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    sábado, 26 de noviembre de 2016

    Semblanza de Ana Eva Pantaleón

    En Memoria | Farida Sánchez J. (ISNSA)  




    Semblanza de Ana Eva Pantaleón González
      


    Ana Eva nació el 14 de mayo de 1939 en la sección Jayabo, Provincia Salcedo. Fueron sus padres Ramón Antonio Pantaleón Camilo (Don Mamón) y Francisca González González (Dña. Fica), siendo la séptima de una familia de nueve hermanos: Ramón Baltazar (Mamoncito), Luis, Rafael, Valentina (Ina), Josefina, Francisca Altagracia (Chea), Ramón Antonio y Francisco José (Lolé).

    La familia se trasladó a la comunidad de Ojo de Agua, donde echó raíces y se desarrolló en diferentes actividades ligadas al ambiente religioso, de trabajo y de comunidad.

    Realizó sus estudios primarios en Ojo de Agua y Tenares. Los secundarios en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Salcedo. Empezó sus estudios superiores en el área de Contabilidad en la Universidad de Santo Domingo, no  pudiendo concluirlos por la persecución, el terror y la inseguridad que imponía la dictadura en ese momento.

    Siendo muy joven se enroló como una ferviente catequista en la catequesis de su parroquia San Juan Evangelista llegando a ser miembro del  Consejo de Catequesis Parroquial y de la Diócesis de La Vega. Durante este tiempo era solicitada para impartir retiros, charlas, cursos de relaciones humanas y campamentos juveniles a diferentes organizaciones, cooperativas, grupos de jóvenes, catequistas, Presidentes de Asamblea y clubes que abundaban en ese momento de efervescencia política y de compromiso social.

    Entre las cualidades a resaltar en su persona está el poder de la expresión verbal, con un lenguaje actual, directo, convincente y de una fuerza capaz de mover los corazones y disponer al cambio y al seguimiento de Jesús. ¡Cuántas personas se nos acercan para recordar una palabra, una idea, una frase de Eva que les marcó su vida para siempre!

    Igualmente apoyó las iniciativas culturales, musicales, litúrgicas que iban surgiendo y se desarrollaban en su parroquia y comunidad (coro, rondalla, misa campesina) al lado de los Padres Agustinos Recoletos con una presencia discreta y constante.

    Conoció a las Altagracianas a través de los cursos o etapas de Catequesis a los que asistía en San José de las Matas. Tati Vicente sabe de esas confesiones vocacionales, de su búsqueda y entusiasmo. Descubrir el Instituto Secular de las Altagracianas y su vocación fue algo extraordinario para ella, una oportunidad hasta entonces desconocida de la consagración secular, de poder quedarse en su ambientae familiar de trabajo y apostolado con una consagración plena a Dios por los votos de pobreza, castidad y obediencia.

    En una ocasión comentó con un corazón agradecido que Dios había hecho el Instituto para ella porque pudo integrar su vida familiar y apostólica con estudios teológicos, litúrgicos y humanísticos, recibir una formación excelente sin dejar su casa y sus compromisos. En ese tiempo conoció al Padre Juan Montalvo, SJ (+) quien fue su maestro y director espiritual. Dios le tenía la sorpresa de vivir la consagración en las condiciones ordinarias de la vida.

    Ingresa al Instituto de las Altagracianas el 24 de septiembre de 1973 y hace su Primera Incorporación y votos el 6 de junio de 1975, día del Sagrado Corazón de Jesús.

    ¿Qué caracterizó a Eva en estos años? Desarrollar los dones que Dios le regaló: bondad, amor, misericordia, trato igual con todos, entrar por el camino de la humildad como nos enseñó el Padre Uranga, SJ, Fundador, hacerse “cero” como Jesús anonadado (Filp. 2, 5ss), aceptar la cruz del sufrimiento y de la incomprensión en el Más de la espiritualidad ignaciana.

    El acercarse y hablar con Eva no nos dejaba igual ni indiferentes en cualquier ocasión que fuera; su palabra, su silencio, su acción tenían fuerza que tocaba y removía esa semilla oculta que Dios ha depositado en cada corazón, ese contacto que es una invitación al banquete, porque todos estamos invitados a la boda, que nadie se quede, con atención a todos sin exclusión. Mantiene vivo el deseo de Dios, el servicio y encuentro con los necesitados, recupera la alegría y la frescura del Evangelio.

    El Instituto le encomendó por varios años la tarea de la promoción vocacional, labor que realizó con entusiasmo y a través de la cual Dios atrajo vocaciones escogidas para el Instituto, para la Iglesia y la sociedad.

    Eva era admiradora y sembradora en el campo y en las personas. Sembró siempre. Creyó en Jesús, sintió su voz, su llamado, creyó en sus promesas, en la primacía de Dios, Dios ante todo y fue penetrando Su misterio como entran los santos… por eso su mirada contemplativa y alegre. Creyó en la gente, en los niños, en los jovenes, en los adultos y en los ancianos, en su riqueza interior y hacía emerger su verdad porque la fuerza humanizadora del Evangelio se hacía presente en ellos.

