Mariología | Juan Corona Estévez, msc
La devoción
mariana en la vida de la Iglesia
La presencia de María en la historia, con su función de
madre y modelo de fe, queda testimoniada en la liturgia y en la vida del pueblo
cristiano. Con esta afirmación se deja claro que no se trata un cristianismo desviado
en sentido mariológico, sino de una historia de fidelidad al Señor por parte de
los fieles, quienes acuden a la Virgen para que les ayude a vivir de modo
coherente su camino de fe y la comunión con Jesús.
El mundo occidental presenta una cualificada y variada tradición
de genuina piedad mariana, la cual queda expresada en la oración, el arte, la
literatura y en la teología, siendo este testimonio indudable de una devoción
profunda, esencial y teológicamente relacionada con la fe mediante el misterio
de Cristo. En lo que respecta a Oriente hay que destacar el mundo iconográfico
que gira en torno a la madre de Jesús.
Del mismo modo, la figura de María se encuentra muy presente
también en la vida espiritual de las órdenes y congregaciones religiosas. De
ellas surgen diversos cánticos, imágenes e invocaciones dirigidas a la Virgen
para invocar su presencia maternal.
Ciertamente las diversas expresiones y gestos ofrecidos por
los fieles a María ponen de manifiesto que ellos saben reconocer en la Virgen a
una mujer cercana, amiga y modelo de santidad, la cual comparte su vida, en las
alegrías y en los dolores. En ese sentido, la teóloga María del Pilar Silveira enuncia
que “María es el modelo donde se ha realizado esa transformación al contemplar
los diversos momentos de tristeza al pie de la cruz (cfr. Jn 19,25-27) y
de alegría en el Magníficat (cfr. Lc 1,46-55)”.
Según la teóloga Silveira, esta unión de María con sus
devotos refleja bien por qué el pueblo le ama tanto. Y, le aman porque perciben
en ella a una mujer de pueblo, protagonista activa de la historia de salvación
de un Dios que ama y se hace uno de nosotros en Jesús. De igual manera, su vida
y su misión de madre muestran una opción por los pobres, hablando así un mismo
lenguaje desde el amor e identificándose de esta forma con las diferentes culturas.
Ahora bien, esta respuesta gratuita del pueblo se expresa de
muchas maneras creativas y, además, refleja el rostro de “una iglesia mariana,
laica y con participación de la mujer en la difusión de la fe en los hogares,
en las comunidades eclesiales y en la sociedad”. Con palabras de Pablo VI, se
puede concretizar que la devoción hacia la madre de Jesús se convierte para el
cristiano católico en ocasión de crecimiento en la gracia divina: finalidad
última de toda acción pastoral (cfr. MC 57).
ADH 859
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