Reflexiones | Iñigo García Blanco
En Diálogo
«El futuro no es un lugar al que nos dirigimos, sino
algo que creamos; los caminos hacia él no se encuentran, sino que se construyen,
y la construcción de esos caminos cambia tanto al constructor como al destino» (Margaret Silf).
De nuevo nos encontramos abriendo un año nuevo que ha
sido esperado, y como cada celebración anticipándonos a lo que puede ser, a lo
que deseamos sea, tal vez a la novedad no encontrada o a la necesaria
alternativa del camino que venimos realizando; sea lo que fuere, estrenamos y
(re)comenzamos un nuevo tiempo. Ese, sí que es un gran paso… tiempo para
(con)vivir.
Tenemos la oportunidad y el desafío de entablar
conversaciones que nos transformen, que no nos dejen indiferentes y que nos
acerquen en nuestras (des)igualadas realidades porque ¡todo está
interconectado, todo está (re)ligado!
Como cada año proyectamos deseos, propuestas,
proyectos, sueños, compromisos, decisiones, incertidumbres, aniversarios,
encuentros… por acontecer. ¿Qué será…? No adelantemos el camino, recorrámoslo
día a día, sin atajos y con la sorpresa que nos depara el amanecer o el
merecido ocaso del atardecer. ¡En diálogo, en camino!
Qué interesante tomar buena nota de qué hablamos
cuando coincidimos y nos dejamos encontrar, qué conocemos realmente los unos de
los otros, qué es lo que llevamos y dejamos en ‘la mesa del encuentro’, con
quiénes nos dejamos ver y con quiénes hacemos camino. Somos seres relacionales
y conversantes, nuestras relaciones nos definen y nuestros diálogos (silencios)
hablan de nosotros. ¡Tanto por (des)aprender y tanto por (des)velar!
Cíclicamente volvemos a las fuentes, recordamos
nuestros orígenes, bebemos en ellas, dialogamos en ellas.
Cíclicamente sentimos el impulso a (re)emprender el
camino, a (re)comenzar de nuevo, a ser (co)creadores del tiempo y de los
encuentros, de un futuro común.
Cíclicamente reconsideramos el camino y el testimonio
ofrecido -no por la autorreferencialidad sino por preguntarnos con honestidad
sobre el tino y desacierto del momento-.
Cíclicamente nos sentimos seguros y reconocidos,
aunque siempre hay aconteceres que piden prestar atención y una necesaria nueva
respuesta.
Cíclicamente renovamos los compromisos y reforzamos la
red de encuentros, gestos, sueños, intenciones y sinergias (cada vez más
universales, interculturales, … más INTER-).
Pero siempre con el deseo de ser alentados por el
Espíritu de Vida, proponiendo alternativas y denunciando los clamores de
nuestro tiempo, siendo expresión de fraternidad (ensayando la sororidad),
aprendiendo a ser artesanos de la humanidad … ¡en camino!
¿Qué será… este año? ¿Qué sentimientos se despiertan?
Dedicado a cuantos anhelamos una vida plena y en autenticidad -anota tus
sentimientos, detente en el que más te resuena ahora o escribe el que surge al
hacer silencio-.
Te deseo un año de plenitud, de sueños, de encuentros,
de desafíos, de sendas. ¡Es tiempo para vivir…!
«Algo nuevo está brotando ¿no lo notan?» (Is 43, 19)
Publicado en:Eclesalia Informativo.
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