Sacramentos | Alexis Cifuentes
El primer símbolo cuaresmal
Este
Miércoles de Ceniza tiene un gesto concreto: la imposición de la ceniza.
Participar en la liturgia y acercarse para ser marcados en la frente con el
signo de la ceniza indica -o debe indicar- nuestra disposición a vivir este
tiempo cuaresmal a la escucha de la Palabra, en la práctica de la Misericordia,
acogiendo el Proyecto de Jesús como una realidad urgente para nuestro tiempo.
Antes
de la imposición de la ceniza celebraremos la Palabra de vida y esperanza para
nosotros y para el mundo. Esa palabra que nos recuerda la necesidad de iniciar
este itinerario cuaresmal con una clara sinceridad en lo que se refiere al modo
cómo vivimos, lo que deseamos y buscamos, lo que ocupa espacio importante en
nuestros corazones.
La necesidad de acoger el gesto con sinceridad de corazón, para que no sea un rito vacío, una repetición del mismo gesto del año pasado
Acercarse
a escuchar la Palabra de Dios y llevar el signo de la ceniza en la frente expresa
también la acogida del llamado de Dios a ser mejores, a reconducir nuestras
vidas, la simbología del momento requiere la participación comunitaria. Esa
manera de celebrar este gesto expresa la comunión entre nosotros, el
reconocimiento que no todo anda bien en nuestras vidas. En comunidad indica
también la solidaridad con los demás pecadores y quienes padecen las
consecuencias del mal que hacemos. Todo esto con serenidad y confianza: nos
convoca el Señor, compasivo y misericordioso.
Por
eso, insistimos, en la necesidad de acoger el gesto con sinceridad de corazón,
para que no sea un rito vacío, una repetición del mismo gesto del año pasado;
no hay nada mágico en estar marcado con ceniza. Es un llamado, una propuesta,
un compromiso. Una confianza del Señor que nos hace reconocer que Él cree en
nosotros, que podemos hacer un mundo mejor, que podemos transformar signos de
muerte en signos de vida.
Conversión,
perdón, penitencia, gracia salvación, son palabras claves de este tiempo y que
anuncian desde el miércoles el modo concreto de atravesar la cuaresma, camino
de la Pascua. Las dos primeras lecturas tienen el sentido del día y del
recorrido cuaresmal. Acoger la gracia de Dios nos permite llegar preparados al
encuentro del Señor: ¡Es tiempo de gracia, tiempo de salvación!
El
evangelio del día nos presenta a Jesús exigiendo autenticidad. Y lo hace desde
tres realidades de la fe: ayuno, limosna y oración, que practicaremos en este
tiempo con más intensidad, desde una vida interior que se realiza en la práctica
concreta. No podemos engañar ni engañarnos en estos gestos, ellos deben
responder a lo que somos, es el modo de ser testigo de la novedad de la
salvación. No es redoblar la cantidad de ayunos, limosna u oración, es dar
frutos de vida desde nuestra actitud interior, que lo que hacemos defina lo que
somos.
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