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    domingo, 3 de mayo de 2020

    La Plegaria eucarística (2ª Parte)

    Espiritualidad Litúrgica / Roberto Núñez, msc 


    La Plegaria eucarística (2ª Parte)

    «La Plegaria eucarística exige que todos la escuchen con silencio y reverencia» (OGMR 78).

    Entre el final de la Cuaresma y el inicio de la Pascua, llegamos al mes de abril. Les propongo continuar nuestra reflexión iniciada la entrega anterior en torno a la Plegaria eucarística, también llamada Anáfora, especialmente por nuestros hermanos de las iglesias orientales. Esta vez nos centraremos en la actitud con la que estamos llamados a vivir este momento cumbre y el vértice de toda la celebración.

    Dice el Misal que “la Plegaria eucarística exige que todos la escuchen con silencio y reverencia”. Esto se puede entender perfectamente, porque se trata de un momento cumbre de oración. Es acción de gracias y consagración. Por eso el sacerdote invita al pueblo a asociarse a él, al dirigirse, en nombre de toda la comunidad, por Jesucristo, en el Espíritu Santo,  a Dios Padre.

    Pero la realidad es que hoy día nos enfrentamos con la gran dificultad del silencio. ¡Cuánto nos cuesta el silencio! ¿Por qué silencio? Primero, porque para poder escuchar es necesario hacer silencio y segundo, porque con la Plegaria nos adentramos en el misterio. Y ante el misterio, la mejor postura es el silencio. Así lo experimentó Tomás a los ocho días de la resurrección de Jesús, cuando éste se le acerca y le muestra sus manos y su costado. “Señor mío y Dios mío”.  ¿Qué más se podría decir?

    Pienso que la experiencia de Tomás, nos puede resultar una permanente escuela. Entrar en un clima de oración, un silencio orante y reverente. Es disponer todos los sentidos para participar orando y como comunidad en el misterio. Pero el hecho de que sea silencio orante, no significa que se anule al fiel que toma parte, o que sea un espacio para ausentarse mentalmente.

    Dice Brovelli: «Para que sea adecuadamente intensa y participada, exige ser celebrada por una asamblea que ya ha acogido dentro de sí la palabra de la fe; alimentada por este anuncio que convoca a la salvación, la comunidad se abre a la acción de gracias dirigida al Padre de nuestro Señor Jesucristo, en el Espíritu, para después significar en el gesto del pan compartido y en la participación del cáliz la propia voluntad de comunión».[1]

    Participar en actitud orante y activamente a la vez, es fundamental para cada fiel en los diferentes momentos de la Plegaria, sobre todo en las respuestas: en el diálogo introductorio (Prefacio), en el santo, en la aclamación después del relato de la institución y, de una manera muy especial, en el amén conclusivo de la doxología.

    «Pero su participación no se limita a esos momentos, sino que se extiende a toda la Plegaria, uniéndose al ministro celebrante en la acción de gracias, el ofrecimiento de la Víctima y de sí mismo, etc.».[2] Pero también, «La comunidad va subrayando con sus aclamaciones los diversos momentos de la oración proclamada por el presidente: la alabanza al Padre con el “Sanctus”, la memoria pascual de Cristo con el “Anunciamos tu muerte” y el Amén después de la doxología conclusiva».[3]

    Otro elemento clave de la actitud de oración a que nos invita la Plegaria, es que concluye con una oración de intercesión y comunión con la Iglesia de los bienaventurados, de los difuntos y de las comunidades cristianas esparcidas por todo el mundo. Esto es un claro recuerdo de que no celebramos aisladamente nuestra fe, sino unidos al todo de la Iglesia del cielo y de la tierra y de todo tiempo: ayer, hoy y mañana.

    Y, finalmente, acentúo que el silencio orante es progresivo, en crecimiento hacia el momento cumbre al que nos prepara la Plegaria. Lo ideal es que no se interrumpa, ni siquiera con el gesto de la paz, el cual se recomienda, por esta misma lógica, que sea sobrio. Así entraremos plenamente en el misterio de comulgar con Cristo, recibiéndolo eucarísticamente. ADH 844




    [1] borvelli, f. Plegaria eucarística, en Nuevo Diccionario de Liturgia. San Pablo, Madrid 1987. p. 1637.
    [2] abad, j. a. Plegaria eucarística, en Diccionario del Agente de Pastoral Litúrgica. Monte Carmelo, Burgos 2003. p. 506.
    [3] aldazábal, j. Plegaria eucarística, en Vocabulario básico de Liturgia. CPL, Barcelona 2002. p. 312.

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