Solidaridad | P. Miguel Ángel Gullón, op
¡Un grito campesino se oyó, desde allá, en El Seibo!
Continúa el diálogo entre la Junta Directiva de la
Asociación Mamá Tingó con la Comisión designada por el presidente de la
República, Danilo Medina, para entregar los títulos de tierra a todas las
familias merecedoras de ellos después de haber sufrido tantas violaciones a su
dignidad por parte del fuerte poder económico y político de la zona. No está
siendo fácil la lucha pues son muchos los factores que frenan y oscurecen este
camino de cumplimiento de la voluntad de Dios el cual no es otro que poner a cultivar
la tierra para que mane leche y miel (Ex 3, 8). Como siempre, merece la pena
reclamar lo que es justo frente a la impune actuación de terratenientes que,
amparados por la debilidad de las instituciones gubernamentales y del orden,
creen son los únicos responsables de dictar el destino de los preferidos de
Jesús.
A destacar el vital apoyo de la población que está
saliendo de la pasividad e indiferencia, características de los estados donde
se quiebra el tejido social por la desaparición de las estructuras intermedias
de asociacionismo. Sin el apoyo de tantas instituciones organizadas, personas
de buena voluntad y de los medios de comunicación hubiera sido poco más que
imposible haber logrado que el gobierno, en esta etapa de su mandato, abriera
las puertas de un diálogo que, a pesar de sus fricciones, está logrando
cosechar los mejores frutos. Confiamos que en pocas semanas ya se podrán
celebrar las mejores noticias para los campesinos.
Mientras tanto la lucha continúa con otros frentes que
siguen abiertos como es el caso de la denuncia a la compañía Central Romana por
la destrucción de ochenta casas hace cuatro años donde de forma arbitraria y
sin compasión cientos de guarda campestres tumbaron las casas encima de
personas enfermas, encañonando a los niños y a las niñas para sacarles de un
camino público. Las familias siguen sufriendo todavía el trauma de
aquella terrible noche, las penurias del desarraigo, el hambre y el miedo. No se han
proporcionado reparaciones a las víctimas para reparar la destrucción de sus
hogares y el trauma, especialmente de los niños, causado por la violencia de
los desalojos. No se ha ofrecido alojamiento alternativo a las familias que
viven en la extrema pobreza. Los desalojos sólo han empeorado su precaria
situación. En los últimos cuatro años, las víctimas han intentado obtener
reparación dentro de la República Dominicana por los daños causados, pero se
les ha negado cualquier forma de justicia. El Ministerio Público se negó a
considerar los desalojos como una infracción penal. Las víctimas intentaron
entonces, sin éxito, contratar a varios abogados locales para que les ayudaran
a entablar una demanda civil contra el Central Romana, probablemente debido a
que la compañía ejerce tal influencia en la República Dominicana, incluso en el
gobierno y el sistema judicial, que los políticos y los tribunales locales no
estaban dispuestos a ayudar.
Pero se han iniciado procedimientos legales en
la Corte federal de Florida buscando justicia y compensación de Central Romana
Corporation Ltd. y su compañía matriz, Fanjul Corporation, por los desalojos ilegales y violentos de sus hogares en enero de
2016. La presentación del presente caso, donde tanto el Central Romana como su
matriz Fanjul Corporation tienen presencia comercial, se ha convertido en la
única alternativa para que las víctimas obtengan una reparación.
Como
dice el refrán: “hay brisas que tumban cocos”. No habrá tregua en esta lucha
por la dignidad de forma que todas las familias que están sufriendo el
desarraigo, el hambre y el miedo puedan un día celebrar con alegría que su
perseverancia mereció la pena y que más nadie volverá a sufrir tanto desprecio
e indiferencia. Algún día será izada la bandera de la fraternidad en una tierra
repartida y compartida sin empalizadas que las dividan. Como dice Dangelyn, de
Mata de Palma, “¡no nos dejemos vencer!”, seamos fuertes ante la silenciosa fuerza
del mercado que invisibiliza a la persona, convirtiéndola en una pieza más del
engranaje del capitalismo sin rostro humano que nos gobierna. ADH 843
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