa de Vida

    Cuaresma, un programa de Vida


















    Tiempo lindo la Cuaresma. Tiempo de "parar la máquina", de serenidad, de "mirar para adentro"... y ¡¡¡preguntarnos tantas cosas!!! En nuestros días, ¡cuántas caídas!, ¡cuántas infidelidades!, ¡cuántas injusticias! Es tiempo de descubrir cuánto tenemos que cambiar. El Evangelio de Lucas, nos pone a Jesús en paralelo con el pueblo de Israel. En las mismas circunstancias en las que el pueblo fue infiel, Jesús sale adelante; y para resaltar el paralelo entre ambas situaciones, el evangelista recurre al desierto y a citas del Deuteronomio. Allí donde Israel cayó, allí Jesús sale adelante. Más que un acontecimiento es una plataforma, un programa: unidos a Jesús nada tenemos que temer, sólo el amor cuenta. Deberíamos aprovechar la Cuaresma para revisar cuántos desencuentros, cuántas infidelidades, cuántas injusticias... Pero, al revisarlas, corregirlas; es que la Cuaresma es tiempo de conversión, y conversión significa caminar, camino de vuelta al Padre.
    Cuaresma, ¡tiempo lindo! Tiempo de volverse a Dios, y de volverse a tantos hermanos despreciados, olvidados, oprimidos... Tiempo de justicia, de verdad, de liberación...
    Mientras el pueblo de Israel, en la tentación no fue fiel y cedió, ahora nos encontramos a Jesús en la misma situación, en la misma tentación. ¡Y triunfa! Jesús aparece en el Evangelio como el que vence la tentación. Porque es posible vencerla. Muchas voces, de dentro y de fuera buscan separarnos de Dios, de sus proyectos, de sus caminos. Pero hay una voz más fuerte, más firme, que puede vencer esas otras voces si disponemos el corazón para escucharla. Hace falta tener un oído muy fino, un silencio atento, un corazón dócil.
    Para eso existe la Cuaresma, para que sepamos mirar la vida, y mirarnos en la vida; para que sepamos prestar atención a los caminos y proyectos que nos rodean, y enfrentarlos con los caminos y proyectos de Dios. Para eso existe la Cuaresma, para que apaguemos los ruidos que aturden y ensordecen, para que acallemos las voces que esconden la voz de Dios, para no escuchar cantos de sirenas que nos hablan de la felicidad de comprar, de poseer o de determinados caminos, sino que podamos oír la voz del amor, la voz que se grita en el silencio y el desierto. Para eso existe la Cuaresma, para dejarnos seducir por Dios en el desierto, para volver a las fuentes, para volver a la fidelidad primera, “como un niño frente a Dios". Para eso existe la Cuaresma.
    ¿Y nuestra Cuaresma? Tantas veces habremos dicho: “Cuaresma, tiempo de confesión”, pero ¿de qué sirve si no es un cambio de vida, un cambio de camino? ¿Qué Cuaresma vive el que no vive? La Cuaresma es tiempo de desierto, pero de desierto en medio del ruido y del mundo, en medio del pecado y la infidelidad, en medio de la gente... Es allí donde estoy invitado a encontrarme con Dios y los hermanos, allí donde debo retomar la fidelidad... Aquí tenemos el centro, el corazón de la Cuaresma: ¡los hermanos! Revisemos nuestro servicio, nuestro amor, nuestro compromiso liberador; así revisaremos nuestra fe; así viviremos religiosamente nuestra Cuaresma.
    Quien afirme no tener pecado es un mentiroso dice san Juan. Quien se reconoce pecador, y se decide a devolverle a Dios su lugar, empieza a preparar el camino para una vida coherente con los proyectos de Dios. El problema con los que no se reconocen pecadores, o con quienes no están dispuestos a dejar entrar a Dios en sus vidas, es que permanecen en el pecado. El tiempo de la cuaresma que comenzamos, es un ¡detente!, un mirar para adentro, es reconocer que hemos caminado sin Dios buena parte de nuestra vida... Pero, casi podemos decir que a Dios no le importa: no le importa la gravedad de nuestra ruptura, no le importa qué tan dios nos sentimos. Le importa que estemos decididos a vencer el pecado en el seguimiento de Jesús, a vencer el pecado con la Palabra de Dios.
    En toda historia hay tiempos y momentos de fidelidad, y momentos de caídas. La Cuaresma es tiempo de recobrar fuerzas para retomar el camino, para "hacer camino al andar”. La Cuaresma es el tiempo oportuno para revisar, corregir y fortalecer todo esto; es tiempo de desierto, tiempo de encuentro con Dios frente a tantos desencuentros. (Luis Espinal, Servicios Koinonía.org).

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