Evangelización | Redacción ADH
Los agentes de una Nueva Evangelización
Los obispos son los primeros que refieren a sí
mismos la urgencia de una nueva Evangelización hacia ellos mismos –pues se
confiesan humildemente pecadores- y hacia los demás. Entre los agentes de la
nueva Evangelización mencionan a la familia, a la vida consagrada, a la
parroquia y a los jóvenes.
1. La familia y la vida consagrada
En la comunicación de la fe de generación en
generación le corresponde a la familia –especialmente a las madres- un lugar
muy importante: “la transmisión de la fe ha encontrado un lugar natural en la
familia… No se puede pensar en una nueva evangelización sin sentirnos
responsables del anuncio del Evangelio a las familias y sin ayudarles en la
tarea educativa” (M, 7). Pero hoy la familia está sufriendo una tremenda
crisis: “está atravesada por todas partes por factores de crisis” (M, 7), que
se verifica en situaciones familiares de separación y divorcio o en las
convivencias irregulares. En el Mensaje no se ofrecen soluciones concretas a
esta crisis: simplemente se reafirma que es necesario “crear itinerarios
específicos de acompañamiento antes y después del matrimonio” (M,7) y que “el
amor de Dos no abandona a nadie” (M,7) y que “la Iglesia los ama y es una casa
acogedora con todos, que siguen siendo miembros de la Iglesia, aunque no pueden
recibir la absolución sacramental ni la Eucaristía” (M, 7).
También se hace referencia a la vida consagrada
como agente de la nueva Evangelización. Quizá para correlacionarla con la
familia y el matrimonio que están al servicio de la vida humana, la vida
consagrada es presentada como aquella cuya principal orientación y cuidado es
la “vida eterna”, “más allá de lo terrenal”, siendo de ello “testigos en la
Iglesia y en el mundo”: “una vida totalmente dedicada al Señor, en el ejercicio
de la pobreza, la castidad y la obediencia, es el signo de un mundo futuro que
relativiza cualquier bien de este mundo” (M,7). Se relata aquí la vida
consagrada como auténtica “fuga mundi”, aunque posteriormente se pone de
relieve su función de testigos y promotores en la nueva evangelización “en los
varios ámbitos de la vida en que los carismas de cada instituto los sitúa”
(M,7).
2. La parroquia y sus agentes de evangelización
Dentro del contexto de una obra de evangelización
que corresponde “al conjunto de las comunidades eclesiales” emerge la función
imprescindible de la parroquia, fuente en la que todos pueden beber y encontrar
la frescura del Evangelio (M, 8). Le
corresponde a la parroquia “unir a la tradicional cura pastoral del Pueblo de
Dios y a las variadas formas de piedad popular, las nuevas formas de misión que
requiere la nueva evangelización”. Agentes de evangelización en la parroquia
son todos: el presbítero (ministerio de sacerdote, padre y pastor), los
diáconos, los catequistas y otras figuras ministeriales y de animación (M, 8).
Todos ellos han de orientar su presencia y servicio desde “la óptica de la
nueva Evangelización cuidando su propia formación humana y cristiana, el
conocimiento de la fe y la sensibilidad a los fenómenos culturales actuales”
(M, 8). Dentro de la parroquia –en cuanto Iglesia particular- han de
integrarse, en comunión y en fidelidad al propio carisma, tanto los movimientos
antiguos como los nuevos (M, 8).
Tampoco olvida el mensaje del Sínodo que hay
hermanos de Iglesias y comunidades eclesiales con los cuales se comparte la
misión evangelizadora, “aunque la unidad no es todavía perfecta, pero han sido
marcados con el bautismo del Señor y son sus anunciadores”. La unidad ecuménica
es una exigencia de la misión.
3. Para que los jóvenes puedan encontrarse con
Cristo
El mensaje del Sínodo les reconoce a los jóvenes
“un rol activo en la obra de la evangelización, sobre todo en su ambiente”.
Muestra un talante optimista ante los jóvenes, porque “descubren en los jóvenes
aspiraciones profundas de autenticidad, de verdad, de libertad, de
generosidad”. El mensaje también se muestra preocupado por los influjos que
sufren las nuevas generaciones. De todas formas, se vierte sobre ellos una
mirada mucho más comprensiva que aquella que se proyecta sobre el matrimonio y
la familia. El mensaje cree firmemente que “el amor de Cristo es quien mueve lo
profundo de la historia y que sólo Cristo puede ser respuesta capaz de
saciarlos” (M, 9).
Por otra parte, el mensaje reconoce que la nueva
evangelización tiene un campo particularmente arduo y apasionante en el mundo
de los jóvenes, con realizaciones tan satisfactorias como las Jornadas
Mundiales de la Juventud (M, 9).
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