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    miércoles, 27 de noviembre de 2019

    ¡Que la escuela vaya bien! I

    Educando | Pedro María Orbezua, fsc. 


    “¡Que la escuela vaya bien!” SBDLS

                Así le escribía Juan Bautista de la Salle a uno de sus Maestros para que lo tuviera muy en cuenta: ¡Que la Escuela vaya bien!

    De eso se trata también, aquí y ahora, en nuestro país. ¡Que las Escuelas vayan bien! Hoy por hoy existen deficiencias que protestan al cielo. Y lo digo avalado por la experiencia. Reconozco que se ha hecho un esfuerzo, no hay duda. Sin embargo, no estamos dando en el clavo, no al menos de forma contundente. ¿Mucha espuma y poco chocolate? ¿Andamos por las ramas?

    ¿Cuál es la clave de “que la escuela vaya bien”? La clave es la Maestra, el Maestro. Pero que sea una ¡Maestra-Maestra!  y un ¡Maestro-Maestro!

    Encontramos en las Escuelas tres niveles de Maestros y Maestras.  (El título de Maestro no se debería aplicar indistintamente, porque “ni son todos los que están, ni están todos los que son”).

                1.- El Trabajador de la enseñanza. Antes le decían “ganapán”. Por aquello de que su motivación era “ganarse el pan” de cada día. ¡Es un derecho! Primum vivere, deinde philosofari, o sea: “Primero vivir, después filosofar”. Pero, en realidad, lo mismo les hubiera dado ser “Maestro” que “chiripero”. ¿No suele decirse que la costumbre es más fuerte que el amor? Pues eso.

    2.- El Profesional de la enseñanza. Es el Profesor competente. Se ha preparado y preparado con todas las de la ley... Por cierto, ahora que los sueldos han mejorado sustancialmente, ha subido el número de jóvenes que se inclinan por ser “Maestros”. Magnífico, pero… ¡ay, cuidadito! El peligro: ¡conformarse con ser “instructores”! Ya es algo y me doy con un canto en los dientes si cumplieran en tal función. Sin embargo, me digo: No, no es suficiente, no y mil veces ¡no!

    3.- El Educador “vocacionado”. Es el “Maestro” servidor. Atento a las necesidades de los jóvenes que le están confiados. Hay en él un plus de generosidad y entrega, que va más allá de lo estrictamente laboral. Su compromiso y creatividad son excepcionales, en el sentido de que, lamentablemente, son “excepción” en nuestro corre-corre escolar.  

    Los tres niveles -laboral, profesional y vocacional– no se oponen, sino que se complementan.
                Pero para “que la escuela vaya bien”, se necesitan unos hombres, unas mujeres, que abarquen los tres niveles, es decir, que sean “trabajadores” (¡sudan la camiseta!), “profesionales” (¡cualificados y eficientes!)  y, sobre todo y más que nada, “educadores vocacionados” (“¡consagrados en cuerpo y alma al servicio educativo!”). Caso de que brillen por su ausencia, soy escéptico a la cacareada “revolución educativa”.


    Los tres albañiles

    Un día quise ver a mis tres amigos, unos que trabajaban en una obra de construcción, cerca de mi casa. Hacía mucho que no los veía. ¿Qué era de sus vidas? Casi a la entrada, en una postura de comodidad, me encuentro al primero:
                “¡Caramba! ¡Qué alegría verte!”, le dije mientras le daba un fuerte abrazo. “¿Cómo te van las cosas?”
    ¡Aquí, trabajando y sudando, ya me ves! ¡Esperando largarme cuanto antes!”

    Doy tan sólo unos pasos y allí, en un andamio, a escasos metros del suelo, encuentro a otro amigo.
    “¡Por fin te veo! ¡Tanto tiempo que ha pasado! ¿En qué tú estás?”
    “¡Hay que hacer algo! ¡Hay que ganarse el pan y mirar por los hijos. Es ley de vida!”
               
    Levanto la vista y, allá arriba, en una postura de difícil equilibrio, veo a mi otro amigo. Sintió una enorme alegría al verme y, con una gran sonrisa y una voz potente, me preguntó cómo me iba, cuándo nos veríamos más detenidamente. Y, para terminar, me dijo:
    “¡Aquí estoy, construyendo una Escuela bonita, bonita, ya verás qué Escuela!”

                De seguro conocían esta historia de “Los tres albañiles”. Es un espejo en que reconocernos. Presenta tres tipos de personas y actitudes.

    1.- Los siempre “quejosos”, “descontentos”, “resentidos”. 2.- Los “conformistas”, “resignados”, “cumplidores de la ley y sanseacabó”. 3.- Los “apasionados”, “entusiastas”, “incondicionales”. De los tres pelajes hay en nuestras escuelas.

    Para “que la escuela vaya bien” requerimos a los terceros: los apasionados, entusiastas e incondicionales: “¡Aquí estamos, construyendo una Escuela bonita, ya verán qué Escuela!”.
               
    Los demás que busquen otro trabajo. ADH 837


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