Día Mundial del Agua
MANOS
UNIDAS DENUNCIA QUE 2.100 MILLONES DE PERSONAS CARECEN DE ACCESO A AGUA POTABLE
(Manos Unidas/Cáritas). En el Día
Mundial del Agua, Manos Unidas denuncia que 2.100 millones de personas carecen
de acceso a agua potable y reivindica la importancia de este recurso básico
para la cohesión de las comunidades y su desarrollo sostenible e inclusivo.
Según informes de la ONU, más de
663 millones de personas deben desplazarse lejos de su casa para obtener agua
potable y 1.800 millones de personas usan agua contaminada, lo que las sitúa en
riesgo de contraer enfermedades como el cólera, la disentería, el tifus o la
polio. Estos mismos informes estiman que el agua no potable, la falta de
higiene y las precarias infraestructuras sanitarias (2.400 millones de personas
carecen de servicios básicos de saneamiento) provocan alrededor de 842.000
muertes al año.
Distintos organismos de la ONU
advierten que el cambio climático comienza a tener graves impactos en la
calidad y cantidad del agua disponible, así como en el aumento de la frecuencia
e intensidad de las sequías e inundaciones. Esto ha provocado que las ayudas
internacionales a las poblaciones más afectadas no hayan dejado de aumentar
desde 2005, algo que también se aprecia en el trabajo de Manos Unidas, según
explica Goril Meisingset, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en el Este
de África: «Aunque siempre ha sido un componente de muchos de nuestros
proyectos, sí es cierto que están aumentando las iniciativas dirigidas
específicamente a mejorar el acceso al agua. En los últimos cinco años hemos
aprobado 134 proyectos especializados para apoyar a más de 600.000 personas,
principalmente en el continente africano».
Para Meisingset, «las comunidades
más afectadas por la sequía y la escasez de agua son las compuestas por
pequeños agricultores y ganaderos que se enfrentan a la desaparición de
cultivos y pastos, la muerte de los animales y la creciente presencia de
enfermedades derivadas de la desnutrición y el consumo de agua contaminada.
Este es el caso de Somalia, Kenia y Etiopía, países que en los periodos más
fuertes de sequía requieren de ayuda internacional para poder garantizar la
alimentación».
Las mujeres, el grupo de
población que más acusa la escasez de agua
«En los países en los que
colaboramos», continua Meisingset, «las mujeres y las niñas suelen ser las
responsables de conseguir el agua que se usa en las familias, lo que implica
largas y complejas tareas que limitan enormemente su participación en otros ámbitos
de la vida social, desde la educación hasta la participación en la toma de
decisiones en la comunidad». Goril Meisingset pone como ejemplo un proyecto
cofinanciado por Manos Unidas y la Cooperación Española en la región desértica
de Afar, en el norte de Etiopía, donde «las mujeres debían caminar en torno a 6
horas diarias para obtener agua, un tiempo mucho mayor que el empleado en
cualquier otra actividad».
La necesidad de desplazarse a
fuentes lejanas o las carencias en infraestructuras de saneamiento e higiene,
configuran un escenario en el que «mujeres y niñas pueden enfrentarse a
situaciones de acoso o abuso por parte de hombres», afirma Meisingset, «a lo
que hay que sumar la propia dureza de los trayectos, de larga duración y por
terrenos complicados, lo que impulsa a las mujeres a desplazarse en grandes
grupos de madres, niños y embarazadas».
El principal objetivo de este
proyecto llevado a cabo en Afar era «fortalecer la capacidad de respuesta de
cinco aldeas frente a los efectos de la sequía y el cambio climático», explica
Meisingset. La iniciativa ha apoyado a más de 9.000 familias que se dedican al
pastoreo de cabras y a los pocos cultivos que permite la exigua disponibilidad
de agua y, tras dos años de colaboración con la población local y Chain of Love
-socio local de Manos Unidas en Etiopía-, Goril Meisingset subraya algunos
resultados visibles: «Existen 8 nuevos pozos cerca de las casas, se han formado
los respectivos comités de gestión del agua en los que la mitad de sus miembros
son mujeres y se ha construido un muro de contención que protege las tierras
cultivadas de la erosión del río. Además, la población se ha formado en hábitos
de salud e higiene, en técnicas de desinfección de agua y producción
agropecuaria y se ha puesto en marcha un sistema de reciclaje que separa el
acceso al agua para uso humano y animal, evitando las enfermedades derivadas
del consumo de agua contaminada».
La reducción del tiempo empleado
por las mujeres en buscar agua ha sido, también, uno de los resultados que destaca
Antonio López, misionero de los Hermanos de La Salle -socio local de Manos
Unidas en la isla de la Tortuga, una de las regiones más deprimidas y
abandonadas de Haití-. Tras 10 años en el país caribeño, López atesora una
enorme cantidad de historias, como la de Endina, una chica de 15 años a quien
le cambió la vida cuando un proyecto apoyado por Manos Unidas trajo el agua al
pueblo. «La conocí cuando sus padres la dejaron con su abuela, que es ciega, y
Endina tenía que hacer diariamente varios viajes para suplir las necesidades de
agua de la casa. Ahora todo ese trajín se ha terminado y tiene más tiempo para
estudiar y dedicar a su abuela. Está consiguiendo aquello que más deseaba:
continuar sus estudios».
