Actualidad | Ciudad del Vaticano
Jornada del Migrante y Refugiado:
"Los nacionalismos cerrados nos
dividen"
“Hacia un nosotros cada vez más grande”, es el
tÃtulo del Mensaje del Santo Padre Francisco para la próxima Jornada del
Migrante y del Refugiado que se celebrará el 26 de septiembre y se hizo público
este jueves 6 de mayo.
La reflexión del Santo Padre se realiza en un
contexto en el que “los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo
radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como en la
Iglesia”. En este marco, el PontÃfice aboga por un futuro en el que la Iglesia
sea “cada vez más inclusiva” con los migrantes y refugiados de otras
confesiones para desarrollar el diálogo ecuménico e interreligioso, y en el que
el mundo se “enriquezca con la diversidad y las relaciones interculturales” y
las fronteras se transformen en “lugares privilegiados de encuentro”.
Un camino común en un mundo en crisis
Francisco revela esta preocupación suya -ya
expresada en la encÃclica Fratelli tutti- al comienzo de su Mensaje, firmado en
San Juan de Letrán el 3 de mayo, fiesta de los Santos Apóstoles Felipe y
Santiago. A esta preocupación el pontÃfice acompaña un deseo: “Que al final ya
no haya 'los otros', sino sólo 'nosotros'“. Y es precisamente “nosotros” el
leitmotiv del documento papal titulado “Hacia un nosotros cada vez más grande”,
elegido -explica el Papa- para “indicar un horizonte claro para nuestro camino
común en este mundo”.
Un mundo que con la emergencia sanitaria atraviesa
uno de sus momentos de mayor crisis, en el que “el 'nosotros' querido por Dios”
parece haberse “roto y fragmentado, herido y desfigurado”.
“Los nacionalismos cerrados y agresivos y el
individualismo radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como
dentro de la Iglesia”, denuncia el Papa Francisco. “El precio más alto lo pagan
los que más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los
migrantes, los marginados, los que habitan las periferias existenciales”.
En realidad, “estamos todos en el mismo barco”,
reiteró el Papa, recordando las palabras elevadas al cielo en la oración por el
fin de la pandemia el 27 de marzo de 2020, en una desierta plaza de San Pedro.
“Todos estamos en el mismo barco” y, precisamente por eso, “estamos llamados a
comprometernos para que no haya más muros que nos separen, no haya más otros,
sino un solo nosotros, tan grande como toda la humanidad”.
Una Iglesia cada vez más inclusiva
A los católicos, el obispo de Roma les pide que
“sean cada vez más fieles a su ser católico”. “La catolicidad de la Iglesia, su
universalidad, es una realidad que pide ser acogida y vivida en todos los
tiempos, según la voluntad y la gracia del Señor que ha prometido estar con
nosotros siempre, hasta el final de los tiempos. Su EspÃritu nos hace capaces
de abrazar a todos para hacer comunión en la diversidad, armonizando las
diferencias sin imponer nunca una uniformidad que despersonalice”, escribe.
“En el encuentro con la diversidad de los
extranjeros, los migrantes, los refugiados, y en el diálogo intercultural que
puede resultar, se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de
enriquecernos mutuamente. En efecto, dondequiera que se encuentre, todo
bautizado es de derecho miembro de la comunidad eclesial local, miembro de la
única Iglesia, habitante de la única casa, miembro de la única familia”.
Atender a los heridos, sin prejuicios ni miedo
Concretamente, explica el pontÃfice, es necesario
comprometerse, “cada uno a partir de la comunidad en la que vive”, para que “la
Iglesia sea cada vez más inclusiva” y pueda, en consecuencia, “salir a las calles
de las periferias existenciales para curar a los heridos y buscar a los
perdidos, sin prejuicios ni miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a
ensanchar su tienda para acoger a todos”.
“Entre los habitantes de las periferias
encontraremos a muchos emigrantes y refugiados, desplazados y vÃctimas de la
trata, a los que el Señor quiere que se manifieste su amor y se anuncie su
salvación”, dice el papa Francisco. “Los encuentros con migrantes y refugiados
de otras confesiones y religiones son terreno fértil para el desarrollo de un
diálogo ecuménico e interreligioso sincero y enriquecedor”.
Dejarse enriquecer por la diversidad
El mismo espÃritu inclusivo invoca el Papa para el
mundo: “Recomponer la familia humana, para construir juntos nuestro futuro de
justicia y paz, asegurando que nadie quede excluido”, es su llamamiento. El
futuro de la sociedad que prefigura Francisco es un futuro “en color”,
“enriquecido por la diversidad y las relaciones interculturales”. Pero para que
esto no se quede, precisamente, sólo en un sueño “debemos aprender hoy a vivir
juntos, en armonÃa y en paz”.
“Debemos -insiste el Santo Padre- comprometernos
todos a derribar los muros que nos separan y construir puentes que favorezcan
la cultura del encuentro, conscientes de la Ãntima interconexión que existe
entre nosotros”.
En esta perspectiva, “las migraciones
contemporáneas nos ofrecen la oportunidad de superar nuestros miedos para
dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada uno. Entonces, si
queremos, podemos transformar las fronteras en lugares privilegiados de
encuentro, donde puede florecer el milagro de un nosotros cada vez más grande”.
El cuidado de la Creación, un compromiso que no
distingue entre nativos y extranjeros
En el mensaje Papal no falta un llamamiento para
“asegurar el cuidado adecuado” de la creación, nuestra casa común. Una misión
que incumbe a todos, sin distinción.
“Pido a todos los hombres y mujeres del mundo que
hagan buen uso de los dones que el Señor nos ha confiado para conservar y hacer
aún más bella su creación”, dice el Papa. “Debemos constituirnos en un nosotros
cada vez más grande, cada vez más corresponsable, con la firme convicción de
que todo el bien que se hace al mundo se hace a las generaciones presentes y
futuras”.
Es un compromiso “personal y colectivo” que “asume
todos los hermanos y hermanas que seguirán sufriendo mientras buscamos un
desarrollo más sostenible, equilibrado e inclusivo”.
Un compromiso, subraya el Papa Francisco, que “no
hace distinción entre nativos y extranjeros, entre residentes y huéspedes,
porque es un tesoro común, de cuyo cuidado, asà como de cuyos beneficios nadie
debe ser excluido”.
Publicado en AICA.
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