Educando | Leonardo Boff
Marcos para una educación adecuada para el tiempo actual
Algunos puntos son importantes y decisivos para
una educación adecuada a la situación de la humanidad y de la Tierra. No es
este el lugar de profundizar en ellos, sino de plantearlos como un desafío a la
reflexión.
El primero es el rescate de la razón cordial o
sensible. Somos fundamentalmente seres de sensibilidad más que de racionalidad.
Por esto debemos desarrollar, como dice la Laudato Si, “una pasión por el
cuidado del mundo, una mística que nos anime, que dé ánimo y sentido a la
acción personal y comunitaria” (n. 216). Nos ayudan las reflexiones que se
están haciendo en la actualidad sobre el rescate de esta dimensión cordial que
enriquecerá la inteligencia racional (cf. mi libro Los derechos del corazón,
Paulus 2015).
En segundo lugar, sentirnos parte viva y
consciente de la naturaleza, creando lazos de amor, afecto, comunión y cuidado
con cada ser de la naturaleza: no quemar nada, no derribar bosques ni selvas,
no contaminar aires y suelos, permitir la regeneración de la naturaleza dándole
descanso y cuidado. En esto los pueblos originarios son nuestros maestros, pues
se sienten parte de la naturaleza y la tratan con respeto y con sumo cuidado.
En tercer lugar, aprender a convivir con la
diversidad.
A través de los medios de comunicación global, entramos
en contacto con muchas culturas y valores humanos diferentes que van más allá
de los nuestros de la cultura occidental. Entonces, no permitir que estas
diferencias se trasformen en desigualdades, entender que podemos ser humanos de
maneras diferentes y aceptarlas como válidas, no solo tolerarlas. Así podemos construir
una verdadera fraternidad sin fronteras. Como se canta entre nosotros: “el alma
no tiene frontera, ninguna vida es extranjera”.
En cuarto lugar, incorporar una ética del cuidado
necesario.
El cuidado pertenece a la esencia de la vida y
principalmente del ser humano. Sin cuidado, no sobrevivimos (véase mi Saber
cuidar, Vozes 1999 y El cuidado necesario, 2013). Todo lo que amamos, también
lo cuidamos y todo lo que cuidamos, también lo amamos. El cuidado debe ser
incorporado no como un acto, sino como una actitud fundamental en todas las
áreas de la vida, cuidando de sí, del otro, de nuestro espíritu, del tipo de
sociedad que queremos, cuidando los ecosistemas, cuidando a la Madre Tierra.
Finalmente, desarrollar una dimensión espiritual
de la vida
Vivimos dentro de una cultura que cultiva
excesivamente los valores materiales con vistas al consumo humano.
Desarrollamos poco lo que es específicamente humano: nuestra dimensión
espiritual, hecha de valores intangibles, pero que son esenciales, como el amor
incondicional, la solidaridad, la compasión, la capacidad de perdón y
reconciliación, la apertura a lo sagrado de la naturaleza, a Dios que está
continuamente creando y sustentando todo. El ser humano puede abrirse a esta
dimensión y acoger conscientemente al Ser que hace ser a todos los seres.
El resultado es que nos volvemos más humanos, más
sensibles, más solidarios, más comprometidos con salvaguardar la vida y la
justicia, especialmente de los más empobrecidos y hechos injustamente
invisibles, sintiéndonos hijos e hijas de la Madre Tierra y hermanos y hermanas
de todos los demás humanos. Igualmente, de todos los seres de la creación.
Todo empieza con la educación. Su tarea esencial
es construir la identidad del ser humano, y hoy reinventarla, para poder
enfrentar los desafíos que nos plantean los cambios de la propia Tierra y la
humanidad globalizada. Como dijo el educador Paulo Freire: “La educación no
cambia el mundo. la educación cambia a las personas que van a cambiar el
mundo”.
Este es el reto de toda educación: transformar a
las personas y al mundo que hay que salvar. Para esto tenemos que cultivar la
esperanza, profundamente descrita en la Fratelli tutti: “una realidad enraizada
en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias
concretas y de los condicionamientos históricos en que vive”, que nos permite
soñar otros mundos posibles y mejores (n.55).
Las palabras finales del Papa Francisco en la
Laudato Si nos inspiran: “Hermanos y hermanas, caminemos cantando. Que nuestras
luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la
esperanza” (n. 244).
Esta fue una conferencia dada en español, vía
internet, para los Hermanos Maristas de Compostela de España y Portugal el día
16/03/2021, teniendo como referencia la ecología integral de la encíclica
Laudato Si del Papa Francisco. Texto parcial (NdelaR).
Traducción de Mª José Gavito Milano
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