El acceso al agua como llave para
el desarrollo y el fortalecimiento de las comunidades
«Los proyectos de agua son
especialmente potentes para generar desarrollo», afirma Meisingset, ya que el
agua posibilita «mejorar el riego y, por tanto, la alimentación, mejorar la
higiene y la salud, fabricar ladrillos para las viviendas e incluso facilitar
el acceso a la educación, como hemos visto en las comunidades seminómadas de
Afar, porque el acceso al agua alienta a las familias a permanecer más tiempo
en el territorio y esto les permite escolarizar a los hijos».
Para Lucas Bolado, responsable de
proyectos de Manos Unidas en Haití, «el agua es algo tan básico y vital que
todas las capas de la población se implican y esto fortalece la cohesión de la
propia comunidad». Los usuarios de las instalaciones de agua contribuyen
económicamente a un fondo colectivo gestionado por comités comunitarios que
garantizan el mantenimiento del sistema y, en algunos casos, logran extender la
distribución de agua a otras zonas. Tal y como explica Antonio López, esto
ocurrió en el proyecto de la isla de la Tortuga, donde «la gente estaba muy
empoderada al haber logrado distribuir agua a más de 5.000 personas, a pesar
del fuerte desnivel y de lo agreste del terreno» y decidieron llevar el agua a
un pueblo que no estaba contemplado en el proyecto. «Un pueblo», puntualiza
López, «que existe precisamente por el cambio climático, compuesto por personas
que antes vivían a la orilla del mar y que han tenido que hacer la casa monte
arriba al ver cómo el mar no dejaba de crecer y penetrar en la costa».
«Los habitantes de la isla de la
Tortuga», añade Lucas Bolado, «tienen ahora más fuerza y han seguido adelante
con nuevas iniciativas de desarrollo y formación, algo importantísimo y
esperanzador en un país tan maltratado por los tifones y las sequías. Para
Bolado, «este empoderamiento que podemos ver en el caso de Haití o Etiopía es,
sin duda, el motor más valioso para que las comunidades mejoren sus condiciones
de vida y es algo que, afortunadamente, estamos viendo en nuestro trabajo en
casi 60 países de África, América y Asia».
Por su parte, Cáritas defiende el
acceso universal al agua como un derecho humano fundamental. A pesar de ello,
la escasez del líquido elemento en todo el mundo está causando graves problemas
y sufrimiento a numerosas comunidades que probablemente empeorarán en el
futuro.
La red internacional de Cáritas
participa en el Foro Mundial del Agua que se celebra en Brasil desde el pasado
18 de marzo y que concluye mañana, donde se debaten soluciones a nivel global
para garantizar la seguridad hídrica, el intercambio equitativo y el uso
responsable de los recursos hídricos y medidas para prevenir la sequía y otros
desastres.
Se estima que alrededor de un
tercio de la población mundial está bajo estrés hídrico y para el año 2025 se
espera que dos tercios padezcan una creciente escasez de agua a medida que
aumente su demanda.
El cambio climático provocado por
el hombre, el manejo ineficaz de los recursos, las prácticas agrícolas
insostenibles y la contaminación provocada por la minería contribuyen a la
escasez de agua.
Gracias a su trabajo humanitario
en todo el mundo, Caritas es testigo de los efectos perjudiciales de la escasez
de agua en las familias y las comunidades, especialmente los pobres. Además,
las catástrofes naturales en determinados países han provocado una enorme
demanda de ayuda humanitaria, a las que la red Cáritas intenta dar respuesta
inmediata. Destacan, en concreto, las crisis registradas en distintas regiones
del planeta:
- Las fuertes lluvias en Perú y
Colombia, que han causado derrumbes y flujos de lodo, que han provocado cientos
de muertos.
- En el este de África, millones
de personas han muerto a causa de la hambruna provocada por una sequía que ha
diezmado el ganado y destruido las cosechas.
- En el sur de Asia, las fuertes
lluvias monzónicas han causado inundaciones devastadoras que han afectado a 45
millones de personas.
- En Etiopía, más de 10 millones
de personas dependían del suministro de alimentos y agua en 2016. Cuando en
2017 llegaron las lluvias, fueron tan intensas que 300.000 personas se vieron
obligadas a huir.
Además de las catástrofes
humanas, Caritas es testigo de cómo la escasez de agua puede agravar
situaciones críticas causadas por tensiones sociales, políticas, étnicas y
religiosas. En el Medio Oriente, por ejemplo, el pueblo palestino se enfrenta a
graves carencias en los suministros de agua y deficiencias de infraestructuras.
