Espiritualidad | + Julián Ruiz Martorell
El papa Francisco y el Sagrado Corazón de Jesús
El mes de
junio celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Mons. Martorell Recoge
cuatro testimonios del magisterio del Papa Francisco sobre el significado de
esta celebración. Amigo del Hogar lo reproduce para nuestros lectores.
El símbolo del Corazón de Jesús
1) En el
Ángelus del 9 de junio de 2013 dijo: “La piedad popular valora mucho los
símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia
de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa
el centro, la fuente de la que brotó la salvación para toda la humanidad”.
Añadió:
“En los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por
ejemplo en el pasaje donde Cristo mismo dice: «Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28-29). Es fundamental,
luego, el relato de la muerte de Cristo según san Juan. Este evangelista, en
efecto, testimonia lo que vio en el Calvario, es decir, que un soldado, cuando
Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de la herida
brotaron sangre y agua (cf. Jn 19,33-34). Juan reconoce en ese signo,
aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús,
Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres”.
El
sentido de la fiesta del Sagrado Corazón
2) En la
homilía que había preparado para la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús del
27 de junio de 2017, y que no pudo pronunciar personalmente, escribió: “El amor
fiel de Dios a su pueblo se manifestó y se realizó plenamente en Jesucristo,
(…) Este amor, esta fidelidad del Señor manifiesta la humildad de su corazón:
Jesús no vino a conquistar a los hombres como los reyes y los poderosos de este
mundo, sino que vino a ofrecer amor con mansedumbre y humildad. Así se definió
a sí mismo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). Y
el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, (…), es que descubramos
cada vez más y nos envuelva la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de
Cristo, revelación de la misericordia del Padre. Podemos experimentar y gustar
la ternura de este amor en cada estación de la vida: en el tiempo de la alegría
y en el de la tristeza, en el tiempo de la salud y en el de la enfermedad y la
dificultad”.
Ofrecer
toda nuestra vida
3) En la
Audiencia general del 26 de junio de 2019, dijo a los peregrinos de lengua
polaca: “Esta fiesta nos recuerda que Cristo está siempre vivo; nos ama, se
ofrece a nosotros como fuente de misericordia, de perdón, de redención”. Y
siguió diciendo: “en Él podemos volver a encontrar la paz del espíritu,
frecuentemente disturbado en nosotros por la incertidumbre, por la tristeza,
por el sentido del pecado. Ofrezcamos al Divino Corazón a nosotros mismos, toda
nuestra vida (…)”.
“Haz
nuestro corazón semejante al tuyo”
4)
Después del Ángelus del 7 de junio de este año afirmó: “El mes de junio está
dedicado de manera especial al Sagrado Corazón de Cristo, una devoción que une
a los grandes maestros espirituales y a la gente sencilla del pueblo de Dios.
En efecto, el Corazón humano y divino de Jesús es la fuente de donde siempre
podemos obtener misericordia, perdón y ternura de Dios. Podemos hacer esto
reflexionando sobre un pasaje del Evangelio, sintiendo que en el centro de cada
gesto, de cada palabra de Jesús, en el centro está el amor, el amor del Padre
que ha enviado a su Hijo, el amor del Espíritu Santo que está dentro de
nosotros. Y podemos hacerlo adorando la Eucaristía, donde este amor está
presente en el Sacramento. De este modo, nuestro corazón también, poco a poco,
se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso, imitando el Corazón
de Jesús. Hay una antigua oración –la aprendí de mi abuela– que decía: «Jesús,
haz que mi corazón se parezca al tuyo»”.
+ Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca, España.
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