Meditación | Sandy Yanilda Fermin
¡Milagro de Amor!
¡Cada vez que escucho la canción de la
hermana Glenda, por qué tengo miedo? si nada es imposible para ti! Recuerdo
milagros y testimonios de Fe, que a diario recibimos por medio de nuestro señor
Jesucristo y como el Señor actúa, en lo más profundo de lo secreto, para que
creamos en él y en su misericordia.
Uno de esos milagros, es un testimonio de fe,
de una hermana nuestra de la capilla Santísimo Sacramento, que a continuación
detallo y que nos demuestra que Jesús está presente de forma real:
¡Hola! Soy Ramona Arelis Quezada, hoy quiero
testificar en mi vida, el milagro de amor que Dios misericordioso hizo en mí.
Desde los 12 años, por fiebre reumática, fui diagnosticada con insuficiencia cardíaca,
daño en la válvula mitral izquierda y siempre acudo a mis citas médica, como
una forma de monitorear cambios.
En diciembre 2020, me realizaron un ecocardiograma
y los resultados, no fueron los esperados. El cardiólogo me dijo que, por
desgaste de la válvula, tenía que someterme a una cirugía de corazón abierto
para cambiarla por una mecánica; mi reacción fue muy desconsolada. Pero después
me dije: yo le sirvo a un Dios vivo (1 Timoteo 3:15), el me dará las
fuerzas para continuar. Me sometí a todas las evaluaciones según el
protocolo y para la cirugía la junta médica evaluó todos mis estudios explorativos,
antes de programar la fecha de la cirugía, como tal.
Ellos decidieron repetirme el
ecocardiograma nuevamente. Cuando el cardiólogo está repitiéndome
el eco me pregunta: ¿señora, por qué decidieron operarla? yo le dije
por desgaste de la válvula mitral. Pero él me dice: es que yo no veo ese
desgaste, como para la cirugía. Usted lo que tiene es muy leve, yo en su caso,
no me operaría.
Cuando el me dio esa noticia, yo solo dije: Wao,
Señor, ¡cuánta misericordia tienes con esta humilde pecadora!
Llevo los resultados al cirujano y cuando lo
lee me dice: señora Ramona, no hay cirugía, pero para estar seguros, le voy a
mandar a otro especialista para que le repita el estudio. Para honra de Dios, el
resultado fue el mismo.
Es que para Dios no hay
nada imposible. Él es inmensamente misericordioso (Salmo 103:8). Sólo falta que
creamos en él. Su misterio y su amor penetra lo más profundo de nuestro
ser. El no conoce límite.
Para la gloria de Dios, no fue necesaria la cirugía
por que el Señor realizó y puso lo que faltaba en mi vida. Ahora y para
siempre mi casa y yo serviremos a ese Dios vivo (Josué 24:15) que abre caminos
y cumple promesas.
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