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    martes, 9 de noviembre de 2021

    Un desafío para la familia de Nazaret


    Para vivir mejor | Dra. Miguelina Justo

     


    Un desafío para la familia de Nazaret

     

    Lucas es el único de los evangelistas quien revela un episodio interesante en la vida de Jesús y de su familia. De acuerdo al relato ubicado en el capítulo 2, versículo 39 en adelante, María y José fijaron su residencia en la pequeña localidad de Nazaret. El Evangelio dice que Jesús crecía, se hacía fuerte, sabio. La gracia de Dios estaba sobre él. 

     

    Como judíos piadosos, los padres de Jesús iban a Jerusalén todos los años para la fiesta de Pascua. Cuando Jesús cumplió 12 años algo sacudió a la pequeña familia. Mientras regresaban de Jerusalén, María y José notaron la ausencia de Jesús, sin embargo, creyendo que se encontraba en la caravana, siguieron caminando, al tiempo que lo buscaban entre sus familiares y conocidos. No lo encontraron.

     

    No habrá que hacer mucho esfuerzo para imaginar la angustia en el corazón de María y de José. Lucas afirma que decidieron regresar a Jerusalén. 

     

    Luego de tres días de búsqueda, hallaron a Jesús en el templo, en medio de los maestros de la Ley. El joven estaba conversando con ellos, los interrogaba, los escuchaba y les hablaba con gran sabiduría, para la admiración de todos.  El evangelista se detiene en la reacción de María al verlo. «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Así le reclama la joven madre, quizás con una mezcla de alegría, decepción y sorpresa. Jesús le contesta con preguntas: «Y ¿por qué me buscaban? ¿No saben que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Lucas afirma que ellos no comprendieron esta respuesta. Lucas establece que Jesús regresó junto a sus padres a Nazaret, "y vivía sujeto a ellos". Comenta el evangelista que María guardaba todas estas cosas en su corazón, con gran cuidado. Jesús "progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres".

     

    Al leer este relato muchos elementos pueden resultar perturbadores, como el hecho de que Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran, por su lado, estos emprendieron el viaje de regreso sin haberse asegurado de que Jesús estaba en el grupo.  Sin embargo, estos detalles, tal como indica Fitzmyer*, están lejos de ser importantes.  Lucas tiene un propósito y es el destacar que el comportamiento de Jesús resulta incomprensible para sus padres.  María y José no logran entender a este hijo, a quien aman y procuran educar en la fe que conocen. Jesús ha descubierto a Dios como padre y, por tanto, se reconoce como hijo.  Sigue un proceso interior que poco a poco alterará su realidad externa.  Jesús inicia un camino que, eventualmente, le llevará lejos de casa, de lo conocido.  Asumirá, hasta las últimas consecuencias, esta identidad que empieza a construir, esta misión que comienza a descubrir.

     

    María y José tienen el reto de ser padres para este joven Jesús que no comprenden, tal como cualquier padre de hoy día.  Se requiere mucho amor, silencio y escucha para acompañar a un joven, que, al igual que Jesús, está buscándose a sí mismo, en ocasiones en los mismos caminos recorridos por sus padres, en otras ocasiones, atravesando senderos inexplorados. 

     

    Este relato de Lucas normaliza las dificultades en el contexto familiar. María, José y Jesús formaron una hermosa familia, sin duda, pero el amor que les unía no impidió que enfrentaran dificultades. María y José amaban a Jesús, ahora les tocaba entenderlo y reconocerlo. Les convenía aceptar que su modo de ver el mundo era distinto al de ellos, que los intereses del joven sobrepasaban aquello que hasta ahora conocían. ¡Qué gran desafío! La incertidumbre se apodera de las noches. El silencio responde las preguntas que surgen ante una conducta inusual, inesperada y desconcertante, que desborda la obediencia y la redefine. El hijo que elige un modo diferente de ser en el mundo no desafía a sus padres, se desafía a sí mismo. Espera, en este proceso, ser entendido.  Jesús parece reclamar esto: «Y ¿por qué me buscaban? ¿No saben que yo debía estar en la casa de mi Padre?»  Parecería preguntarles: «¿Es que no me conocen?, ¿Es que aún no saben lo que es importante para mí?». Tal como Jesús, todo joven, necesita ser acompañado, necesita regresar a la casa, es decir, a un lugar seguro para seguir descubriendo el llamado de Dios, su misión y su propósito en la vida. No sea el miedo de los padres un obstáculo para ello.

     

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    *Joseph Augustine Fitzmyer ​​ fue un sacerdote católico jesuita, reconocido biblista especialista en Nuevo Testamento, como también en los manuscritos del Mar Muerto, en lenguas semíticas en general y en análisis de textos arameos en particular.

     

    ADH 861




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