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El Papa llora a su amigo Barragán: una vida
"al servicio de Dios y de la Iglesia"
El Cardenal mexicano, Javier Lozano Barragán, fue presidente del Consejo
Pontifico para la Salud desde 1985 hasta 2009. Francisco lo recuerda como un
"prelado devoto", que "me honró con su amistad desde 1980".
Impresiones de quién compartió en vida con el purpurado
La mañana de este miércoles, 20 de abril, ha muerto en la ciudad de
Roma, Italia, el cardenal Javier Lozano Barragán, Presidente emérito del
Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud del Vaticano, y Arzobispo
emérito de Zacatecas, México.
Telegrama del Papa
El Papa Francisco expresó a través de un telegrama su “sentimiento de pesar”
a los familiares de su fallecido amigo, a los miembros del clero y fieles de la
Iglesia en México, de manera especial a "Zacatecas en las que sirvió como
pastor".
“Recordando a este abnegado prelado que me honró
con su amistad desde 1980, y que durante años y con fidelidad entregó su vida
al servicio de Dios y de la Iglesia Universal, ofrezco sufragios por el eterno
descanso de su alma, para que el Señor Jesús le otorgue la corona de gloria que
no se marchita. Y, como signo de esperanza cristiana en el Señor Resucitado,
imparto a todos los presentes la bendición apostólica”, escribió Francisco.
El cardenal Lozano Barragán nació el 26 de enero de 1933 en Toluca,
México. En la Basílica de la Virgen de Guadalupe recibió por primera vez a
Jesús Sacramentado, en la misma Basílica fue ordenado Obispo y aquí eligió
celebrar su primera misa como Cardenal.
Con la muerte del Cardenal Barragán, el Colegio Cardenalicio está
formado por 210 cardenales, de los cuales 117 son electores y 93 no electores.
Había cumplido en enero 89 años, según declaraciones del embajador de
México ante la Santa Sede, Alberto Barranco Chavarría, el purpurado había
sufrido múltiples intervenciones quirúrgicas y consecuentes estancias
hospitalarias.
Su formación sacerdotal
En el seminario diocesano de Zamora, Michoacán, recibió su formación
sacerdotal básica. Entre 1954 y 1958, obtuvo la licenciatura y el doctorado en
Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Tras su ordenación sacerdotal, el 30 de octubre de 1955, enseñó Teología
Dogmática, Historia de la Filosofía en el seminario diocesano, y Pedagogía en
la Escuela Normal. De 1973 a 1975 fue presidente de la Sociedad Teológica
Mexicana. De 1977 a 1979 fue llamado a servir a la Iglesia en América Latina
como Director del Instituto Teológico Pastoral del CELAM. Participando en la
Conferencia Episcopal de Puebla en 1979, se distinguió como teólogo.
El 5 de junio de 1979 fue elegido titular de la Iglesia de Tinisa de
Numidia y nombrado auxiliar de México. Fue ordenado obispo el 15 de agosto
siguiente. De 1979 a 1984 ejerció su episcopado en la Arquidiócesis de México,
en la tercera vicaría episcopal.
Fue fundador de la Universidad Pontificia de México, funcionario
académico de la Santa Sede y miembro del Consejo Superior de la misma
Universidad de 1982 a 1985.
Su participación en numerosos Sínodos de Obispos le proporcionó una gran
experiencia, que pudo aplicar primero en su servicio episcopal en su Iglesia
particular, y luego en la de la Curia Romana. Durante el Sínodo sobre la
Familia (1980) fue Secretario Especial.
Obispo de la diócesis de Zacatecas
Luego fue obispo de la diócesis de Zacatecas de 1985 a 1997 (nombrado el
28 de octubre de 1984). Aquí trabajó para dar un nuevo impulso y reorganizar la
diócesis según las necesidades de los tiempos actuales. Mostró su afecto por
esta Iglesia diocesana llevando una activa vida pastoral y, sobre todo,
promoviendo la renovación del clero, las estructuras diocesanas y el diálogo
con la cultura.
