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    domingo, 24 de mayo de 2020

    Conversando sobre una Pandemia

    Consideraciones | P. Antonio Lluberes, sj

       


    Conversando sobre una Pandemia

     

    Del coronavirus comenzamos a oír hablar desde enero, pero lo veíamos tan lejos, allá lejos, en la China. Nunca pensamos que nos arroparía a todos, que nos afectaría de manera tan radical. Se dice que los fallecidos, los contados, según la Universidad John Hopkins pasan de 100.000 en todo el mundo. Y se discute si el virus llegó para quedarse con nosotros, aunque combatido, de una manera recesiva, pero rebrotando de tiempo en vez por aquí y por allá.

     

    El virus ha golpeado el mundo. Ha cerrado la economía con predicciones tristes para el mundo laboral.  Además de los fallecidos, la pandemia ha puesto en evidencia tantas cosas, desde el corazón del humano hasta las debilidades institucionales.

     

    Se demanda con insistencia “volver a la normalidad”, pero mucho se conversa para bien entender qué entendemos por normalidad y si esa normalidad fue tal cual la dejamos atrás en el 2019 o es una nueva normalidad.  Queremos decir que se reanimará la economía, volverán los aviones a volar, y los cruceros a navegar, los turistas llenarán nuestras playas, nos sentiremos seguros en nuestros abarrotados metros y en nuestros enlatados carros de concho.

     

    ¿Cómo volveremos, al distanciamiento social o a la solidaridad humana?

    No sé si antes habíamos tenido una tal experiencia que nos hubiese hecho caer en la cuenta que somos seres tan sociales. Vivimos en familia, en vecindarios, en pueblos. Tenemos compañeros de trabajo y amigos. A ellos damos saludos, la mano y hasta el abrazo. En la intimidad nos relacionamos. Pero también nos divertimos yendo juntos al deporte o bebernos un café o una copa en un restaurant.

     

    El virus, que vino sin anunciarse no se ira a golpe de decreto. Convivirá con nosotros como otras tantas enfermedades de origen bacteriano y viral, combatidas con vacunas y regímenes de vida saludable y ambientes sanos; pero reapareciendo de forma recesiva, y con apariciones periódicas y circunstanciales.

    De las pandemias más conocidas y la más letal, fue la Peste Negra de 1347 a 1353, que mató unos 25  millones de personas en Europa y otros 40 y 60 en África y Asia. Se dice que convivió con los humanos hasta el 1700 al punto que los españoles la trajeron a América afectando a las poblaciones indígenas y africanas. Los médicos de la época sabían poco. La gente moría y se contagiaban los miembros de una misma familia y los monjes de un mismo monasterio, pero no sabían ni por qué ni cómo. La gente se amontonaba en las iglesias a rezar, pero salían todos contagiados. Aprendieron una cosa, el aislamiento, la cuarentena. Los ricos y los que podían irse al campo huían alejándose de las fuentes de contagio que curiosamente no eran las otras gentes, sino las pulgas de las ratas, las transmisoras de la bacteria.

     

    Después de la Peste Negra, Europa concibió uno de sus periodos clásicos, de lujo, el Renacimiento. Desde la pintura y escultura hasta la navegación y la astronomía. Fue la apoteosis de lo humano, de la belleza humana, del desnudo masculino y femenino. Hasta los santos fueron representados desnudos. Floreció el negocio y la guerra, era el principio:  o negociamos o peleamos.

     

    Ahora, este virus, que trasmitimos los humanos no las pulgas, explota y destruye la mejor parte de la naturaleza humana, su dimensión social. No podemos estar cerca ni mostrar compasión de los que enferman. "Pero eso es muy difícil para nosotros, -afirma un hoy muy famoso pensador judío Noah Harari, ateo, por cierto- porque somos animales sociales. Creo que cuando termine la crisis, las personas sentirán aún más la necesidad de establecer vínculos sociales. No creo que cambie fundamentalmente la naturaleza humana".

     

    La pandemia recesará, los humanos vamos a sobrevivir, pero sería bueno que comenzáramos a pensar como organizaremos el mundo que queremos. ¿más solidario y amigable, menos vanidoso y ostentoso? ¿Es casi seguro que tendremos que mantener distancias físicas, pero que se acerquen las humanas? ADH 845

     

     

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