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    miércoles, 28 de abril de 2021

    El ser eternamente insatisfecho


    Ser Humano | Isaac Riera




    La inquietud radical humana
    El ser eternamente insatisfecho

    Cuando al nacer Salimos del seno materno, lo hacemos siempre llorando – somos los único entre todos los animales que nacemos llorando- como si nuestro destino en la vida fuese la insatisfacción y el sufrimiento. El nacimiento biológico, en efecto, no es solo nacer a la vida humana física, sino entrar en un mundo en el que nos esperan estas cosas: sufrimientos, luchas, insatisfacciones…, inquietudes, en una palabra. En el nacimiento de cada persona comienza el punto de partida de un caminar en el que no hay descanso sino muerte. (Es significativo que digamos “descanse en paz” cuando alguien muere, porque en esa palabra ya va dicho que la vida humana es, bien miradas las cosas, inquietudes y trabajos). El hombre se distingue del animal no solo por la razón y la libertad, sino también por la profunda dinámica de su deseo; el animal encuentra en la naturaleza el objetivo pleno de su deseo, pero el hombre nunca se sacia con los bienes de la naturaleza: es el eterno insatisfecho.

     

    Y en los éxitos, solo encontramos un descanso momentáneo y fugaz en la dinámica de nuestros deseos

     

    Esta inquietud de eternos insatisfechos la manifestamos los humanos tanto en las contrariedades, como en los éxitos. En las contrariedades, no solo experimentamos la frustración de una necesidad natural o el dolor producido por un mal físico, tal como ocurre en los animales, sino que junto con el cuerpo sufre nuestro espíritu; y con frecuencia el dolor del alma es mas fuerte que el dolor del cuerpo; se puede decir que los animales tienen dolor, pero los hombres tenemos sufrimiento, pues esta experiencia tiene una hondura anímica que no existe en el mero dolor físico. Y en los éxitos, solo encontramos un descanso momentáneo y fugaz en la dinámica de nuestros deseos, pues la consecución de un objetivo, por bueno que se le suponga, es siempre un nuevo punto de partida hacia otro objetivo, y este hacia otro, y así sucesivamente hacia una felicidad desconocida e imposible; nos consideramos “felices” cuando no tenemos sufrimientos importantes.

     

     La insatisfacción constante en nuestro ser es también la causa de una buena parte de los problemas humanos que nos complican la vida. Hay problemas objetivos ajenos a la voluntad del hombre que hallar solución – la enfermedad, la penuria económica o las circunstancias sociales, por ejemplo-, pero hay problemas que radican en el modo de ser y de comportarse de las personas, para lo que no hay solución posible, y son estos los mas desesperantes. En su dimensión interna, el hombre es un problema para si mismo, y en su dimensión social, el hombre es un problema para los demás, y la causa de ello no es otra que la insatisfacción de su corazón inquieto, y por eso caemos en la angustia existencial y la desesperación, y no nos sentimos felices en la convivencia con los demás; y por eso somos tan propensos al enfado, las riñas y la agresividad, muchas veces sin causa que lo justifique.

     

    Revista Madre y Maestra, MSC de España.

     

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