La falta de inversiones en
programas de desarrollo rural en Asia significa que 2,3 millones de personas en
Nepal no tengan agua potable y que 700 niños menores de cinco años mueran cada
año debido a la insalubridad del agua potable y a un saneamiento deficiente.
Además, los sistemas de riego no están lo suficientemente desarrollados y las
comunidades no están preparadas para ahorrar agua durante las estaciones
húmedas y tener reservas para uso doméstico y agrícola durante las estaciones
secas.
Aprovechando su presencia en el
Foro Mundial del Agua, Cáritas Internationalis insta a los participantes en
esta cita a garantizar que:
- Cada Estado asuma su
responsabilidad de garantizar el acceso a agua de calidad para todos,
especialmente los más desfavorecidos.
- El agua sea vista como un
recurso colectivo que requiere un buen gobierno. Es esencial para todas las
partes interesadas (Gobiernos nacionales y locales, organizaciones civiles y
empresas privadas) trabajar juntos para fortalecer la transparencia, la
cooperación y el intercambio justo de los recursos hídricos.
- Se adopten medidas para el uso
racional y responsable del agua, tanto a nivel individual como a nivel estatal,
basadas en la solidaridad con las poblaciones y los países más desfavorecidos.
De manera específica, además, Cáritas señala que:
- La seguridad del agua es
fundamental para la resiliencia y la mitigación climáticas. Es necesario
trabajar en un modelo integrado de agricultura y agua para aumentar la
resiliencia y aliviar al máximo el impacto del cambio climático. Es necesario
incorporar estas medidas a nivel comunitario para cambiar el comportamiento de
la comunidad.
- La reducción del riesgo de
desastres y la prevención serán cada vez más importantes en la ayuda
humanitaria a nivel mundial como estrategias clave para la adaptación a las
consecuencias del cambio climático.
- Es necesario invertir en la gestión
del agua para que las comunidades rurales tengan acceso al agua potable. Los
Gobiernos y otras partes interesadas deben trabajar para garantizar la
responsabilidad y la sostenibilidad en la gestión del agua, para ayudar a las
comunidades rurales a desarrollar su capacidad.
- La participación de los
agricultores en la conservación del suelo y el agua es vital. La gestión
sostenible del agua es esencial para una agricultura igualmente sostenible.
Debe aumentarse la conciencia de las comunidades sobre las buenas prácticas de
riego para evitar las pérdidas de agua y aumentar la productividad de la tierra
y el trabajo.
- Se debe buscar la colaboración
entre las diferentes partes interesadas para mejorar la preparación para la
sequía y adoptar una estrategia de alerta temprana para permitir que las
comunidades ahorren agua durante las estaciones húmedas para poder usarla
durante las estaciones secas.
El agua tiene nombre de mujer
"El agua es femenina. Este
dicho, muy repetido en la zona del Fouta Toro, entre Mauritania y Senegal, pone
de manifiesto la importancia del rol de la mujer en la gestión de este recurso
natural", explica la cooperante de Cáritas Española en Mauritania, Soledad
Gutiérrez, para quien el binomio "mujer y agua" son "equivalentes
a motor de desarrollo de las comunidades". "Cada vez se acepta más el
rol que las mujeres desempeñan en la gestión del agua, lo que podría dar pie a
un cambio en las relaciones de poder", añade.
Para esta experta de Cáritas en
el Sahel, "las mujeres son la clave del éxito de los programas y políticas
para el desarrollo de los recursos como el agua. Esta relación comienza a ser
cada vez más evidente en Mauritania, donde se han creado comités mixtos de
gestión de los recursos naturales y construido pozos para riego de los huertos
gestionados por mujeres".
En ese país africano, donde
Cáritas Española cuenta con una larga trayectoria de acompañamiento en
desarrollo a la Cáritas local, Soledad destaca cómo las cooperativas femeninas
han conseguido desarrollar una actividad generadora de ingresos y producir
alimentos para el consumo de las familias. "En un país en el que el
control y la herencia de los recursos naturales benefician exclusivamente a los
hombres, la creación de comités de gestión compuestos en un 50% por mujeres
está permitiendo que puedan opinar, decidir sobre el uso del agua y formarse en
el buen aprovechamiento y el mantenimiento de las infraestructuras",
asegura.
Finalmente,entre las resoluciones
aprobadas por la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, en su
Asamblea General, celebrada en Fátima (2014), está la que se refiere al uso
sustentable del agua.
En el Día Mundial del Agua, ante
los micrófonos de Vatican News, Araceli Cavero Pérez, entrevistada por María
Lía Zervino, habla precisamente de un pozo de agua potable realizado en
Senegal, gracias a un proyecto de Manos Unidas y al impulso de la UMOFC.
Araceli Cavero ha sido presidenta
de Manos Unidas, y en la actualidad es vicepresidenta regional para Europa de
la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas.
También se destaca el importante
impulso del Papa Francisco al papel de la mujer en la Iglesia y en el mundo.
Jesús Bastante | Religión Digital
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