Papa Francisco | Diego López, LC/Z
Cuatro modos como el cristiano debe mirar y hablar, según el
Papa
“Jesús
nos invita a reflexionar sobre nuestra mirada y sobre nuestro hablar. Mirada y
hablar”, reflexionó el Papa en el Ángelus dominical
Tomando
como base el evangelio de este domingo 27 de febrero, el Papa reflexionó en el
Ángelus sobre dos aspectos importantes en todo cristiano: el mirar y el hablar.
Después de la reflexión, dirigió unas palabras pidiendo nuevamente la paz en la
guerra de Ucrania: “¡que callen las armas! Dios está con los operadores de paz,
no con quien emplea la violencia”. Recordó la Jornada de oración y ayuno que
tendrá lugar el próximo miércoles 2 de marzo. Antes de despedirse, saludó a
varios grupos presentes en la Plaza de San Pedro, entre ellos: grupos de
España, con ocasión de la beatificación en Granada de algunos mártires; de
París, Polonia y Panamá. Terminó recordando que el jueves 28 de febrero se
celebra el Día mundial de las enfermedades raras. A continuación, el texto
íntegro con algunos títulos temáticos.
En
el Evangelio de la liturgia de hoy, Jesús nos invita a reflexionar sobre
nuestra mirada y sobre nuestro hablar. Mirada y hablar.
1)
Una mirada ciega
Ante
todo, nuestra mirada. El riesgo que corremos, dice el Señor, es el de
concentrarnos en mirar la brizna de paja en el ojo del hermano sin darnos
cuenta de la viga que hay en el nuestro (cfr. Lc 6,41). En otras palabras,
estamos muy atentos a los defectos de los demás, incluso a los que son pequeños
como una brizna de paja, e ignoramos serenamente los nuestros otorgándoles poco
peso. Es verdad lo que dice Jesús: encontramos siempre motivos para
culpabilizar a los demás y justificarnos a nosotros mismos. Y muchas veces nos
quejamos de las cosas que no funcionan en nuestra sociedad, en la Iglesia, en
el mundo, sin cuestionarnos antes a nosotros mismos y sin comprometernos en
primer lugar a cambiar -todo cambio fecundo, positivo, debe comenzar por
nosotros mismos; de lo contrario, no habrá cambio-. Pero Jesús explica que
haciendo esto nuestra mirada es ciega. Y si estamos ciegos no podemos pretender
ser guías y maestros para los demás: de hecho, un ciego no puede guiar a otro
ciego, dice el Señor (cfr. v. 39).
2)
Limpiar nuestra mirada
Queridos
hermanos y hermanas, el Señor nos invita a limpiar nuestra mirada. Limpiar
nuestra mirada. En primer lugar, nos pide que miremos nuestro interior para
reconocer nuestras miserias. Porque si no somos capaces de ver nuestros
defectos, tenderemos siempre a exagerar los de los demás. En cambio, si
reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se abre para nosotros la
puerta de la misericordia. Y, después de que hayamos mirado nuestro interior,
Jesús nos invita a mirar a los demás como lo hace Él -este es el secreto: mirar
a los demás como lo hace Él-, que no ve antes que nada el mal sino el bien.
Dios nos mira así: no ve en nosotros errores irremediables, sino que ve hijos
que se equivocan. El punto de vista cambia: no se concentra en los errores, sino
en los hijos que se equivocan. Dios distingue siempre la persona de sus
errores. Salva siempre la persona. Cree siempre en la persona y está siempre
dispuesto a perdonar los errores. Sabemos que Dios perdona siempre. Y nos
invita a hacer lo mismo: a no buscar en los demás el mal, sino el bien.
3)
Un hablar capaz de bendecir o destruir
Jesús
también nos invita hoy a reflexionar sobre nuestro modo de hablar. El Señor
explica que “de la abundancia del corazón habla la boca” (v. 45). Es verdad,
por el modo de hablar de alguien enseguida te das cuenta de lo que tiene en el
corazón. Las palabras que usamos dicen la persona que somos.
Sin
embargo, a veces prestamos poca atención a nuestras palabras y las empleamos de
modo superficial. Pero las palabras tienen un peso: nos permiten expresar
pensamientos y sentimientos, dar voz a los miedos que sentimos y a los
proyectos que queremos realizar, bendecir a Dios y a los demás.
Lamentablemente,
con la lengua también potemos alimentar los prejuicios, alzar barreras, agredir
e incluso destruir; con la lengua podemos destruir a los hermanos: ¡las
murmuraciones hieren y la calumnia puede ser más cortante que un cuchillo! Hoy
en día, especialmente en el mundo digital, las palabras corren veloces; pero
demasiadas vehiculan rabia y agresividad, alimentan noticias falsas y
aprovechan los miedos colectivos para propagar ideas distorsionadas. Un
diplomático, que fue Secretario General de las Naciones Unidas y ganó el premio
Nobel de la Paz, dijo que “abusar de la palabra equivale a despreciar al ser
humano” (D. Hammarskjöld, Marcas en el camino, Magnano BI 1992, 131).
4)
Examen de conciencia sobre nuestro hablar
Preguntémonos
entonces qué tipo de palabras utilizamos: ¿palabras que expresan atención,
respeto, comprensión, cercanía, compasión? ¿o más bien palabras cuya finalidad
principal es hacernos quedar bien ante los demás? Y además, ¿hablamos con
mansedumbre o contaminamos el mundo esparciendo venenos: criticando,
lamentándonos, alimentando la agresividad difusa?
Que
la Virgen María, cuya humildad miró Dios, la Virgen del silencio a quien ahora
rezamos, nos ayude a purificar nuestra mirada y nuestro modo de hablar.
Publicado
por Zenit
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