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    domingo, 26 de septiembre de 2010

    A los nueve años del 11S

    Al escribir estas líneas faltaba apenas un día para que el mundo recuerde aquel fatídico atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, en el 2001 hace nueve años, que cambió la historia del mundo. Cuando la edición de este número de Amigo del Hogar llegue a las manos del lector ya todo habrá pasado, y esperemos que las de un pastor evangélico de celebrar el aniversario quemando libros del Corán, no se hayan materializado.
    Cuando a Terry Jones, dirigente de la iglesia conocida como Dove World Outreach Center, informó al mundo que sus correligionarios se proponían hacer memoria de aquel atentado echando el Corán a las llamas el mundo entero lo que se echó fue las manos a la cabeza asustado por semejante insensatez y locura.
    Dice este pastor fundamentalista que, a menos que el imán, Feisal Abdul Rauf, líder musulmán en New York, desista de construir un centro cívico islámico a dos manzanas de la zona cero de Nueva York, él retomaría su idea de quemar el Corán.
    La paz mundial, coinciden todos en advertir, no necesita de episodios como este que lo que hacen es calentar el ambiente y dar razones a los que ven en Occidente, y muy particularmente en Estados Unidos, la reencarnación de Satán.
    Aunque no se trata de un personaje relevante en Estados Unidos, su propuesta de quemar libros del Corán ha puesto de los nervios hasta el propio presidente Obama, la Secretaria de Estado Hilary Clinton y los altos mandos militares norteamericanos que temen un incremento del odio a América en el mundo musulmán. Algunos han advertido que ideas como las del pastor dan razones justificadoras a los grupos terroristas. Ciertamente hacer del Corán pasto de las llamas generaría una espiral de violencia difícil de detener. Ya se han iniciado las protestas y en Afganistán la noticia se ha cobrado la primera víctima.
    La cuestión no es si finalmente el reverendo Jones lleva a cabo sus planes, que es de esperarse que no lo haga pues alguien con sentido común lo pondrá en su lugar. Lo preocupante es que de este lado de la polémica el odio y el resentimiento hacia los musulmanes y el deseo de venganza por lo ocurrido hace nueve año parece estar latente y lo que debía recorrer la ruta del sosiego y de la paz puede retornar al punto cero del enfrentamiento y del odio.
    Movidos por este miedo, el caso mereció el rechazo unánime de los gobiernos y de los representantes de las distintas religiones. Lo que muchos temen es que personajes como Terry Jones no sean casos aislados y que más de uno, incluso en su afán de ganar popularidad pueda imitarlo y llevar finalmente a cabo semejante aberración.
    Como no podía ser de otra manera, la Iglesia Católica se sumó a la condena. El Vaticano, en un comunicado oficial el pasado 8 de septiembre advirtió que quemar el Corán es un "ultraje a un libro sagrado" y condenó toda forma de violencia, especialmente la realizada "en nombre de la religión".
    La responsable de la diplomacia norteamericana, por su parte, se dio prisa en condenar la iniciativa del religioso y quiso mandar un mensaje de tranquilidad al mundo árabe adelantándose a decir que se trataba de una propuesta ajena a los “valores americanos”. Como ya han advertido numerosos analistas, las tropas norteamericanas y de otros países instaladas en Irak y en Afganistán quedarían en el punto de mira de los grupos terroristas árabes. La Interpol emitió una "alerta global" ante la posibilidad de una respuesta violenta en el mundo islámico si finalmente se queman los ejemplares de Corán. El propio presidente Obama declaró que esta iniciativa impulsaría el ingreso de nuevos miembros en Al Qaeda.
    Se teme que el frenesí antimusulmán del reverendo Jones incremente, por un lado, un auténtico odio islámico contra Occidente de incalculables dimensiones y consecuencias y, por otro, despierte el odio, el resentimiento y el anhelo de venganza en algunos grupos norteamericanos. A ello hacía alusión el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon al señalar que acciones de este tipo "solo pueden conducir a incrementar la discordia y la polarización entre las comunidades".
    Y así fue. Numerosos estudiantes de escuelas coránicas se concentraron a las puertas de una mezquita de Kabul al grito de "muerte a América".
    El discurso xenófobo de Terry Jones, el líder de Dove Center, es en sí un acto terrorista que tiene muy poco de espiritual. Quemar un Corán en Florida puede matar soldados estadounidenses en Kandahar o turistas occidentales en cualquier parte del mundo.
    Inmediatamente se conoció la noticia, el Vaticano, por boca del Consejo Pontificio para el diálogo Inter-religioso afirmó que quemar copias del Corán es un "ultraje a un libro considerado sagrado" por una comunidad religiosa. "A aquel despreciable acto de violencia, dice en un comunicado, no se puede poner remedio contraponiendo un gesto de grave ultraje al libro considerado sagrado por una comunidad religiosa".
    Para este Consejo Pontificio, "cada religión, con sus respectivos libros sagrados, lugares de culto y símbolos, tiene derecho al respeto y a la protección: se trata del respeto debido a la dignidad de las personas y a su libertad de elección en materia religiosa".
    La postura del Iglesia es inequívoca. Citando a Juan Pablo II, en un discurso en 1999 en Pakistán, esta institución vaticana recuerda que "el recurso a la violencia en nombre de una creencia religiosa es una perversión de las enseñanzas mismas de las mayores religiones".
    Terry Jones no cumplirá su amenaza, creo yo. Pero eso no importa. Lo que importa es saber cuántos Terry Jones más hay en el mundo capaces de desestabilizar la precaria paz que actualmente existe entre el mundo musulmán y occidente.
    Iglesia en el corazón del mundo / Miguel Angel Ciaurriz

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