Opinión | Enrique Lluch Frechina/VN
La publicidad y los deseos
La
publicidad es uno de los instrumentos más potentes que utilizamos para
potenciar una sociedad que busca satisfacer los deseos teniendo cosas o
disfrutando de servicios y experiencias. Originariamente, la publicidad buscaba
comunicar los beneficios de un producto para que el posible comprador lo
diferenciase de otros bienes, servicios o experiencias similares y acabase
comprándolo. Si lo analizamos desde este punto de vista, la publicidad es
algo útil para la sociedad y nos permite saber qué o a quién preferimos comprar
un producto, sea este de la clase que sea.
Sin
embargo, la publicidad no cumple siempre con esta función. Con frecuencia
juega con deseos que no tienen una relación directa con la adquisición de
ningún bien, servicio o experiencia. Porque lo que hace es relacionar su
posesión o disfrute con un anhelo que no es posible cubrir con productos
adquiridos en el mercado. Esto hace que algunas personas tengan la falsa
sensación de que pueden cubrir anhelos infinitos con bienes, servicios o
experiencias finitas.
Las
colonias son uno de los ejemplos recurrentes de esta clase de publicidad (que
también se ve a menudo en automóviles o en algunos alimentos). En la publicidad
de los perfumes no se suele hablar del aroma que tienen o de sus posibles
efectos positivos para la piel de quien se los pone, sino que se limitan a
relacionar el perfume con la posibilidad de conseguir el amor, atraer a la
persona deseada u obtener la felicidad.
Estos
deseos infinitos: el amor, la felicidad, la pareja… Parecen estar a mano para
ser conseguidos con algo tan sencillo como la compra y la utilización de ese
perfume que se ofrece. Pero esto es una entelequia imposible de hacer
realidad. Las cosas finitas solamente pueden cubrir deseos o necesidades
finitas, como podrÃa ser en este caso, la de oler bien o tapar un olor
corporal desagradable.
El
hecho de que la colonia no sea suficiente para lograr el amor en la vida o para
ser feliz, hace que la persona que la haya comprado tenga que seguir
buscando otros bienes, servicios o experiencias que le acerquen (de una
manera ficticia) a ese objetivo que quiere alcanzar.
Anhelos
infinitos
Por
ello, tenemos que adquirir más y más productos en la creencia de que nos van a
ayudar a cubrir esos deseos infinitos de ser reconocidos y queridos o de tener
un sentido en nuestra vida que nos ilusione y nos haga levantarnos con ganas en
un nuevo dÃa. La publicidad nos dice que esto es posible a través del
consumo, que adquiriendo cosas y disfrutando de experiencias o servicios
(que también cuestan un precio) podemos lograrlo, pero creo que debemos ser
conscientes de que esto no es cierto. Solamente se cubren anhelos infinitos
desde opciones infinitas, ya sean estas personales o colectivas.
Publicado
por Vida Nueva
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