Espiritualidad
del Corazón | José Cristo Rey GarcÃa Paredes, CMF
La cordialidad: cambio de mente y de discurso
La forma normal
del discurso -del logos, dirÃan los griegos- es racional, intelectual.
Utilizamos la lógica, la conexión entre los datos, las deducciones más
adecuadas que de ese conjunto se derivan. El discurso racional nos lleva al
debate, a la búsqueda conjunta de la verdad -tal vez-, a la confrontación, al
aprendizaje… El tipo de discurso que se establece en la campaña electoral entre
los partidos es el discurso “racional”. Se trata de que los ciudadanos sepan
elegir “razonablemente” a sus gobernantes o lÃderes en los próximos años y
eviten, se dirigidos por quienes se piensa “razonablemente” que no lo harán
bien.
Hay, sin
embargo, otro tipo de discurso que se basa en las razones del corazón: es el
discurso de la cordialidad. Este tipo de discurso no enfrenta aunque las
diferencias sean extremas. El logos “cordial” o “amoroso” tiene la capacidad de
“amigar” a los “enemistados”, de aproximar a los antÃpodas en el ámbito
intelectual o cultural o religioso. El discurso de la cordialidad genera
amistad y prepara al ser humano para la hospitalidad intelectual, que es tan
ardua muchas veces.
CaracterÃsticas
del discurso de la cordialidad incluyente
El discurso de
la cordialidad -que a todos abraza- no es a veces muy “lógico”. Crea
adhesiones, no por las ideas, sino por simpatÃa o empatÃa, por la seducción de
la belleza, porque “el amor es ciego”, porque donde hay amistad allà se está
dispuesto a perder cualquier batalla dialéctica, sabiendo que al final se gana
la guerra.
El discurso de
la cordialidad cede ante un aparente error, una verdad no tan clara. Sabe
habitar las zonas de claro-oscuro, introducirse en espacios liminales, hurgar
en lo curioso, lo inexplorado, los sorprendente. Ni siquiera teme equivocarse.
El discurso de la cordialidad tiene como impulso el corazón: “a donde el
corazón te lleve”.
Ciertamente no
es un discurso siempre “lógico”, pero sà es “eco-lógico”. Atiende a la
totalidad. Crea interconexiones. Comprende al fin lo que parecÃa
incomprensible. Su pasión por la verdad no le lleva a la impaciencia, porque
está convencido de que la Verdad se revela a quienes conocen el alfabeto
emotivo, el lenguaje del amor, la seducción de la Gracia.
La última cena:
el discurso de la Cordialidad
Jesús -según el
cuarto Evangelio- utilizó en su última Cena el lenguaje de la cordialidad.
Jesús quiso que
sus discÃpulos asistieran a una gran lección de amor. Los eligió y destinó para
que dieran fruto abundante. Pero les dijo que ese fruto nacerÃa del amor, de
permanecer constantemente en el amor. Quien -como el sarmiento- está injertado
en la vid del amor, producirá fruto abundante.
Por eso, Jesús
les dirigió un mandato misionero que no tenÃa tanto que ver con el comunicar
verdades o indoctrinar, sino con el “Amaos”, con el “nadie tiene amor más
grande que el que da la vida por sus amigos”. TenÃa la convicción de que el
mundo creerá en Él cuando descubra la corriente de amor que circula en su
comunidad. Esta lección sirve para cualquier sociedad, grupo, pueblo.
El amor:
carisma de todos los carismas
El amor viene
de Dios, porque Dios es amor. El amor es un carisma. Más todavÃa: el carisma de
todos los carismas. El amor es hiperbólico (1 Con 13). Cuando una persona es
agraciada con el carisma puede amar; ama aquella persona que conecta con la
corriente infinita del Amor que nace del Abbá, pasa por Jesús, y el EspÃritu
derrama en nosotros (Rom 5). El amor hacia los enemigos no es una victoria
nuestra… es un regalo. ADH 853
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