La Escuela Económica | Esteban Delgado
El millonario que vive en un ambiente de pobreza
Una de las desventajas que
tiene la informalidad económica es que tiende a acostumbrar a los emprendedores
que progresan en ese mundo a mantenerse en el “barrio”, sin permitirse explorar
hacia otros estratos sociales que estén más acordes con sus niveles de
ingresos.
Para entender mejor esto,
me permito poner algunos ejemplos. Una joven que vive en un barrio marginado de
la capital, tal vez en la margen del rÃo Ozama, posiblemente no está
acostumbrada a vestirse y comportarse de la manera más correcta, aun cuando
haya recibido educación.
Recibe la oportunidad de
un empleo como asistente en una empresa de prestigio cuyas oficinas están en el
polÃgono central de la capital, especÃficamente en el ensanche Piantini. Cada
dÃa ella se traslada a su trabajo en transporte público, llega a la oficina y
comienza a rozarse con compañeros de trabajo y con clientes que acuden a la
empresa, en un ambiente donde se habla en “otro idioma”, sobre preferencias,
costumbres, formas de vestir, hábitos de consumo, que poco a poco se convierten
en un aprendizaje para ella. No para que comience a derrochar su sueldito en
cosas banales, sino para establecer diferencias sobre el modo de vida de un
nivel social más civilizado, aunque suene crudo, que el que se vive cada dÃa en
el barrio.
Esa joven sigue siendo
pobre, sigue viviendo en un sector marginado, pero va adquiriendo otra
mentalidad, una que “la saca del barrio”, en términos prácticos. Ve el mundo y
la sociedad de otra manera, pues sabe que hay algo más allá de su entorno y que
se ve más sano, más limpio, más atractivo.
Lo mismo pasa con los millonarios del barrio. Siempre pongo el ejemplo de que en cada sector pobre del paÃs hay un “don Papo”: el señor que es analfabeta, pues apenas sabe escribir su nombre, pero tiene un impresionante dominio de la contabilidad y los cálculos.
Don Papo tiene tres
colmados, una compraventa y cuatro casas que compró y a las que le agregó tres
niveles adicionales, por lo que ahora son cuatro edificios mal hechos, pero
aceptables en un sector popular donde no existen las reglas de ordenamiento
territorial y planeamiento urbano.
Además, don Papo es
prestamista. Se trata de un mediano empresario con ingresos que pueden rondar
los RD$5 millones cada mes. Entonces, él tiene una cuenta de banco y cada mes se
aparece en la entidad financiera con “un saco” de dinero en efectivo para
depositar. El gerente de la sucursal bancaria le acepta el depósito sin mucho
requisito, porque lo conoce y sabe que, aunque informal, el dinero tiene origen
lÃcito y no proviene de actividades de lavado.
Sin embargo, don Papo es
millonario, pero vive en la pobreza. Mantiene su mentalidad y modo de vida en
el barrio marginado donde desarrolla sus actividades empresariales informales y
ha criado a sus hijos y nietos en ese mismo ambiente.
Los ingresos que maneja
esa familia superan por mucho lo que pudieran estar devengando familias de
clase media que viven en sectores residenciales de mejor nivel como ensanche
Naco, Piantini, ParaÃso, Mirador Norte, Evaristo Morales, entre otros tantos.
Es posible que alguno de
los hijos o nietos de don Papo sea inscrito en una buena escuela y que se
supere en los estudios, que comience a mirar más allá del barrio y, con el
respaldo económico, que sà lo tiene, de su abuelo, entonces comience a plantearse
la posibilidad de pasar a un mejor nivel de vida, en un ambiente más civilizado
y con más perspectiva de proyección y superación.
Es posible que al leer
esto, usted piense que soy vanidoso o que menosprecio a los que viven en un
barrio pobre. No es asÃ. Yo vengo de ahà y me enorgullece haberme superado,
gracias a los esfuerzos de mis padres y a nuestra mentalidad de superación.
El punto es que, en la
medida en que usted va progresando económicamente y en términos educativos,
tiene que ir pensando en ubicar a sus hijos en ambientes sociales más
adecuados, que les garanticen mejores niveles de educación y perspectivas de
proyección más adecuadas. Es como dicen algunos religiosos: “aunque estamos en
el mundo, no somos del mundo”.
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