En 1988 se convirtió en miembro del Consejo Pontificio para el Diálogo
con los No Creyentes, que posteriormente se convirtió en el Consejo Pontificio
de la Cultura. En 1989 fue miembro de la Congregación para la Evangelización de
los Pueblos. En 1997 fue nombrado Consejero de la Comisión Pontificia para
América Latina. En el CELAM, de 1986 a 1991 fue Presidente del Departamento de
Educación y, de 1995 a 1997, Presidente del Departamento de Economía. En enero
de 2000 se convirtió en miembro de la Congregación para los Obispos.
Como obispo en su propio país, tuvo que vivir momentos de frialdad entre
el gobierno civil y los líderes de la Iglesia. Apoyó firmemente el
reconocimiento jurídico de la Iglesia en México, que poco antes parecía
impensable.
Curia Romana
El 20 de agosto de 1996, Juan Pablo II le nombró Presidente del Consejo
Pontificio para los Agentes Sanitarios (para la pastoral de la salud). Ocupa este
cargo en la Curia Romana desde enero de 1997, cuando recibió el título personal
de arzobispo.
Presidente emérito del Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios
(para la Pastoral de la Salud), 18 de abril de 2009.
Participó en el Cónclave de abril de 2005 que eligió al Papa Benedicto
XVI.
Creado y publicado Cardenal por San Juan Pablo II en el Consistorio del
21 de octubre de 2003, del Título de Santa Dorotea (hasta el 12 de junio de
2014, de la Diaconía de San Miguel Arcángel).
En un caso logró remontar el estado de coma. El humor nunca se
extinguió. “Me vi cara a cara con san Pedro y me dijo: -‘¿qué haces aquí?’”
Impresiones y anécdotas de quien compartió con él
El embajador de México ante la Santa Sede, Alberto Barranco, recuerda
que el cardenal, "asimilado a los signos de los tiempos", celebraba
una misa dominical que se trasmitía desde su casa vía zoom a varios países.
El diplomático recuerda además que el nombre del purpurado esta impreso
en la pastoral de la arquidiócesis de México, en la creación de la Universidad
Pontificia de México; en la ruta de la Conferencia Episcopal Latinoamericana y,
entre otras, en el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes
Sanitarios, a cuyo engranaje le dedicó varios libros, construyendo puentes
entre teología y medicina y las bases para fundamentar la bioética; dictó
conferencias sobre el tema en países de los cinco continentes, dada su
condición de poliglota, lo que le valió participar activamente en la redacción
de conclusiones de varios concilios. El embajador afirma además que su obra fue
debatida en dos de esos concilios, colocando los cimientos para que las
naciones pudieran hacer frente a pandemias y catástrofes derivadas de
enfermedades inéditas. "Su trabajo fue decisivo para instaurar el día
mundial del enfermo", señala el embajador.
Entre los libros que escribió se resaltan: Teología y medicina del 2000;
hacia el tercer milenio, teología y cultura, escrito en 1988; Por qué soy
católico: respuesta a las sectas escrito en el 2014.
Sobre su carisma el embajador Barranco recuerda que el Cardenal era un
hombre de "conversación fluida y amena, mantuvo amistad fraterna con tres
papas: san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, quien lo visitó en el
preámbulo a su agonía el Viernes Santo".
Sus últimos 26 años los vivió en Roma, cuyo departamento estaba siempre
abierto a peregrinos de México y América Latina, además de sacerdotes
interesados en la pastoral sanitaria de todo el mundo. Entre ellos,
el Padre Eduardo Fernández Vela, mexicano y colaborador en la Pontificia
Comisión para América Latina, PCAL, recuerda un momento especial que vivió con
el cardenal, un momento de reflexión interior.
Devoto de la Virgen de Guadalupe, su deseo póstumo fue reposar en la
cripta familiar dedicada a la advocación de María de Zamora, donde nació su
madre y donde se dedicó en apoyar la creación de empresas, hoy sostén de
decenas de familias.
El tránsito del ataúd tendrá una estación en la Basílica de Guadalupe de
la Ciudad de México para una misa de Réquiem, tras la celebrada en la Basílica
de San Pedro.
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