Forjando Vivencias | Lic. Juan Fco. Puello Herrera
“Ustedes son mis amigos si cumplen lo que les
mando. Ya no les diré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su
patrón. Les digo: amigos, porque le he dado a conocer todo lo que aprendà de mi
padre” Juan 15, 14-15
En este pasaje del Evangelio de san Juan se precisa cómo debe ser el
auténtico discÃpulo de Jesús, que consiste permanecer en su Palabra, que es la
razón por la que les llama amigos, si cumplen todo lo que les ha dado a conocer.
Para ser amigo de Jesús y gozar de su intimidad de espÃritu, hay que ser
coherente uniendo las palabras a los hechos. Con Jesús aprendemos también a
valorar la amistad, sobre
todo en un mundo donde no se valora esta, sino lo que se puede obtener de ella.
El trato
diario y la amistad con Jesús conduce a tener otra actitud frente a aquellos
con quienes compartimos; dándole a los amigos lo mejor que poseemos es una
forma de acercarlos a él, y el medio más eficaz para comunicar sentimientos, y
compartir las penas y alegrÃas.
Todas las
personas con las que nos relacionamos deben encontrar en uno alguien en quien
pueden confiar, porque tenemos la mejor amistad que se puede tener: Jesús. Hoy
es un dÃa propicio para reflexionar si en realidad hemos sido un ejemplo para
los demás.
No debemos olvidar que la
amistad se fundamenta en la confianza mutua, como lo expresa el libro de
Proverbios (3, 29), “no maquines mal alguno contra el amigo que ha puesto en ti
su confianza”. En verdad, los sentimientos que brotan de una amistad sincera
difÃcilmente pueden variar con el tiempo, porque ser amigo es un modo de amar.
Oración:
Señor Jesús, concédenos la dicha de permanecer en tu gracia para que jamás
perdamos la alegrÃa ingenua de tenerte como amigo, una alegrÃa que siendo lo
esencial en nuestra vida debemos comunicar a otros. Amen.
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