Actualidad Mundial | José Calderero de Aldecoa/A&O
El régimen de Nicaragua «quiere una Iglesia muda»
Ortega
ha redoblado el acoso contra la Iglesia, llegando incluso a cercar
policialmente varios templos o grabar homilías para su análisis. «Nunca
habíamos visto tal abuso de poder», asegura el vicario general de Managua, que
añade que «no hablar sería pecado»
Los
miembros de la Iglesia católica en Nicaragua están más que acostumbrados a la
presencia de la Policía, que sigue de cerca todos los movimientos de la
institución. «La casa del cardenal Brenes, por ejemplo, que está cerca de donde
me encuentro ahora mismo, tiene una vigilancia constante», denuncia Carlos
Avilés, vicario general de la archidiócesis de Managua, en conversación con
Alfa y Omega. «Siempre hay varios agentes de la Policía en la esquina y a todo
el que se acerca para entregar un documento, o para un encuentro con el
arzobispo, le preguntan el motivo de su visita, le piden el documento de
identificación, le toman fotos…».
El
espionaje se da incluso dentro de los templos. «He tenido información de que la
Secretaría Política y el Gobierno han grabado, por lo menos, 40 o 50 homilías
para analizarlas y ver qué decimos». También hay intimidación a los fieles, a
los que les piden su identificación, la matrícula de su vehículo…
La
persecución policial se ha centrado en las últimas semanas en Rolando Álvarez,
obispo de Matagalpa, que es una de las voces más críticas contra el régimen de
Daniel Ortega y Rosario Murillo. «A él no le importa que los agentes le sigan a
todos lados», pero «no está dispuesto a aceptar que este acoso afecte a su
familia», explica Avilés, que es íntimo amigo del prelado. Por eso, cuando
Rolando fue a casa de una sobrina para la celebración de un cumpleaños y allí
estaba la Policía, dijo «basta ya». Entonces, «me preguntó si podía quedarse
unos días en mi parroquia [la del Santo Cristo de Las Colinas]», revela el vicario
general. Allí se recluyó e inició un «ayuno indefinido» por «el acoso y
hostigamiento» al que le está sometiendo la Policía y que está afectando a su
«círculo de privacidad familiar», denunció el propio obispo en un vídeo.
El
templo fue inmediatamente rodeado por las Fuerzas de Seguridad del Estado, que
no permitían a nadie acercarse hasta el lugar. Álvarez, sin embargo, pudo
compartir su obligado encierro con el propio Carlos Avilés. «Yo le preguntaba a
cada rato cómo se encontraba, si estaba mareado, pero él siempre me decía que
se encontraba bien. Yo estaba pendiente de su salud y él de sus curas». Durante
aquellos días «se dedicó a rezar, a celebrar la Eucaristía y a comunicarse con
sus sacerdotes», revela el vicario.
Rolando
Álvarez pudo salir el lunes 23 de mayo de la parroquia de Avilés y regresar a
su diócesis, aunque se tuvo que refugiar en el seminario, y este también fue
rodeado por los agentes. No fue hasta el pasado domingo, 29 de mayo, cuando
pudo volver a celebrar la Eucaristía en la catedral de Matagalpa, dedicada a
san Pedro Apóstol.
Contra
el canal de televisión
Pero
el obispo no es el único que está siendo perseguido en los últimos días. La
iglesia de San Juan Bautista, en la ciudad de Masaya, también fue sometida a un
cerco policial. En su interior se encontraba el sacerdote Harving Padilla, al
que no se le permitía abandonar las instalaciones del templo. Según fuentes
conocedoras del caso, los feligreses temían que las autoridades pudieran
aprovechar el menor impacto mediático de Padilla –en comparación con el obispo
Álvarez– para entrar con sigilo en el templo y arrestarlo para mandarlo a la
cárcel. «Allí estaba corriendo mucho peligro», asegura Avilés, que es uno de
los superiores del cura dentro de la archidiócesis de Managua. Por todo ello,
el arzobispo, Leopoldo Brenes, decidió anticiparse. «Logró sacarlo y decidió
enviarlo al seminario menor, que es un lugar más tranquilo, a la espera de un
nuevo destino», confirma el vicario general, al mismo tiempo que asegura que
«el padre está bien».
Ambos
casos, sumados a la reciente decisión del Gobierno de eliminar de la parrilla
televisiva el Canal 51, propiedad de la Conferencia Episcopal de Nicaragua,
hablan de recrudecimiento del acoso contra la Iglesia. «Nos castigan para que
nos quedemos callados y no sigamos caminando con el pueblo, pero no decir lo
que está pasando nos convertiría en cómplices. Quieren una Iglesia muda, pero
no hablar sería pecado», subraya Carlos Avilés.
—Más
allá de estos casos, ¿cuál es la situación actual de Nicaragua?
—Es
una situación inédita. Nunca habíamos visto tal descaro, tal abuso de poder. Se
violan impunemente los derechos de cualquier persona. De todos. Hay una total
inconstitucionalidad y una falta absoluta de institucionalidad. Ninguna
institución hace nada si no recibe la orden de arriba. La corrupción afecta a
todos los niveles. Vaya usted a donde vaya, cualquier institución buscar
agarrar algo de dinero. En esta situación, nosotros somos los únicos que
estamos hablando, expresando lo que el pueblo quiere, que es que este Gobierno
se vaya y podamos vivir en paz.
Un
cura entre rejas
La
persecución contra la Iglesia ha subido un escalón pocas horas después del
cierre de edición de Alfa y Omega. Según ha informado el canal nicaragüense 100
% Noticias, la Policía ha detenido al sacerdote Manuel Salvador García, de 56
años de edad.
Al
parecer, «un grupo de fanáticos Orteguistas» lleva varios días provocando al
sacerdote desde las afueras del templo que administra, la parroquia de El
Calvario, de Nandaime.
Ha
sido tal el hostigamiento de la turba que el presbítero, que sufre de diabetes
y neuropatía crónica, en un momento dado se ha caído al suelo. Tras el
incidente, con la gente ya fuera del templo e incluso de los terrenos de la
parroquia, que estaba cerrada con una valla, Manuel Salvador ha ido a buscar un
machete.
En
un vídeo grabado por uno de los acosadores, se puede ver al cura sosteniendo en
la lejanía el arma y gritando a los jóvenes que no les tenía miedo. Según 100 %
Noticias, Salvador habría sido llevado al Chipote, «un centro de torturas
sicológicas y físicas contra los presos políticos de la dictadura de Daniel
Ortega y Rosario Murillo».
Publicado
por Alfa & Omega
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