El Valor del mes: Colaboración
"Cada cual ponga al servicio de los demás los dones recibidos" (1 Pedro 4,10)
Los miembros de las comunidades cristianas, siguiendo a Jesús, se realizan colaborando unos con otros en la vida cotidiana. No hay que ser doctores ni genios para poder colaborar en la tarea comunitaria, basta con que cada participante de la Iglesia ponga al servicio de sus hermanos y hermanas, los dones recibidos de Dios. Como cristianos somos invitados a pensar en lo que conviene a la comunidad, no en nuestros propios intereses, no en nuestro prestigio o nuestro poder. Por eso, el liderazgo cristiano se vive en colaboración mutua, buscando el dinamismo y animando la comunidad en el seguimiento de Jesús.
Los miembros de las comunidades cristianas, siguiendo a Jesús, se realizan colaborando unos con otros en la vida cotidiana. No hay que ser doctores ni genios para poder colaborar en la tarea comunitaria, basta con que cada participante de la Iglesia ponga al servicio de sus hermanos y hermanas, los dones recibidos de Dios. Como cristianos somos invitados a pensar en lo que conviene a la comunidad, no en nuestros propios intereses, no en nuestro prestigio o nuestro poder. Por eso, el liderazgo cristiano se vive en colaboración mutua, buscando el dinamismo y animando la comunidad en el seguimiento de Jesús.
Impulsando la colaboración y viviéndola nos estaremos cuidando de caer en la corrupción que tanto nos perjudica hoy. No buscando sobresalir sino avanzar juntos. Así la comunidad toma protagonismo en su afán por el crecimiento del Reino de Dios y su justicia. Los que formamos las comunidades cristianas hemos de colaborar a que las gentes saboreen la vida sin caer en la corrupción.
La organización eclesial y comunitaria nos ayuda a comprender la fuerza de la colaboración en las comunidades. Desde el Papa, pasando por los obispos, los sacerdotes, diáconos, animadores de comunidades, de pastorales y movimientos eclesiales, catequistas... todos colaboran para el mismo objetivo y la misma meta. No se trata de hacer carrera individual sino de aportar lo que somos y tenemos para que nuestras comunidades vivan con entusiasmo y alegría. La colaboración de cada cristiano aporta la luz que necesitamos para orientarnos, ahondar en el sentido último de la existencia y caminar con esperanza.
La invitación a colaborar, como valor del mes de mayo, nos está recordando que la vida cristiana, la fe en Jesús se vive vinculándonos y poniendo nuestra vida al servicio del Reino de Dios, sirviendo a nuestros hermanos y hermanas. Miremos nuestras comunidades y pensemos en cuáles áreas necesitamos más colaboración. ¿Dónde hace falta una mano para dinamizar la fe y sus expresiones, qué podemos hacer para hacerla crecer y madurar? Podemos ser Sacerdotes, Religiosos y religiosas, Diáconos, animadores y animadoras de comunidades, catequistas, ministros extraordinarios de la comunión, miembros de los consejos comunitarios, animadores de ministerios especiales y movimientos eclesiales… Hay una cantidad ilimitada de servicios comunitarios en los que podemos colaborar para que nuestra Iglesia viva su misión evangelizadora y sea buena noticia para la humanidad. ADH 812
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