    El domingo 18 de octubre fuimos a visitarla a la clínica, ya estaba muy mal. Despertó, abrió los ojos y empezó a hablar con la fuerza de siempre, salpicando a veces con su humor característico. Y hubo un momento en que, como en una arenga, invitó a la reconciliación con Dios, con los hermanos, al perdón, al amor, diciendo: “acérquense, dénse besos y abrazos, dénse mucho amor que es la única fuerza que hará cambiar el mundo, recen el Rosario, recen por el país…” Dijo además: “lo he dicho muchas veces, pero lo digo una vez más, tal vez ésta sea la última. Dios me dio la hermosa oportunidad de ser madre y educadora sin pensarlo, El me abrió un espacio de aprendizaje para descubrir esta vocación que me preparó para servir a los niños del Hogar (se refería a sus sobrinos Rolando, Iván, Juan Carlos y Luis Angel que quedaron huérfanos y a quieres crió).

    Su familia se destacó por un ambiente de cultivo espiritual, de trabajo, oración, estudio, actividades variadas de costura, pintura, música, todo ese talento se unía con la fe y el deseo de servir de Dña. Fica, Josefina y Eva. Surge así el Hogar Virgen de Lourdes en su casa de Ojo de Agua el 15 de agosto de 1984. Esta es una iniciativa que acogió a adolescentes con dificultades para continuar sus estudios por la situación económica, falta de escuelas, lejanía y limitaciones para el aprendizaje. La siembra dio sus frutos que hoy se nota en tantos hombres y mujeres de bien que viven los valores del Evangelio ubicados en hogares estables, en trabajos, profesiones y  oficios y algunos llamados a la vida consagrada.

    Hoy el Hogar que lleva el nombre de “Centro de Formación Integral Virgen de Lourdes” está ubicado en Conuco, Salcedo con 14 niños y niñas que reciben educación, alimentación, protección y alegría asistidos por un personal dedicado a ellos desde sus diferentes habilidades, dando lo mejor de sí con mucho amor y espíritu de servicio. Es como el granito de mostaza, presencia pequeña, humilde y efectiva.  

    Quedan pendientes otros proyectos que Eva soñó realizar: el Parque Ecológico, las mejoras a esta Casa de Oración y la unidad en el trabajo familiar a través de una Cooperativa.

    Ahondando un poco más, ¿con qué puedo comparar a Eva? Con un árbol y evoco el Salmo:
    “Es como árbol plantado junto al río
    que da su fruto a tiempo
    y tiene su follaje siempre verde,
    Pues todo lo que él hace le resulta”.
    (Salmo1, 3)
    Feliz, dichosa y bienaventurada eres hermana.
    Anoche, mientras pensaba y organizaba mis ideas para estas palabras, se me ocurrió preguntarle a Alicia Guerra (primera Altagraciana, que cumplirá 94 años en octubre próximo): ¿qué quisieras decir de Eva? Y me dijo:
    “Te fuiste primero y te fuiste bien.
    Limpia. Haciendo lo que El te dijo.
    Habla con Jesús para que nosotras, las que estamos aquí
    seamos santas como lo quería el Padre Uranga
    e imitadoras de la Madre María y seamos más y mejores Altagracianas en Plus Ultra.
    Para mi, tú Eva, eras modelo de mujer cristiana, mujer del Evangelio, que amó como Jesús amó y, ¿cómo amó Jesús?
    Escuchando, comprendiendo, tolerando, sirviendo, perdonando.
    El contacto contigo me hizo crecer como mujer,
    contigo aprendí mucho, sentí que me hice más mujer, más cristiana.
    Tu contacto amable con todas las personas era estímulo para mí,
    eras natural, sin arrogancias, de vida sencilla en pobreza,
    con un porte digno y alegre sin ser aburrida.
    Eva sin hablar, hablaba.

    Hoy es día de tristeza por la partida de una hermana, una amiga tan entrañable que llenaba con su bondad y misericordia estos ambientes y a tantas personas. Es también día de alegría, de cantar ¡aleluya! porque realizó su camino, fue fiel en lo poco y en lo grande.
    “Ven, recibe la corona... porque hiciste realidad nuestra vocación a la santidad en la secularidad consagrada.   

    Nos invitas a confiar y a completar la carrera con tu mismo modo, humilde, bondadoso, misericordioso y alegre.

    Ojo de Agua, Salcedo
    Martes 20 de septiembre de 2016

    1 comentario:

    1. Mujer valiosa, aprendí tantas cosas de ti, tantos valores,nos preparaste para la vida, estoy muy agradecida de haberte conocido y de haber sido parte del Hogar. Siempre te recordaré.

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