¡Joven, lánzate!
“Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron” (Mt 4, 21-22). Muchos que siguieron a Jesús tuvieron que tomar una decisión. Ahora el momento es tuyo, es momento de decidir. Una vez decidido, ¡lánzate! no te dejes vencer por el miedo; lánzate con miedo. ¿Por qué con miedo? Porque el ser humano siempre tiene dudas, siente inseguridades, siente miedo. Lo que no puede dejar es que ese miedo te condicione y limite las decisiones en tu vida.
Tu decisión se debe concretizar en la acción. Debes poner todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. No cedas a los miedos, dudas, excusas para no seguirle: “Te seguiré, Señor. Pero déjame primero….” (Lc 9, 59-61). Las excusas con mecanismos de defensas que se utilizan de manera inconsciente por causa del miedo, porque el inconsciente nuestro no quiere arriesgarse, no quiere salir del nido familiar que nos da calor, protección, pero nos mantiene dependiente de nuestros padres y familiares.
Con la decisión de seguir a Jesús has comprometido todos los momentos posteriores; ahora se trata de buscar cómo ser fiel en ese seguimiento. Pues no se trata de un seguimiento de momentos, de tiempos determinados, sino de un seguimiento total, donde toda la vida que tienes por delante debe estar orientada hacia la realización plena de tu decisión.
Y la única manera de realizar esa decisión que es el proyecto de Dios con tu vida, es la fidelidad de cada día. Tienes que vivir todo momento en coherencia con lo que has decidido; cada paso debe ir dirigido hacia la meta. Debes de tener la fuerza, la voluntad de disponer todas tus energías para realizar lo que has decidido; es como el músico que se enamora de su instrumento musical, y dedica todo el tiempo para cada día perfeccionar el manejo de este, pues así también es la fidelidad de la decisión tomada de seguir a Jesús: cada día se va realizando en tu forma de ser, de compartir, trabajar, estudiar, colaborar en la Iglesia y comunidad, etc.
Y, ¿cuando venga la dificultad? Pues es el momento en que hay que perseverar con más fe. El camino emprendido es difícil. Hay que estar dispuesto a enfrentar cualquier dificultad. Jesús no te ofrece otra cosa: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lc 9,23).
¡Claro que el sendero es arduo y pesado!; pero tienes en ti la fuerza del Espíritu Santo y Nuestra Señora del Sagrado Corazón te acompaña e impulsa a recorrer el camino que Jesús ha trazado. Que te inspire y motive el ejemplo de los discípulos, que “dejándolo todo lo siguieron”. (Lc 5, 11). Adh 808
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