Evangelización | Redacción Amigo del Hogar
La relación de confianza, fundamento del cuidado del
enfermo
La enfermedad siempre tiene un rostro, incluso más de uno: tiene el
rostro de cada enfermo y enferma; pero también tiene el rostro de quienes se
sienten ignorados, excluidos, víctimas de injusticias sociales que niegan sus
derechos fundamentales, como dice la Carta encíclica Fratelli tutti, del papa
Francisco.
Esos rostros de hombres y mujeres de hoy, los contemplamos especialmente
en la pandemia, pues ella ha sacado a la luz las insuficiencias de muchos
sistemas sanitarios y las carencias en la atención a esos rostros, de personas
más débiles y vulnerables, los ancianos que “no siempre tienen garantizado el
acceso a los tratamientos, y no siempre es de manera equitativa”, como afirma
el papa en el Mensaje para la Jornada Mundial de los Enfermos, a celebrarse en
febrero.
La pandemia desata crisis y también generosidad
Esta crisis sanitaria se puede leer desde dos perspectivas claves: la pandemia
desata crisis, por la insuficiencia de las respuestas a tanto dolor y abandono,
tanta gente amenazada de muerte, sin que podamos controlar la situación; pero
también pone de relieve la generosidad y entrega de quienes trabajan en las
áreas de la salud corporal y espiritual.
Una multitud silenciosa de hombres y mujeres que han decidido mirar esos rostros, haciéndose cargo de las heridas de los pacientes, que sentían prójimos por el hecho de pertenecer a la misma familia humana
Son los agentes sanitarios, voluntarios, trabajadores y trabajadoras,
sacerdotes, religiosos y religiosas que, con profesionalidad, abnegación,
sentido de responsabilidad y amor al prójimo han ayudado, cuidado, consolado y
servido a tantos enfermos y a sus familiares: “Una multitud silenciosa de
hombres y mujeres que han decidido mirar esos rostros, haciéndose cargo de las
heridas de los pacientes, que sentían prójimos por el hecho de pertenecer a la
misma familia humana”, escribe el Papa.
El bálsamo de la cercanía
Y en este punto, el Papa destaca que la cercanía humana, “es un bálsamo
muy valioso, que brinda apoyo y consuelo a quien sufre en la enfermedad”.
“Como cristianos, vivimos la projimidad como expresión del amor de
Jesucristo, el buen Samaritano, que con compasión se ha hecho cercano a todo
ser humano, herido por el pecado. Estamos llamados a ser misericordiosos como
el Padre y a amar, en particular, a los hermanos enfermos, débiles y que sufren
(cf. Jn 13,34-35)”.
En este contexto, Francisco recuerda la importancia de la solidaridad
fraterna, que se expresa de modo concreto en el servicio y que puede asumir
formas muy diferentes, todas orientadas a sostener al prójimo: «Servir
significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de
nuestro pueblo».
En este compromiso -continúa el Papa- cada uno es capaz de “dejar de
lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de
los más frágiles y buscar la promoción del hermano”.
Fuente: Mensaje Jornada Mundial del Enfermo 2021
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