Fe y Vida | Mons. Enrique DÃaz/RL
Latidos que ofrecen Vida
Os
ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. (Lc
2, 1-19)
Latidos
de vida ante tanta muerte, latidos llenos de energÃa que vitaliza a quien nos encuentra.
Jesús
llega a nuestras vidas, con pandemia o sin ella y siempre está a nuestro lado.
Que
la sonrisa de un niño que nos ama y se hace hombre por cada uno de nosotros
llene nuestros vacÃos, ilumine nuestras oscuridades y despierte nuestras esperanzas.
¡Feliz Navidad, con Cristo en nuestro corazón!
“El
pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivÃan en
tierra de sombras, una luz resplandeció” (Is 9,1). Son las palabras que en
el ambiente de recogimiento y alegrÃa escuchamos en la noche de Navidad.
Es
el grito de IsaÃas que, en medio de las dificultades de Israel, pregona la
esperanza a un pueblo oprimido y amenazado, doblegado y al borde de la
desesperación. Es también el anuncio lleno de fe y de esperanza que nosotros
queremos enviar a todos los hombres y mujeres de nuestro pueblo que, a pesar de
la oscuridad y de las sombras por las que caminamos, siguen sembrando
ilusiones, llenando de luz, construyendo y reconstruyendo nuestras comunidades.
En
medio de un mundo devastador, en medio de inseguridades e injusticias, por
encima de todas las catástrofes, naturales o provocadas por el descuido humano,
queremos alzar nuestra voz para anunciar que no todo está perdido. Queremos
alentar la lucha sincera de quienes promueven la justicia y la paz. Queremos
unir nuestras manos y nuestras fuerzas a quienes llevan luz y esperanza a
nuestro mundo.
Los
motivos que IsaÃas presenta para este gran gozo son: la conclusión de la
opresión, que permite el gozo de la cosecha, y el fin de la guerra, que aleja
el yugo opresor. ¡Cómo quisiéramos hoy poder decir que la corrupción, la
discriminación, la pobreza, la miseria, la enfermedad y las guerras han
concluido!
Nos
gustarÃa afirmar que no hay más yugos opresores, y que tenemos la sana alegrÃa de
sabernos todos hermanos. Pero no; no han concluido, ni mucho menos, todas estas
desgracias que sufre nuestro pueblo.
En
cambio, podemos afirmar que hay hombres y mujeres que, llenos de esperanza,
continúan luchando por un mundo nuevo, y que hoy se ven fortalecidos por las
palabras del Señor, que a través de IsaÃas nos dice: “No temas, que yo estoy
contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco y te auxilio y te
sostengo con mi diestra victoriosa…
No
temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel; yo mismo te auxilio” (Is 41,10.14). Asà nos
sentimos: “gusanito… oruguita”, pero en manos del Señor.
“Porque
un niño nos ha nacido” (Is 9,5). El Niño recién nacido es la máxima
expresión de este sueño. Si ha terminado la opresión, si ha concluido la
guerra, es porque ha nacido un Niño. Ha aparecido la luz Esta es la razón de
nuestra alegrÃa y el motivo para seguir luchando: “Un Niño nos ha nacido”.
Es
Dios hecho hombre quien cambia nuestra oscuridad en luz. La mayor presencia de
Dios es hacerse carne como nosotros. Al igual que los pastores, hoy nosotros
nos vemos sorprendidos y “la gloria de Dios nos envuelve con su Luz”.
Y
a la luz de este Niño, todo cambia. Las tinieblas no pueden vencer la luz. El
egoÃsmo, la ambición, la corrupción, por grandes que sean, no lograrán vencer
la luz. ¡Esta es la razón de nuestra esperanza!
Nuestros
pobres esfuerzos están unidos a la debilidad y pequeñez del Niño que se
acurruca en los brazos amorosos de MarÃa. Pero con este Niño, “Consejero
admirable”, “Dios poderoso”, no tendremos miedo. Él hace nacer en nosotros la
verdadera esperanza. Por eso hoy nos unimos a todos los hombres en la
esperanza. ¡Ha nacido un Niño, que es nuestra esperanza!
Es
hermoso ver cómo los más sencillos, dejando a un lado las frustraciones
amargadas, se ponen a construir, y llevan luz y esperanza a todos sus hermanos.
El gusanito y la oruguita están construyendo la Nueva Casa, donde todos seamos
hermanos y donde todos podamos vivir dignamente.
Que
unidos a este Niño “que nos ha nacido”, construyamos todos juntos el Reino de
Dios. Que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y mujeres, y que su amor
se extienda a toda la tierra.
¡Feliz
Navidad!
Publicado
por Reflejos de Luz
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