Catequesis
| Papa Francisco/VN
El Papa
en la Catequesis: impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas
La
oración dispone a un amor sobreabundante: apacigua la ira, sostiene el amor,
multiplica la alegrÃa, infunde la fuerza para perdonar. Cuando una oración es
según el corazón de Jesús, obtiene milagros. Por eso, rezar cada dÃa por todo y
por todos, también por los enemigos, porque "amando con ternura el mundo
descubriremos que cada dÃa y cada cosa lleva escondido en sà un fragmento del
misterio de Dios". Catequesis del Papa
«Que la
Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la
verdadera sabidurÃa, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con
gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que
puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando
gracias por él a Dios Padre». Col 3,16-17.
Quien
reza es como el enamorado, que lleva siempre al amado en su corazón
Es la
carta a los Colosenses del Apóstol Pablo la que introduce hoy la catequesis del
Papa Francisco, que reflexiona sobre la oración en la vida cotidiana. El Santo
Padre, desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, presidió la Audiencia
General, recordando que en la catequesis de la semana pasada vimos “cómo la
oración cristiana está ‘anclada’ a la Liturgia”.
“Hoy –
explicó el Papa – destacaremos cómo desde la Liturgia esta vuelve siempre a la
vida cotidiana: por las calles, en las oficinas, en los medios de transporte…”,
donde “continúa el diálogo con Dios”, pues “quien reza es como el enamorado,
que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté”.
Cualquier
experiencia toque nuestro camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien
En este
diálogo con Dios, señaló Francisco, “toda alegrÃa se convierte en motivo de
alabanza, toda prueba es ocasión para una petición de ayuda”. La oración,
afirmó, “está siempre viva en la vida como una brasa de fuego”, y asÃ, también
“cuando la boca no habla, el corazón habla”. Incluso un pensamiento
“aparentemente profano”, puede ser impregnado de oración”.
El
conocimiento de Cristo nos hace confiados que, allà donde nuestros ojos y los
ojos de nuestra mente no pueden ver, no está la nada, sino hay Alguien que nos
espera, hay una gracia infinita. Y asà la oración cristiana infunde en el
corazón humano una esperanza invencible: cualquier experiencia que toque
nuestro camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien.
La
oración transforma el “hoy” en gracia
Citando
luego el Catecismo, que enseña que aprendemos a orar en ciertos momentos
escuchando la Palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual, pero que
recuerda que “en todo tiempo”, “su EspÃritu se nos ofrece para que brote la
oración”, el Santo Padre subrayó el “hoy” del encuentro con Dios: en este hoy
“real” y “concreto”, enseñó, “Jesús viene a nuestro encuentro. La oración
“transforma este hoy en gracia" y "nos transforma",
aseguró.
La
oración apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegrÃa, infunde la
fuerza para perdonar. En algún momento nos parecerá que ya no somos nosotros
los que vivimos, sino que la gracia vive y obra en nosotros mediante la
oración.
Acompañados
por el Señor nos sentimos más valientes, libres y felices
De ahÃ
que el Papa aconseje que, cuando llega un pensamiento de ira, de descontento,
que lleva a la amargura, haya que detenerse y hablar con el Señor, porque Él
dará “la palabra justa", el consejo "para seguir adelante”:
Cada dÃa
que empieza, si es acogido en la oración, va acompañado de valentÃa, de forma
que los problemas a afrontar no sean estorbos a nuestra felicidad, sino
llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. Y cuando uno está
acompañado por el Señor, se siente más valiente, más libre y también más feliz.
La
oración realiza milagros, aún si no lo sabemos
Por eso
el Santo Padre exhorta a que recemos siempre “por todo y por todos”, incluso
por los enemigos, como nos lo aconsejó Jesús. Exhorta a que recemos por
nuestros seres queridos, pero también por quienes no conocemos, y, sobre todo,
por las personas infelices, aquellos “que lloran en la soledad y desesperan
porque todavÃa haya un amor que late por ellos”. Recuerda que “la oración
realiza milagros” y asegura que los pobres intuyen “por gracia de Dios” que
también en esa situación de precariedad suya “la oración de un cristiano ha
hecho presente la compasión de Jesús”:
El Señor
es -no lo olvidemos- el Señor de la compasión, de la cercanÃa, de la ternura:
tres palabras que hay que olvidar: siempre con el Señor. Porque es el estilo
del Señor: compasión, cercanÃa, ternura.
Amando
con ternura, descubriremos un fragmento del misterio de Dios
Como la
oración “dispone a un amor sobreabundante”, “nos ayuda a amar a los otros, no
obstante, sus errores y sus pecados”. La persona, dijo el Papa recordando que
Jesús no ha juzgado al mundo, sino que lo ha salvado, "siempre es más
importante que sus acciones". De ahà que sea “necesario” querer a todos y
cada uno sin olvidar que "todos somos pecadores y al mismo tiempo amados
por Dios, uno a uno".
Es una
vida fea, la de esas personas que siempre están juzgando a los demás, siempre
condenando, juzgando... es una vida fea, infeliz. (...) Abre tu corazón,
perdona, justifica a los demás, comprende, sé tú también cercano a los demás,
ten compasión, ten ternura: como Jesús. Amando asà este mundo, amándolo con
ternura, descubriremos que cada dÃa y cada cosa lleva escondido en sà un
fragmento del misterio de Dios.
Impregnar
de oración las humildes situaciones cotidianas
Porque el
“hombre es semejante a un soplo, como la hierba”, basta "un vapor, una
gota de agua" para matarlo, al final de la reflexión, el Santo Padre
volvió sobre las enseñanzas del Catecismo, para subrayar que es justo y bueno
orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de
la historia, pero que también es importante impregnar de oración las humildes
situaciones cotidianas.
Somos
seres frágiles, pero sabemos rezar: y esta es la dignidad más grande. Es
también nuestra fortaleza. Coraje. Rezar en todo momento, en toda situación,
porque el Señor está cerca de nosotros. Y cuando una oración es según el
corazón de Jesús, obtiene milagros.
Nuestra
Señora de Lourdes conceda salud del alma y cuerpo a todos
Saludando
a los fieles de lengua española recordó que mañana celebramos la fiesta de
Nuestra Señora de Lourdes, patrona de los enfermos.
Pidamos
por su intercesión que el Señor conceda la salud del alma y cuerpo a todos los
que sufren a causa de alguna enfermedad y de la actual pandemia, y fortalezca a
quienes los asisten y los acompañan en este tiempo de prueba que atraviesan en
sus vidas. Que Dios los bendiga a todos.
Rezar por
el don de la paz
También
expresó su cercanÃa a las vÃctimas de la calamidad ocurrida hace tres dÃas en
el norte de la India, recordó que en Extremo Oriente y en varias partes del
mundo, el próximo viernes 12 de febrero se celebra el fin de año lunar, que
acompañó con sus deseos de fraternidad y solidaridad. Y formuló su deseo, en
este momento particular, de que cada uno pueda gozar de buena salud y serenidad
en la vida, invitando, por último, a rezar por el don de la paz y de todos los
demás bienes que sin olvidar nunca tener un cuidado preferencial hacia los más
pobres y los más débiles.
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