La Familia | Andrea Safir
¿Impaciente con tus hijos?
La paciencia se conoce como la
capacidad humana de soportar o tolerar situaciones molestas, irritantes o de
adversidad. Es una actitud positiva que nos ayuda a alcanzar objetivos
deseados, o de hacerlo de un modo más sereno y controlable. Esta actitud se
reconoce como propia de personas maduras, que tienden a ser razonables,
tolerantes, que no se precipitan a sus impulsos, ni reaccionan
proporcionalmente a acciones molestosas o irritante de los demás.
Los padres saben bien a que nos referimos. En la
educación de sus hijos, en la convivencia familiar, los adultos necesitan un
buen grado de paciencia. La experiencia de acompañar a los hijos en su dinámico
crecimiento a través de los primeros años de vida, se enfrentan en numerosas
ocasiones con situaciones que ponen a prueba la capacidad de ser pacientes, de
aguantar, de respirar primero contando, como se sugiere con frecuencia.
Más de una vez, es puesta a prueba su paciencia
cuando han de enfrentar momentos emocionales que si se desbordan provocan unas
situaciones difíciles para las relaciones humanas, para la sana convivencia
familiar. Y cuando se actúa llevados por la impaciencia, los resultados son
desfavorables, las palabras y las acciones pueden poco afortunadas y afectar
considerablemente sus relaciones.
La paciencia es una virtud que se hace
perseverancia, pues nos permite no desesperarnos en situaciones que nos ponen a
prueba. El autocontrol de una personalidad sana, ayudará a manejar emociones,
sentimientos, malestares que nos impulsarían a actuar de manera negativa, a
decir o hacer cosas de las que luego nos harían sentir ma.
En la vida familia esta virtud evita muchos roces
negativos que dañan la convivencia, evitan que se den situaciones que corten la
comunicación, creen desconfianza y alce barreras en el modo de convivir. Por
estas y otras razones, los adultos tienen que estar muy bien conscientes del
esfuerzo y a veces hasta el sacrificio para no dejarse llevar por la
impaciencia.
La paciencia se acrecienta también en la medida en
que nos hacemos más comprensivos. Los adultos no pretendemos que las nuevas
generaciones sean como nosotros, sino que respetamos sus procesos, tratamos de
entender sus actuaciones, escuchar y crear un ambiente de amistad y acogida
mutua que permita la confianza y la sinceridad.
La paciencia no se identifica con la flojera. En
ciertos momentos los padres tienen que actuar con firmeza. Las expresiones de
amor dentro del hogar dan a los más jóvenes afirmación y seguridad, al mismo
tiempo que reciben mensajes firmes respecto a su comportamiento, como
expresiones de ternura, de acogida.
Muchos autores han escrito sobre la paciencia. Es
muy conocido el proverbio árabe que dice que “La paciencia es un árbol de raíz
amarga pero de frutos muy dulces”. Así es reconocido por quienes han tenido que
lidiar en la guía del hogar, pues muchas veces se requiere sacrificio,
aguantarse; pero al final, el fruto alcanzado vale la pena. Las relaciones
intrafamiliares se viven en amistad, escucha, respeto mutuo.
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