Meditación | Sandy Yanilda Fermín
¡Segunda Carta para Miguel José! ¡Su Sonrisa!
Hola Miguel José, el tiempo ha
transcurrido y, me costó mucho entrelazar estas líneas para ti. Hoy arribamos al
segundo mes donde estás caminando y corriendo en el jardín, donde brotan
manantiales de agua viva. Donde la brisa suave, se junta con los arcoíris y el
sol, resalta la belleza del cielo con su esplendor. Donde en el camino la suave
luna, conversa con Dios acerca de las
personas como tú, que, con su sonrisa, rebosaban de alegría a muchas personas
en la Tierra.
Tu sonrisa resuena en mi interior,
como esa cálida y suave caricia que sentimos de niños al nacer. Tu sonrisa se
presenta en mi mente, con una viveza que a veces, pienso que estas vivo y no te
has ido. Tu sonrisa me habla como un río que va y nunca se detiene.
Tu sonrisa es como el sol que se esconde y quiere salir tímidamente al amanecer.
Los primeros días, te veía sonriendo
y diciéndome: ¡Déjame ir! Los días pasan y nos ha costado mucho, no recibir una
llamada, un correo, una nota de voz, una retroalimentación sobre un artículo,
una opinión sobre una celebración. Cada
día que pasa esperamos que llegues, y a veces, me he preguntado si me estoy
volviendo loca.
Tu sonrisa en mi mente, es como
cuando estas esperando un familiar que llegue de fuera, y lo esperas con ansias
para abrazarlo. No solo yo, sino muchas personas, te extrañábamos con el alma aún
triste.
Nos reímos al verte sonreír en
nuestras mentes. Nos reímos de tu gozo eterno. y estamos confiados en Dios, que
algún día, también nos reiremos contigo. Confiamos en Dios que cuando nos toque
partir a esa patria celestial, más allá de ese último peldaño, donde se
encuentra la Gloria de Dios, tú seas uno
de esos ángeles que nos reciba, donde cada uno de nosotros disfrutaremos del
Reino junto a ti.
Parece mentira, a veces no queremos
hablar de ti con otros compañeros, porque ellos nos recuerdan tu alegría y es
como ver en ellos, tu rostro vivo. Aunque queramos estar contentos y haciendo
nuestra vida diaria y cotidiana, nos haces falta, te extrañamos demasiado, a
veces le hemos pedido perdón a Dios, inclusive, por querer esperarte.
Sabes, en una ocasión, visité el
lugar donde nos vimos por última vez, tenía miedo de llegar, pensé que te
encontraría donde me diste la bendición y absolución como sacerdote, a los pies
de Jesús al lado del santísimo. Cuando llegué, entre al santísimo y quise llorar,
pero la fuerza del Espíritu Santo, hizo que me parara y escuchara como ruido de
alas, diciéndome, que tú no estabas, y que estás feliz y disfrutando del Reino eterno
y de nuestra madre en sus brazos.
El otro día estuve en una boda, y vi
muchos sacerdotes juntos y pensé mucho en ti. El sacerdote bailó con la novia,
y eso me hizo trasladarme a nuestros encuentros con Nuevos Horizontes. Sin
embargo, al paso, como dijo tu provincial P. Juan Tomás García en tu última celebración,
nos fuiste preparando, sin darnos cuenta.
Por mucho tiempo estaremos esperando
que regreses, tu sonrisa siempre estará
en nuestros pensamientos y le pedimos a Dios que nunca aparte de nosotros, esa
sonrisa alegre y feliz la cual hacía felices a tanta gente. Nos preparas el
camino desde el cielo. El saber que
leerás estas líneas desde el cielo, nos hace sentirte cerca, aunque estés
lejos.
Nos vemos en la eternidad, mi
querido amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...