Vocacionales
| P. Osiris Núñez, msc
La libertad, esencial en el llamado
CompartÃamos
en la edición pasada que Dios nos ha elegido para un proyecto suyo, pero este
proyecto de salvación muchas veces es alterado, pisoteado por la dureza de
corazón de los hombres (Mt 19,8), que buscan imponer su voluntad sobre la Dios.
En vez de ser un proyecto de salvación, es convertido por la obstinación del
ser humano, en un proyecto de explotación y condenación de unos contra otros.
Desde
el comienzo de la historia de la salvación, vemos como empiezan a darse
situaciones creadas por el hombre, que difieren del proyecto divino. En el
libro del Génesis podemos señalar algunos momentos puntuales, como por ejemplo
Gn 4; 6,5ss; 11,1-10; 19. Pero el hecho más relevante, lo encontramos en el
libro del Éxodo 1,8-22, donde el pueblo de Israel está cautivo en Egipto,
siendo esclavizado, explotado inhumanamente. A partir de este libro se nos
narra todo el proceso de liberación del pueblo de Israel, guiado por Dios a
través de Moisés, hacia la tierra prometida. Y asÃ, en las siguientes narraciones
de las Sagradas Escrituras, se nos presenta como la avaricia de poder del ser
humano, busca dominar, oprimir, cohibir de libertad al hombre, libertad en la
que ha sido creado.
El llamado que Dios hace hoy a cada persona, es un llamado de liberación, que busca que la persona alcance la libertad plena a la cual somos invitados
Por lo tanto, en el llamado que Dios hace a la persona, o a un pueblo, lo esencial en este, es la libertad, la cual permite una respuesta consciente y libre de condicionamientos para asumir con sinceridad la voluntad de Dios. Siempre que se cohÃbe la libertad, no existen condiciones idóneas para asumir el proyecto divino, porque se estará condicionado por las circunstancias ajenas que obligan a una cosa o la otra.
Ante
esta realidad, Dios llama a la liberación de la persona y de los pueblos. Y
para realizar dicha liberación, para alcanzar nuevamente la libertad perdida,
Dios se vale de personas que guÃan y orientan a sus hijos, a su pueblo. Moisés,
es llamado para guiar al pueblo de Israel por el camino de la libertad, un
camino tortuoso y largo, pero que al final, alcanza la tierra prometida por
Dios.
A
partir del don de la vida recibida de Dios, nuestro primer llamado es a la
libertad propia y de los demás. En nuestra sociedad occidental, las situaciones
de esclavitud sistemática de un pueblo contra otro pueblo, son escasas, han
sido superadas por las emancipaciones liberadoras y la justa determinación de
los pueblos. Sin embargo, aun arrastramos rastros de esclavitud en los sistemas
polÃticos, económicos y culturales que hemos heredado de los vestigios
coloniales e imperialistas de las naciones que una vez nos dominaron. Personas
y pueblos siguen sumidos en sistemas de esclavitud que no permiten elevar su nivel
de vida, que no les permite una vida digna. Sistemas cÃclicos que mantienen a
la sociedad en un status aparentemente estable, pero no deja avanzar, no
permite salir de ese cÃrculo vicioso.
El
llamado que Dios hace hoy a cada persona, es un llamado de liberación, que
busca que la persona alcance la libertad plena a la cual todo ser humano está invitado.
Debemos identificar cuales situaciones nos esclavizan como personas y como
sociedad, que cohÃben nuestra autenticidad, y que no nos permiten ser nosotros
mismos.
Todo
esto, orientado hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios para con la
humanidad, que solo se realiza cuando el ser humano goza de la libertad plena
que le permite definir su vida hacia donde se siente llamado por Dios. Por lo
tanto, el llamado por Dios debe adquirir un doble compromiso con la libertad:
la libertad para sà mismo, como persona; y la libertad para todos que es
alterada por los entramados sociales en los que vivimos. ADH 850.
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