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    sábado, 8 de mayo de 2021

    Al estilo de Jesús


    Comentarios | Alexis Cifuente, UN





    Al estilo de Jesús

     

    La propuesta de Jesús para seguirle no se fundamenta en prácticas cultuales o morales aprendidas, por muy buenas que hayan sido o que puedan ser para quien quiere estar con Él. Seguirlo arranca de una raíz mucho más profunda que hace posible la transformación de las personas y de sus entornos de vida, que modifica las relaciones interpersonales y sociales.

     

    Jesús propone específicamente estar unidos a Él en el amor, que hace posible la pertenencia cristiana a su vida. Ya lo hemos escuchado en Pascua, con la imagen rural de la vid y los sarmientos, que nos dice que la savia de vida procede de Él en cuanto el amor está en nosotros en todas las direcciones que propone el Evangelio: hacia Dios, los hermanos, la realidad, nosotros mismos.


    Solo el “ágape” expresa el amor sin mezcla alguna de interés personal. Sería el puro don de sí mismo, solo posible en Dios


    La esencia del mensaje del Señor está en el amor, que es su constitutivo. Cuando propone que haga su voluntad quien le siga, está explicitando esa voluntad de vida, de amor, de justicia y reconciliación que ha practicado durante su ministerio público. Y el modelo específico es su relación con el Padre. Su unión con el Padre hace realidad a los ojos y oídos de la comunidad, una vinculación de comunión que nada puede romper, porque el Hijo es con el Padre en el amor, como el Padre es en Él. Y el que ama participa de esa comunión indestructible.

     

    La marca de identidad del cristiano que sigue a Jesús está en el mandamiento nuevo. Ya no se trata de amar al prójimo que es de los míos, de mi pueblo, de mi cultura, de mi religión; el amor se abre en abundancia y disponibilidad a servir y ser con los demás. Una sensibilidad misericordiosa que transforma la vida y su realidad. Yo no determino quien quiero que sea mi prójimo, pues la realidad me lo muestra: quien está tirado en el camino, quien es rechazado o discriminado, quien necesita perdón o aceptación. En Jesús hay que hacerse prójimo, aproximarse.

     

    El biblista Juan Marcos reflexionando sobre el tema nos dice que los primeros cristianos designaron al amor con ocho palabras. De ellas, ágape es la que mejor expresa el amor cristiano, un amor sin mezcla alguna de interés personal. Cierro esta reflexión con sus palabras acerca de este amor, “ágape”.

     

    Juan emplea la palabra “ágape”. Los primeros cristianos emplearon ocho palabras, para designar el amor: ágape, cáritas, philia, dilectio, eros, líbido, stergo, nomos. Ninguna de ellas excluye a las otras, pero solo el “ágape” expresa el amor sin mezcla alguna de interés personal. Sería el puro don de sí mismo, solo posible en Dios. Está haciendo referencia a Dios, es decir, al grado más elevado de don de sí mismo. No está hablando de amistad o de una “caridad”. Se trata de desplegar una cualidad exclusiva de Dios.



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